sábado, 9 de julio de 2011

Alfa y Omega


  
                                       ORIGEN DEL ALFA              
                                      
                                       Cuento De Emilio Salazar R.- Caracas, 26 de febrero del 2000

         Un hilo de agua, desprendida de un círculo cristalino, sobre superficie telúrica, revelación oportuna de una alfaguara, demostraba que siempre habrá vida donde la naturaleza ha colocado sus prodigios. Ningún Demiurgo de satánicos escritorzuelos que ha tenido ni tendrá la mágica imaginación para comprender con sus fantásticas proporciones inconmensurables de artista, músico, filósofo o escritor, que los parámetros geométricos donde las matemáticas mantiene sus cálculos en armonioso equilibrio para que nada diluya, la vida, ni siquiera con la muerte misma, por cuanto nada en la nada de la nada se pierde.
---Nadie sabe como empezó todo.
    La fé y las creencias alguien tienen que haberla comenzado como la guerra, pero nadie sabe cómo terminan los combates del aquelarre
---Del principio nadie tiene la más mínima idea.
    Algunas religiones más osadas o tal vez, los temerarios líderes o profetas, sin pensarlo dos veces, para implantar con espanto el miedo, al más allá entre sus contemporáneos, pudieron aventurarse a escrutar los designios del ignoto, arriesgándose en las tinieblas de los arcanos a descifrar lo que otros por su incógnito temor no trataron de lograr. Quedando sobre el tapete del interrogante la duda de qué somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
---Al desintegrarse la Gran Patria, los más pequeños furúnculos brotaron como güeregüere tratando de reconstruir la “patria”, ajustándola a sus propios intereses particulares. Se multiplicarían las guerras intestinas, tanto que para 1865 el general Joaquín Salazar tenia su pedestal de gloria bien ganado con la cara macheteada que parecía un Alejandro Magno con su cuerpo curtido de kelonios  papilosas, papilomas,  heridas y lanzazos para nada.
---Dicen que combatió y peleó como buen gallo al lado de Zamora en Santa Inés, que hasta le pusieron su apellido al Municipio de Cúa, cuya estatua ecuestre observa hacia todos los lados con ojos abismados de búho asustado. Hasta que su compadre Antonio Guzmán Blanco, envidioso de que bailara, siendo vicepresidente de la república,  con su esposa, lo mandara a fusilar, rompiendo el nefas y quebrando el poder que perdería unos años más adelante por testarudo.
     Para comenzar a construir siempre es bueno todo, que hasta Dios en su infinita sapiencia tuvo que valerse de que nada faltara en el momento constante de que el Cosmos levantara su molecular templo a los asombros de la posteridad de sus propios engendros. El “fas” y “nefas”, el bien y el mal, nadie hasta ahora ha podido refundir en un solo término para armonizar las emociones que produce el amor o el odio como nadie tampoco sabe qué sería primero si el huevo o la gallina. La materia lo es todo en cuerpo de energía. Ahí en el génesis queda el nacimiento de las cosas, sin recurrir a ningún historiador ni a ningún tratado religioso sagrado o profano de ninguna civilización o cultura dejada por el hombre sobre este planeta.
---Por el río Lagartijo que, revienta farallones, piedras y raja como bisturí de cirujano árboles y animales, la corriente iría marginando aun hoy, a Higuerote---dijo desde su taburete de cocuiza Anarecuar, que completaría su exposición---con el Guaire sucede lo mismo con las murallas graníticas del Encantado donde se hunde más de cien varas para perderse en los escombros que nadie tampoco hoy conoce.
         De los lados de la isla de Margarita provenía Damiana Romero, quien con su rostro salpicado de neguijones y efélides que levanta con furor el sol del medio día, se tropezaría a la orilla del río Manzanares en estuario del Barbudo con el capitán Joaquín Salazar con sus veintiocho años, sin ser el general que sería. De allí uniendo sus anhelos y sueños juveniles pudiendo convertir los deseos en familia que multiplicada con tesón continua desarrollando su cuerpo hoy en día. No quedaría un lugar del país que el capitán Salazar no pisara hasta lograr su grado de general de división bien ganado en campo abierto de batalla campal. Sabana extensa, Mendoza fría y Caliente de los páramos trujillanos, las corrientes del Orinoco tropezaría con las tribus  irredentas de amaibas, atapaimas y güires para adentrarse por los lados de Tiznado, Casupal y Chaparral, Siquire, Totumito y Dividive, lo recordaba muy bien Anarecuar con su rostro cuarteado por las brisas frías de la Guaira que contemplaba la esbeltez de su mujer Tiama, que en cumanagoto significa “púa”, pensando el que debe llamarse “púa” soy yo y no mi mujer, comentando el accidente amorosos con su amigo de los mariches del centro Tiapiacaray, que se encariñaba con su manos atadas como  anaconda con su mujer Macagua que emulaba por sus formas y rasgos faciales a Tiama de piel sonrosadas y cabelleras largas de obsidiana.
    Al fin de cuentas las pequeñas cosas en un momento parecen tener más magnitud y calidad que las grandes, quizás sea así como traduce en su lenguaje matemático el Creador cuanto nos rodea. Ni los conocidos y mas famosos como inmortales filósofos han  podido ahondar los más recónditos misterios de los seres y de las cosas en las  naturaleza de todo lo conocido, que con todo el avance científico y la descomunal tecnología que nos acosa por todos lados, hasta convencernos de que podríamos ser clonados por cualquier “chix”, retrotraer los hechos del pasado, actualizándolos, para confundirnos o definirnos al fin en este caos que es la existencia misma, aún más, o trasladarnos en desintegración e integración de la materia conocida por túneles “gusanos” al más allá donde la materia oscura desdobla cualquier sustancia, impidiendo que la energía oscura cumpla el cometido dilucidador de deslumbrarnos con vida después de muerte o vida en el más allá. Como serpiente devoradora aparece la antimateria que destroza de un  tirón toda la energía de la misma matería.  El origen de las cosas como principio del Ente. Casi no queda nada por descubrir, tenemos más de cuatrocientos mil millones de neuronas que hablan entre si, resolviendo con sus ecuaciones la toponimia de cuanta cresta trigonométrica aparezca en la superficie de sus cálculos o postulados.
---Sin necesidad de ir muy lejos, cualquiera puede, si quiere, darse cuenta de cuanto ocurre en otra parte con solo contemplar de noche el sol y de día la luna, que aunque muchos niegan que de noche el sol no se ve por estar oculto es pura mentira, como de la luna igual de noche es esplendorosa tan blanca como la leche, pero de día parece una Sayona huyendo del espanto a pleno sol revienta espinazo---los estudiosos de la selenografía pueden dar testimonios mas exactos de estos planteamientos tan populares del joven Anarecuar, que el propio Tiapiacaray quedaría  como una musmé en su trola, aunque no tuviera puesto sus fundoshi, que por lo apretado le producían dolomas, aunque en su sardinel terminaba con ostealgia, que revelaba el acmé profundo en su misma piel. Entonces, los hijos de Hipócrates le recomendaban osmazomo como único caldo nutriente para recuperar fuerzas. Así es esta vida.
---En el espacio, allá en el infinito que nunca veremos, pero que podemos imaginar, sabemos que algo existe, que debe ser muy rico para ponerse al alcance de cualquier imbele que como los anolis pueden subir a cualquier parte o como las cantáridas que bordean la piscina de la residencia de mi nieta Iraida, sorprenden por su docilidad.
---Yo casi no tengo nada que decir, pero también a veces sueños, y creo que mi fantasía recorre muchas cosas extrañas e inexplicables---dijo de repente Macagua, sorprendiendo el mutismo intransparente de Tiama siempre aferrada como bejuco de chaparral a su marido---un muro de piedra levanta su calinto estremeciendo mis carnes y mis huesos que el frevo con ritmo brasilero  hasta el calibo  estremece a pie de caliga  con los calotes al tobillo.
    En el espacio el tiempo recorría silencioso toda la dimensión humana de cada personaje, que la misma Tiama, de repente como dando un salto, hechizando con catatas, a estilo del fotógrafo Man Ray, pasando el tiempo con su “violín de inguis”, perseverante, entretenía a cualquiera, lo repetiría esta joven campesina, sin más aspaviento que su propia osadía. Las perífrasis de su verbo no contradecía el pleonasmo de la misma explosión cósmica de gases y materias raras que producen las novas al implosionar en busca de vida para retornar a lo mismo en “ritornello” estruendoso, pariendo agujeros negros en la materia negra y la negra energía que a todos nos mantiene absortos por su negra dimensión. Con su curruscán en la mano saliendo del castro con su alma de indú parecía una catala perdularia con su catadura y gesto conmoviendo a los críticos del “síndrome del emperador” con sus gatuperios y emboscadas egoístas, aunque Anarecuar nunca mantuvo en su boca ninguna congola ni tampoco ningún narguile como la pipa de un Van Gogh antes de cortarse la oreja. Mantenía su vincha roja flameándole en el cuello, viendo los cicateros ojitos de Tiapiacaray que parecían una falúa cargada de plátanos del río Lagartijo a la deriva al convertirse en afluente del Tuy, no había nada de pigre en su aptitud ni tampoco evidenciaba que hubiese alimentado durante varios meses la itinerante seudomona cuando la conduerma le hincara la apatía de la flojera por los vericuetos del brazo Caciqueare, que con sus trombas destruía los bamboches de cambur que el propio Anarecuar cultivaba con tanto cariño y esmero para comérselos en el camino botando las conchas al borde del sendero para que los chigüires y tapires comieran y los gavilanes como las catalas también picaran algo, dejando lo demás para las insolas y los bachacos culones. Por fin hablaría la joven mujer.
---Nadie tampoco sabe lo que oculta el mar, yo lo he visto y palpitado en mis entrañas cada vez que me asomaba por Puerto Escondido, sin  que nadie me lo prohibiera, cuando era aun virgen. Los procellarinformes asombran por sus maneras de transformar el agua salada en dulce y nadie los ha estudiado aun, como la farma absal de las algas mas profundas del mar. Los amantes folicularios quedan allí estancados como siempre convertidos en hambrientos fablistanes sin conmover a nadie con sus novedades.
   En la inmensidad del espacio se entretenían girando y dando vueltas las 78 constelaciones de Tolomeo  como Centauro con sus dos estrellas “Alfa y Omega”, Cruz, Dragón, Osa Menor, Orión,  Vega, Osa Mayor y las trece del zodiaco que no son las doce del año, con su cuadrantes y coordenadas para que nadie se extravíe desde esta tierra cuando contempla el firmamento,  como volutas gigantes, galaxias uniformes, espirales, redondas, funiculares y de geométricas formas indefinidas aun, con su portentosa materia oscura que nos  impide aun, dado los limitados conocimientos del hombre de la tierra en la materia, que todo lo ha dedicado a fabricar armas para matarse y aniquilarse el mismo al tiempo que inventa tecnologías para su propia destrucción, en lugar de impulsar dinámicamente mas allá de lo posible la energía oscura que es la que pondrá  al fin limite el principio originario de la nada.
---¿Permaneceremos aun en los umbrales del alfa?
---Al parecer sí, ninguna filosofía por más atrevida que sea  en sus concepciones y abortos del conocimiento podrá romper el cristal de sus fantasías para desentrañar de la telaraña de las religiones el mito de lo misterioso. Aunque creo que los causantes de todo este piélago de angustias, misterios y dudas se debieron a los agujeros “blancos” que con su protón “hits” originaron la vida que en una guazábara de confrontaciones cósmicas e infernales han cedido su  espacio a los “negros”, que nos mantiene en vilo de la esperanza.
---La vida misma nos lo puede explicar.
--- No ha sido posible hasta ahora. El hombre con su política pretende recopilar las ideas para someter al hombre mismo, igual que el capital lo explota por su forma de sustraerle la sustancia del sudor de su trabajo, el político hace lo mismo con las ideas del hombre y sus sentimientos entorpecen cualquier comprensión de lo posible. La vida consiste en mantener biológicamente al ser, alimentado por bacterias, gérmenes, sustancias disímiles, proteínas, aminoácidos y enzimas, y otros elementos mas, eso es materialmente la vida, con sus forma salvaje, humana y vegetal como las inanimadas rocas, las aguas, viento y fuego que no hablan pero expresan con lenguaje de destrucción o compasión la existencia misma, pero será el descubrimiento de la muerte, la que nos puede conducir por los caminos del futuro para comprender las dimensiones del tiempo, el espacio, donde los Quasar y la trigonometría como las matemáticas infinitesimal tienen la palabra de su propia ecuación cósmica. Hubo Alfa antes y después del “Big Band”, por ser la materia, tiempo y espacio la semilla creadora del Alfa. No está lejano el día en que el hombre descubra la clave del origen del universo, posesionándose del código secreto de lo qué somos, de dónde venimos, qué somos capaces de hacer y hacia dónde vamos. Es posible también que esta  Alfa tenga otras en otros universos parecidos, y podamos navegar en las paralelas de tiempo y espacio unidas en una sola dimensión, como caminando por una gran avenida o túnel del presente al pasado o al futuro, y viceversa como en capicúa. Todo dependerá del ingenio y la acuciosa audacia del mismo hombre.
---Entonces, ¿Dios, qué es, dónde está, por qué nos has abandonado?
---El problema es ese, querer buscar a Dios, sin encontrarse uno mismo, pretender lo divino, sin palpar los vicios de lo profano. Es la constante interrogante de la  entelequia. Dios a nadie abandona, el que no lo ve es por que no quiere. No es cuestión de religión o fe, sino de la bondad y amor que tengas en tu corazón. Dios se diluye imperceptible en cada ser cuando actúa. Espacio y tiempo inmerso en la gravedad parabólica de estas dos dimensiones en asíntotas de tangentes oblicuas nos mantiene en suspenso de constantes atracciones  por explosiones continuas e infinitas definiciones que solo el Ente puede descifrar en lo que él mismo ha calculado para que nada se desintegre ni se pierda sino que continuamente la integración levanta cuerpo como sea para que no se oculte en el caos el hilo conque comenzamos esta narración. La gravedad, las dimensiones continúan, espacio y tiempo se dan la mano, los quasar y los pulsares entretienen sus vínculos cada vez más expansivos e indetenibles. Los átomos de los cuerpos se volverán polvos y nos desintegraremos en la nada. Lo que sucede es que el origen mismo de las cosas esta en el alfa que somos todos.-FIN  









                                LOS NIÑOS ETEREOS


                                Cuento de Emilio Salazar R-. Caracas ll de marzo del 2007


     Habíamos estudiado bachillerato en el único liceo de Caracas que bajo el régimen del general Marcos Pérez Jiménez, conservaba aun en sus paraninfos cierta libertad para manifestar los sueños e ideales de la juventud. Desde allí terciamos una amistad férrea de estudios, compañerismo, farras y bohemias, frágiles sentimientos de estudiantes y conquistas sin mayores complicaciones como lecturas diversas y discusiones, respetando cada uno sus puntos de vistas, que aun conservamos, sin que nadie hasta el momento la haya perturbado,  preñados de ilusiones y amantes fervorosos de la libertad y la justicia, que algún día podría establecerse en nuestro País, entonces, sojuzgado por la tiranía. Hasta fundamos en el mismo liceo “Alcázar” el semanario “Boina” que dirigíamos juntos que sería el vocero que diera la noticia del derrocamiento del gobierno en 1958. Luego, cada quien, en esa diáspora política, que ha debido de ser de reconciliación y análisis, tomaría caminos diferentes. Nos hicimos abogados porque creíamos en la ley, la justicia y la libertad como bases fundamentales de la sociedad. Mi amigo, a quien no pondré su verdadero nombre en estas páginas, por cuestiones obviamente éticas, proyectando sus principios participaría, pragmáticamente, en los gobiernos de partidos que controlaron el poder durante 40 años en Venezuela, mientras el que escribe más soñador, en su utopía, cogería el camino abrupto de la montaña para hacer la guerrilla al régimen donde su amigo participaba, sufriendo cárceles, torturas y ostracismo amargo.
     Los anacolutos demostrarían que sin unidad no hay éxito en nada, el movimiento revolucionario sería desmantelado, más por los mismos “revolucionarios”, quienes con intrigas y egoísmos, personalismos y odios lo anarquizaron todo, que por la intentona foránea y confabulada con los quisling criollos desde el gobierno, a quienes hemos podido derrotar en el campo de batalla.
    Transcurría el tiempo con la  rapidez del viento  y nuevamente me encontraría con mi amigo,  renaciendo la amistad nunca perdida. Es así como me enteraría de cuanto de ahora en adelante conocerán ustedes.
     Era mayo de 1960, venia caminando por la avenida Bermúdez con un maletín bajo el brazo un apuesto abogado dirigiéndose a su bufete de las cuatro esquina, cuando dirigió su suave mirada a una joven uniformada de azul, que atrajo su atención, por el movimiento de su plinto y la larga cabellera que protegía su rostro oval de finos labios y nariz respingada, a quien sin  miramiento alguno le dijera.
---Hola---la muchacha aludida,  virando la cabeza hacia el hombre elegante y también de nariz aguileña y estirpe a lo Bob Brummel, le respondería.
---Hola---abriendo su boca con una hilera de blancos dientes y la sonrisa más bella que encantaría al joven abogado.
    Rápidamente entre ambos se tejería una red afectuosa de intercambio de preguntas  y respuestas de interés para ambos, conmoviendo sus fibras  sentimentales que derrochaba emociones de enamorados a primera vista. Al poco rato, la joven continuaría su camino al liceo, mientras el abogado a su trabajo, pero sabía ya que la mujer se llamaba Lupe y estudiaba quinto de bachillerato con 16 años de edad. Nacería el amor más tormentoso de cuantos hubo en Los Teques. Al año se casarían. Lupe no continuaría en la universidad, obligada como comprometida con sus deberes de madre.
    La naturaleza proporciona a cuanto ser cobra vida sobre la tierra a cada quien su respectiva alegría y a cada uno su dolor pertinente. Nadie escapa a esa ananké. Ni los ricos ni los pobres, ni el santo ni el pecador. Ni los príncipes ni los mendigos. Cada hombre como la propia mujer lleva su cruz a cuesta hasta quien sabe cuándo. Los milagros solo Dios los puede conceder. Mucha alegría abunda en muchos hogares y cientos o miles de familias disfrutan de ese performance que mantiene confort y comodidad entre sus  miembros, mientras otros tantos sufren los voraces fuegos  implacables de la miseria, pereciendo en sus llamas. Cualquier novedad es alegría y cualquier onomástico más aún, se producen canciones, bailes, las fiestas casi termina muy tarde de la noche y otras amanecen con trúas y cantantes celebrando el acontecimiento. Mientras en lugares comunes, en cambio otras familias caminan al colmetilioso con su parranda fúnebre a enterrar al doliente. Así está hecha la vida. Hay enfermedades que son patéticas por su diagnóstico y lo irreversible de su acmé, de manera que el galeno, en su delicada misión de confrontar el sufrimiento familiar con el padecimiento del paciente, por lo general, se reviste de solemnidad siniestra frente a los parientes con el disimulo hipócrita de no querer revelar la verdad del mal con la esperanza que nunca se pierde creyendo en una solución posible. Ninguna enfermedad por si sola causa desgracia, lo que prolonga la desgracia seria la falta de panaceas oportunas para curarla. Lo idiopático de muchas enfermedades desconocidas mantiene encerrados en un misterio a los médicos y científicos como a Dios en la ciencia. No solo lo somático, sino también la mente que es lo más difícil de desentrañar y tratar. Es como la esquizofrenia, que creyéndose una perturbación causal de la mente, resulta a veces lo más patológico de cuantas se conocen, por revelar que la mayoría de la gente en el mundo la padecen. La dificultad o perturbación mental en cualquier ser humano, comienza en el m ismo feto, en las entrañas de la madre, es el síndrome de Asperger o del autista, quien mientras viva tiene que mantener un férreo combate con todas las armas de ingeniados por su propia alma para conllevarla hasta la tumba. El síndrome inmunológico del autista que es eterno, que son aquellos, seres que absorben como esponja, engullendo todo cuanto existe en los anticuerpos para adentro, donde su mundo, se multiplica en una implosión  a lo Big Band, en el cosmos interior de su mente, que el propio cuerpo como una fortaleza tiene que soportar mientras tenga vida. En los EEUU con doscientos ochenta millones de habitantes heterogéneos por sus etnias,  religión, colores, trabajo, lenguas y costumbres, existen más de cien mil familias con uno o dos hijos que la sufren, elevando el número a más de cuatro millones y medio de personas de ambos sexos, predominando el masculino en un setenta por ciento. A parecer en las mujeres se dan menos estos padecimientos. En cambio en Venezuela, cuya población de casi treinta  millones menos estratificada, pero compleja por sus objetivos,  hay sin estadísticas precisas cinco mil familias  y veinte mil autistas que pacientes sienten el desgarre de la tragedia con dolor infinito, y en muchos hogares por carecer de recursos económicos y la asistencia oportuna del Estado, cuyos gobiernos pigres espantan, mantienen a sus hijos unos atados a un mecate y encadenados otros, evitando el peligro del escape y las travesuras inconscientes de la víctima, mientras los menos bondadosos los retienen secuestrados en clínicas privadas o los remiten al exterior en países más desarrollados científicamente, evitando así el desprecio de quienes no quieren sostener la infamia de esta enfermedad que como un alergia o un cáncer no tiene cura aun por decisión deliberada de las potencias rivales del orbe que prefieren gastar más dinero en arquitecturas de armas sofisticadas para la muerte que investigar las enfermedades  para preservar la vida de los virus, dolamas, vermis y gérmenes o bacterias como las”seudomonas”que desatan las crueldades en el cuerpo o la mente del ser humano. Los niños etéreos son hijos del cielo que es su único mundo donde se encuentran a mil maravillas rodeados de millones de estrellas brillantes, planetas errantes, galaxias en espirales y las 78 constelaciones de Tolomeo  como la “Osa Mayor”, “Tauro”, “Osa Menor”, “Orión”, “Centauro con sus dos estrellas Alfa y Omega”, “Cruz”, Dragón” y las del zodiaco que son treces  y no los doce del año como otros refulgentes asteroides que parecen fijas en el firmamento, pero que están en continuo movimiento, como las enanas blancas y las novas en persistente traslación sideral, observando desde la hipófisis de sus neuronas, dendritas y axones cubiertas de sombras, por ahora, los colores más bellos que los otros nunca podrán contemplar,  con su instinto con que la naturaleza no les ha arrebatado, conservan aun también sentimientos y emociones que se vierten en el torrente de su aislada penumbra, donde el sol jamás podrá penetrar, en cambio los niños “índigos”, que han sido privilegiados por la naturaleza para armarse de ideas en sucesión asimétrica y los anacolutos para desarrollarlas, dentro de los parámetros de su destino en espacio y tiempo, con dimensiones geniales, son los hijos de la tierra en cuya mente la razón de su suerte la naturaleza los ha dotado para tener asiento armonioso sobre el planeta.
---Es un varón, y pesó casi tres kilos. Es un niño muy hermoso---gritaría la enfermera entusiasmada a su padre y abuelos, que esperaban angustiados en el salón de la  clínica por los resultados del parto, que no fue por cesárea. Lupe  había sido dotada de anchas caderas con una pelvi como bisagra podría tener cuántos hijos, naturalmente, pudiera parir.
---Se llamará, Alejandro---dijo el padre orgulloso, entrando a la habitación donde la parturienta esperaba sonriente al hombre que le había reventado la verija.
    El hombre  con orgullo viril en estos casos a partir de ese evento, viéndose padre, se sentiría feliz, saludaba a unos y a otros en el trabajo y en la calle,  con cariño y su natural bondad humana. Recibiendo también “felicitaciones”, que estimularían en el joven abogado la pretensión de formar una familia vigorosa y grande, como la de sus padres. Su progenitor había venido de la tierra de los Cárpatos rumanos cuando el desgarre de las guerras europeas destrozaba familias enteras sin discriminación geográfica, religiosa o étnico, causando pobreza y hambre en esos pueblos mutilados también por los tiranías domésticas, que impedían su propio desarrollo económico, por lo que en un golpe decisivo de acción en el tiempo, aun joven, abandonaría con dolor su hogar y sus padres y hermanos, en un barco carguero griego embarcaría en Constanza a orillas del mar Negro, atravesaría el Bósforo, el mar Egeo,  rumbo por el Mediterráneo haría escala en Génova y de allí a la Palmas de las Canarias, en medio del Atlántico a Trinidad y por último a La Guaira, en tierras del nuevo mundo, buscando otra forma de vida, habiendo calado, sin quererlo, en Venezuela. De semblante suspicaz por atemorizado, vestido con terno sencillo y humilde de paltó gris y rayas marrones y un pantalón negro bastante usado y un sombrero gris que le había regalado su padre, con una maletica de cuero como buen judío, protegiendo el poco dinero en sus bolsillos, pero con la audacia del hombre dispuesto a conquistar la tierra desconocida, parecido en imagen y figura al peregrino Camanita. Con ese ímpetu que solo lo proporciona la audacia a quienes ignoran su destino, se aventuraría, después de haber permanecido pocos tiempo en Caracas, donde se informaría de las regiones y lugares de su nuevo país, hacia los Andes, radicándose definitivamente en la ciudad de  Mérida que para esos años treinta no tendría más de 15 mil habitantes, habituados a labrar la tierra y labores artesanales, con sus dos parroquias importantes, “Milla” y Los “Llanos”. Al mes el forastero, se contemplaría, recorriendo la pequeña ciudad cubierta de neblinas en las tardes, solitario, sin amigos, pero dispuesto siempre con su corazón abierto a los extraños nativos para hacer amigos y conocer a la gente criolla, su carácter, su modo de vida, sus costumbres y tradiciones. Al mes ya tenía trabajo seguro, por lo que un casi adolescente con la virilidad del hombre ansioso de tener familia, conocería a la muchacha, joven también como la que conociera el hijo en los Teques, y se enamoraría de esta mujer de estirpe criolla por los cuatro costados con raíces ancestrales de los timotos-cuicas, procedente de hogar honorable  y familia humilde, sencilla y honesta, formando una familia con numerosos hijos entre hembras y varones,  a quienes proporcionaría, con el sudor de su trabajo honrado y responsable, todos sus amores para que vivieran mejor que él y de cómo viera vivir a sus familia allá en la lejana Rumania. No sabemos el arranque patógeno de las enfermedades cuando el ADN de muchos grupos humanos aun no se puede determinar pese al genoma descubierto por la ciencia. En este sentido, se desconoce como otras enfermedades que puedan ser hereditario o no el padecimiento del autista, por lo que, en mi pequeña investigación he podido conocer que esta enfermedad solo en un noventa por ciento la padecen los hombres, excluyendo casi al sexo femenino. No existe ningún médico especializado para tratar estas aflicciones que genera la mente, por no ser esquizofrénico ni aberrante locura, sino un padecimiento de las neuronas, difícil de localizar en su implosión, que en su red contradicen el movimiento articular de su desenvolvimiento cerebral, tan particular que requiere solo trato humano bondadoso y comprensible abnegación de padres y hermanos para resolver esa ecuación patológica del paciente. La mayoría de los hijos de Hipócrates han convertido su profesión en una actividad lucrativamente mercantil, nutriendo su ambición y estomago con el dolor ajeno, sin importarle la vida ni la tragedia familiar. Son los mercenarios de la medicina sin guerra.  De manera que aquellos padres o familias que gastan cantidades de dinero, tal vez por desconocer el uso del valor o  tenerlo en exceso, en clínicas y especialistas están como las hijas de Danao. Algo genéticamente podría ser causa de ese malestar infame, cuyo origen tendría que combatirse. Lo idiopático de esta inconsecuente enfermedad, se evidencia en el síndrome de “Kawasaki”. En base a mis propias observaciones directas y estudios sobre el problema, creo que con buen trato humano, sin extremar las medidas paternas u hogareñas despóticas como crueles por desesperación o cansancio, que requiere mucho sacrificio, paciencia y bondad con la abnegación casi religiosa que los padre pueden brindarle a los hijos que nazcan inmerso en este “vermis” fatal.
   Al año siguiente nacería de la pareja una niña a quienes llamarían Irene, otrora emperatriz de Bizancio defensora de la fe ortodoxa,  con la dulzura pueril del recién nacido sería hermosa como la otra imberbe que naciera al siguiente año que llamaron Débora en honor a aquella bíblica heroína que profetizara la derrota de los cananeos y el triunfo de Israel, tan diminuta y bella como su hermana parecían dos flores con que el destino adornaba su corazón que pronto sería azotado por el dolor de la soledad. La familia crecía, después vendría al mundo otro niño a quien por el patriarca hebreo le pusieron Abraham. Las niñas crecerían sanas y alegres con sus padres derrochando amor hacia sus parientes y conocidos, en cambio a los varones le correspondería cargar con el dolor a cuesta de por vida. La misma vida les robaría su juventud y su alegría. La alegría regurgitaba hacia sus entrañas como una furnia almacenando ironía y rabia al mismo tiempo, donde el dolor no grita ni llora, se arrastra como serpiente huyendo del miedo que es el horror de sentirse encarcelado en su propio cuerpo sin poder romper los barrotes ni las cadenas que le impiden al ama volar hacia la alegría. Para estos seres ni la libertad ni la justicia como el amor tampoco existirá. Son criaturas de un arcano desconocido que hasta la locura de la naturaleza ha despojado a Dios del poder para equilibrar en simétrica armonía a todos los seres de su creación para que disfruten por igual los placeres que proporciona la felicidad. Por lo que el mejor tratamiento para estos niños etéreos, cuyo autismo, aun no tiene solución científica, sería estar en contacto permanente con los mismos, intercambiar, con paciencia de pescador, palabras y  demostraciones afectuosas para que ellos mismos generen acciones razonables, que si lo pueden lograr. En los primeros años de vida estos niños manifiestan sus desvaríos y achaques, que paulatinamente se desarrollan por los vericuetos más incoherentes, comen cuanto encuentran sin asco ni  repugnancia, sin saber qué cosa es, accionan inverecundos gestos despampanantes, gritos, saltos, riñas ocasionales y estériles entre los mismos e incomprensibles para los demás, dejando atónitos a padres y maestros que extraen de su compasión la más fuerte tolerancia, soportándolo todo, sin admitir nada, para corregir certeramente los mismos, consolidando los defectos patológicos que nadie comprende. No distinguen la realidad de las cosas como tampoco pueden identificar los objetos y los seres, incapacitados como han quedados, confunden a veces los colores con espectros  daltónicos, pero no los sabores ni los olores de cualquier alimento o manjar,  no obstante, vertebran sin dislalia un lenguaje que solo su paladar puede provocar en la traducción entre los mismos; no sufren de amnesia porque los recuerdos están muertos; lo volcánico de sus ímpetus perecen en los devaneos de su impotencia. Podrían ser violentos según las causas de sus emociones o pacíficos en la parsimonia de su propia contemplación.  En el cerebro de estos niños se produce una corriente de ondas que generan ritmos enigmáticos que los mantienen extasiados en acciones incomprensibles e inútiles para quienes lo observan, pero que para ellos tienen significados que solo su lenguaje puede traducir. En estos seres también existen dones innatos, facultades que desconocemos, “qué sí lo poseen”, podría resultar en los mismos se encuentre en su hipófisis pineal radicado un genio, cuyo ojo mágico todo lo observa en silencio con tolerante paciencia.  Estos niños permanecen ensimismados y solos como la rosa solitaria en las cavernas de la penumbra más sombría. Entonces, entre esos niños, en la borrasca nebulosa de su inframundo, tal vez, se desenvolvería un artista, un escritor o un científico, ¿quién sabe? Hay tanto misterio oculto en el mundo de lo desconocido, que podríamos tener sorpresa sobre estos casos donde lo milagroso no corresponde a la fe religiosa sino a la tenacidad de la ciencia.  Lo más grave es secuestrar a estos niños en cárceles materiales, se llamen clínicas o sanatorios. Sería una infamia este tratamiento antihumano como inmoral la tortura del vejamen. No hay que experimentar vergüenza de tener un hijo con estos problemas, el orgullo es saberlo tolerar y solucionar, qué sí se puede. Hay que apartar a un lado cualquier humillación ofensiva, egoísmo hipócrita  o discriminación anómala para comprender la realidad de estos ángeles, cuya edad no tiene límite al horadar la mente ese vermis fatídico. Se nace autista y el adulto crece con estas taras y tenebrosos tormentos hasta convertirse en anciano o morir en el trayecto. Tampoco hay que sentirse culpable de haber engendrado un ser con esta patología. Nadie puede determinar cuál gene del hombre o la mujer  tomo cuerpo en el cuerpo del hijo. Los niños etéreos son los autistas de corazón, sentimientos, emociones y deseos por los senderos del instinto casi salvaje similares a lo de los niños “índigos” apoderados afortunados del planeta con la razón como un sol.
    El joven abogado, afortunado, con buena suerte en sus negocios y en la política sonreía, mientras meditaba “por fin soy feliz, tengo mi propia familia”, con cuatro hijos, dos hembras y dos hombres, una mujer fuerte y hermosa, ignorando el inverosímil y complejo camino que el destino inexorable le impone a la vida a lo largo de su laberinto infame. En esos avatares oscuros que nadie comprende,  el efecto de la causa, que es el mismo sino se la destrozaría en pedazos, dejando escombros dispersos sin sentimientos ni piedad para nadie, solo dolor y tristeza queda de aquel amor causa y engendro de los hijos. Las niñas se hicieron  mujeres, su corazón palpitaría con el ritmo del amor, tendría cada una sus propios maridos también y sus hijos. La madre cascada por la desolación, la decepción y la ilusión sin horizontes compartiría con las hijas y nietos tierras extrañas donde nadie apoya tu desconsuelo ni se compadece de tu dolor, comiendo el pan amargo del ostracismo, con el absurdo destino de quedar también el hombre solo con sus dos hijos “etéreos” en la desolada casa  del Lago que,  paradójicamente a todo, carece de laguna que le diera su nombre y alfaguara para la vida.
   En Venezuela no existe ninguna institución pública o  privada  que trate científicamente esta enfermedad, aunque en muchas clínicas privadas se haya acuñado el término “educación de niños especiales” para incluir a estos niños etéreos o autistas o “médico especialista en tal o cual patología”, es totalmente falso que enfoquen con diagnóstico objetivo el tratamiento de los mismos. Ningún médico puede especializarse en esta enfermedad por lo inverecundo de su patología. Podría ser que la nanotecnología sofisticada de alta cibernética, encuentre algún día, en el momento oportuno, romper el circuito neuronal en el cerebro de esos niños etéreos, solucionando así la angustia y mitigando el dolor de la familia, rescatando a esos seres agobiados por el infortunio para incorporarlos a la vida normal de los demás en este orbe. Es como señalara arriba,  proporcionarles amor con amor sin mezquindad ni repudio. Hacia la meta que solo hay un tratamiento y es el directo, familiar y constante sobre el paciente como a paso de tortuga hasta saltar de repente como una liebre, pero con la satisfacción del amor logrado. Creo que sí se podría lograr si hay insistencia deliberada con la mística del misionero apostólico.
     Todo ser nace con todas las enfermedades  conocidas y ocultas por no revelarse aun, por eso  nace para morir. Es posible que en un futuro no lejano se descubran la panacea para frenar esa  calamidad. Son los ácidos y aminoácidos como las enzimas las que mantienen un juego fisiológico en la sangre y el plasma para vitalizar nuestra vida. De allí que no solo somáticas sino psíquicas son los padecimientos que tenemos que correr en los riesgos por avanzar. Por ejemplo la enzima de los telómeros que existen al final de los cromosomas son los que controlan el envejecimiento de las células, preservando el patrimonio del genoma que nos podría mantener jóvenes para siempre, a menos que alguien  muera por accidente lamentable.
     El orgullo del hombre cogería caminos de dolor y en los Lagos de Los Teques, donde comienza el tren que conduce al Encanto, con la constancia del padre y el sacrificio del apóstol, después de haberlos llevado a los EEUU para tratar de mitigar la enfermedad, sin resultado ni esperanza, retornaría a país y construiría un retiro espiritual donde sus hijos y otros niños con el mismo problema disfrutan de comodidad, respeto, protección, libertad de movimiento, alimentación balanceada y buena como enseñanza directa con maestros seleccionados, vigilancia y disciplina, para mantener a sus dos párvulos, que hoy ya cuentan  con  medio siglo de vida congelada en espacio y tiempo como materias muertas, bajo su propia protección y cuidado. Hoy son dos hombres identificados con su tragedia que aunque permanecen juntos son desconocidos entre si, por la misma inverecunda desgracia del letal morbo. Ambos delgados, altos, de rasgos parecidos a la estirpe de su progenitor. Perciben que la carne siente lo que el corazón no explica,  persuadidos en sus instintos que también sienten deseos por la fuerza inaudita de la testosterona, con pasión incógnita para lograr sexo, con la frustración frágil como  sensible de no poder  controlarlo como satisfacen sus anhelos otros de su misma edad. Ha sido un laborioso trabajo de sufrimiento y compasión, de miedo y espanto al mismo tiempo, de dar sin recibir nada a cambio, de amor y comprensión, de no saber que nunca podrá ver a sus hijos recobrar la vida normal de las personas sanas. Sin esperanza por ahora, ¿quién sabe si otros podrán alcanzar en otras décadas en este espacio y tiempo de este planeta, lo que a ellos la naturaleza ha castigado con tanto rigor implacable y sin piedad, que sería menester la presencia divina de un Alastor  que vengare el crimen cometido en sus cuerpos por la propia naturaleza?  Para otros, esos niños etéreos como los califico en esta narración están muertos. En cuyo interior el alma convulsionada en ese abismo insólito e inaudito en el caos de sus contradictorias ideas al parecer extraordinarias parecidas a las confrontaciones bélicas de Homero en su Ilíada  y la Odisea y de Eduardo Blanco en Venezuela Heroica o los fantasmas de Milton y el tétrico espanto de Dante ante las puertas del infierno, los hipantropos horribles, bestias con cara de dioses, que tomaron el Olimpo o Napoleón en Waterloo al atacar la colina del Mont- Saint Jean, cuya zanja en farallón abriría el abismo terrible de una tumba,  sepultando caballos y jinetes de un solo golpe,  unos sobre otros, en una masa amorfa de carne mezclada, señalando que la batalla estaba perdida. El engaño del guía Lacoste había derrotado al genio de Austerlitz y no Wellington, como los personajes de los cuentos de Emilio Saro y el estupor asomado con horror a sus propias vidas. No se escuchaban más que gemidos en la cabeza atormentada de esos niños. El cerebro en su campo de batalla era un cascarón resonante de estallidos, dianas y clarines llamando al combate, tambores y redoblantes bajo un cielo oscuro, cuyas nubes inverecundas rompían las aguas en cataratas sobre la misma tierra, caballos encabritados y cascos estremeciendo la pradera, el caos sin la nada, chasquidos, lamentos, quejas, maldiciones y groserías, de hombres luchando por sus vidas, golpes, chapoteos de pasos sobre lodo abundante, clamores espantosos y desesperados en su agonía, dolor, lágrimas sangre, estupor, resplandor de espadas en lucha cuerpo a cuerpo, fulgores de rayos, estampido de disparos y metrallas asesinas, yuntas de bueyes al matadero en contrapie, volcánicos soplos de huracanes, relámpagos de estertores conmovedores, truenos y rayos con resonancia de sables,  choques de lanzas enfurecidas, aunados a gritos y desesperación corajuda de los que nunca más volverán como los inmolados aborígenes de nuestros ancestros sacrificados en su salvaje ingenuidad como estos niños etéreos por “ochíes”  infames que nunca resucitarán, más los que murieron en Cannas con Aníbal Barca y los que siguieron los pasos de Alejandro Magno e incendiaron Persépolis y los que perecieron bajo las Horcas Caudinas y los miles de valientes víctimas de las miles de guerras inútiles como la explosión sombría de las bombas de Hiroshima y Nagasaki y el tétrico espanto del estallido de las Torres Gemelas el once de septiembre del 2002 en New York o los infames combates terroristas de Irak y Afganistán, todo en un solo haz de maldad resonaba en la red neuronal de esos niños inocentes e ingenuos como ignorantes de todo cuanto acontece en este mundo. Acompañaba a fondo sinfónico  una orquesta a esta falange de imágenes, figuras con rasgos de espectros una música borrascosa, fluida con sutil intención deliberada de los tenebrosos recintos del averno para desgarrar sin compasión los sentimientos de estos niños etéreos. El ocaso del crespúsculo contemplando un sol que se extingue en el infinito.  No hay perdón para quien no quiere reconocer el error de las guerras y lo imbele de quienes pueden salvar una vida. Aquellos que no se conmueven ante las aflicciones de los que sufren sin protestar y resignados con su cruz a cuesta, sin tampoco aceptar su condena, son personas indignas de llamarse seres humanos. Solo el amor resuelve la ecuación humana de los que carecen de los atributos que los más osados no saben disfrutar para su bien o felicidad de los demás. En su escondida penumbra brilla una luz que no es la del astro rey impidiéndoles contemplar embelesados los fenómenos y espectáculos naturales como el concierto infinito de las nebulosas tendrán que ser asimilados por el más extraordinario sacrificio con que el alma soporta con dolor y tristeza. En ese terreno humano y viviente tiene lugar las batallas más crueles de una guerra bestial e ignota menos deseada, mientras una suave música con arpegio de un Mozart o el estruendo patético de un Beethoven aunado a los plectros mágicos como un poema  anónimo de la naturaleza se produce a cada instante, estremeciendo todos los rincones de su espíritu, donde la tempestad más horrible que ningún mar conocido haya soportado como tsunamis desgarrados por inmensas olas y arrastrados por estruendosos truenos y relámpagos de rayos en un cielo borrascoso de sorpresas e incógnitas. Es a mi parecer el espectáculo en el alma de esos niños etéreos. Sin más por ahora, el hombre responsable, abnegado, sacrificado como un Cristo, está allí siempre presente como un gran hombre y un buen padre de familia como lo ha demostrado durante toda la trayectoria de su vida, con la valentía del general derrotado, pero convencido que se ha perdido una batalla, mas no la guerra. La lucha contra la fatalidad continúa hasta el final de sus días. Al nacer nacería con ellos el horrible mal que los agobiaría  para siempre, serían dos niños abandonados por la suerte del destino que crecerían biológicamente como los árboles, echando raíces pero secando sus ramas con el vaivén del viento, para confrontar en su madurez la cruda realidad de su condición humana. Ni Dios podría revertir cuanto la naturaleza había descargado con furia cruel sobre estos dos hombres, inutilizándolos en su inocencia, ingenuidad e ignorancia por algo del cual no eran culpables en el deliquio impetuoso del amor de sus padres que desconocían la red en que los envolvería  la pesadilla funesta de la vida. Todo ha quedado allí sembrado como semilla sin fruto. A este hombre, tierno y afectuoso con sus hijos a quienes les trasmite sentimientos puros de nobleza y coraje, padre intachable hay que reconocerle, en tributo a su bondad, la constancia casi religiosa con el amor perseverante con que ha luchado por la vida de sus hijos. Los niños etéreos son la inconsciencia de la ciencia, en cuyas batallas Dios pierde cada día más espacio. Al final se hallará la panacea como solución para este mal, sin esperanza por ahora.-FIN






















                                                  EL RICO
                        
                         Cuento de Emilio Salazar R.-Caracas, 13 de marzo de 1999

---Nada me falta---comentaba entre risitas burlonas un joven empingorotado, hijo de Eduardo Fernández acaudalado funcionario del gobierno, incurso en acciones “in rem verso” de la cual había escapado con ladina astucia, entre indinos, tacaños y perversos abogánsteres, gazapos inverecundos, trampas procesales y oscuros supuestos jurídicos y venales maniobras financieras, debido al alto grado de venalidad judicial, cuyos jueces y “magistrados” parecen pelotas de pimpón bailando al son de la “macuquina verde del dolar” que contamina todas las esferas del poder político en todo el país. Una especie de adefesio sin nomenclatura literaria aun, relleno de grasa desde el ectropión hasta las papadas caídas como cachetes de mango podrido, con efélides que parecen pecas del acné sufrido desde el vientre materno que hasta la propia madre al darle el pecho se colocaba entre la boca del niño y la ubre de la mujer con asco, usgo visceral, un pañal para no contagiarse, repugnante recelo de quien lo pariera, pero al fin y al cabo su destino estaba ya marcado por la riqueza mal habida, chupaba más que una sanguijuela hambrienta, dejando el pecho de la pobre mujer vacio y sin una gota para los que estaban antes, que naciera, que también necesitaban el líquido perlino de la consorte de toro. Murieron unos detrás de otros a los pocos meses desnutridos, siendo el culpable Eduardo que se desarrollaba como un monstruo. Creció robusto pero lleno de espinillas con unos ojos saltones que asustaban a sus propios hermanos. Crecería en medio de chanzas, bromas y burlas, cuyas metáforas vulgares, parecían extraídas de los escombros de la miseria, tanto de su familia como de los extraños. En la escuela constituía toda una novedad diaria, siempre resaltaba entre sus condiscípulos de ambos sexos no por su sabiduría infantil sino por su tamaño en cuya terbía brotaba una cabellera mezcla étnica de negros y guanches. Su rostro parecía una tumba de pústulas a punto de reventarle en la cara a cualquiera que lo mirase, con  padecimiento de ambliopía familiar, en cadena visual, miopes y estrabismos. Eran tanto los defectos  congénitos de este hombrecito que hasta sufría de discromatopsia sin ser daltónico. Era un guasarapo de renacuajo ambulante que hasta los mismos padres tuvieron que alejarlo de la prole para evitar vergüenza a sus hermanas ya adolescentes, contaminación dérmica y repudio de los parientes y amigos. En esa forma seria enviado lejos del pueblo, repudiado como un  leproso, a estudiar después de cumplir quince años. El pobre joven marcharía con sus bártulos a otra parte, sin perspectivas ni ilusión para recuperarse de su maltrecha situación física, recargado de fiemo en su cuerpecito con tristeza y dolor en su alma. En realidad era un monstruo en vida, deformado su rostro, casi tan feo como el Giotto, a quien el prodigio de su destino le había colocado en sendas manos el pincel fecundo de la belleza, transformando lo horrible en plástica poesía con el magín de su cabezota. Los años no pasarían en vano y la madre naturaleza como siempre inverecunda nuca abandona a sus más agobiados, excluidos y recluidos en las furnias de la miseria. El Muchacho con el ímpetu que proporciona la juventud pronto recuperaría en su pubertad el esplendor de su lozanía,  aquellas pústulas estallarían con la fresca brisa del mar y las olas inmensas de Marigüitar cada fin de semana que partía del Peñón en busca de la Laguna de Campoma, donde el hijo de un compañero de estudio tenía una pequeña finca rural con varios animales. El padre del amigo, oriental y campechano, sin malicia y bondadoso, tenía cinco hijos, tres hembras y dos varones que estudiaban con Eduardo, mientras las hembras cursaban en el colegio Carmelita. Cumaná para esos años era una ciudad que había dejado al pueblo arrinconado en la modorra de calor y se abría pasos hacia el progreso con sus fábricas de sardinas “Caipez”, “productos Mar”, “Rodell” y otras a la orilla del estuario que hacía el Manzanares, Puerto Sucre donde calaban trasatlánticos de todas partes de mundo como el “Quind Elizabeth”, “el Congo”, mientras  su comercio y sus avenidas, su mercado, su catedral y su célebre Castillo San Antonio, donde estuviera preso el general José Antonio Páez, despliega como mariposas sus alas al bravo viento de las brisas salinas. Cada mes Eduardo recibía de sus padres una nota, que no era ninguna carta, con recuerdos de su madre y ciento ochenta bolívares con lo cual pagaba el hospedaje, la comida, la matricula escolar, su ropa, y otros gastos. Eduardo poco a poco se iría despojando del apego familiar, forjando u  sentimiento individualista y autárquico, no les informaría de la metamorfosis que había experimentado su cuerpo y su rostro. Era otro ser, un hombre con agallas y de estirpe varonil. La rudeza y repudio de su familia y la libertad doméstica de una gente que conociera por casualidad le habían hecho un hombre independiente, con carácter y voluntad propia. Creía en Dios como en el mar que le había dado otro rostro. A los 16 años a punto de partir para Caracas, un día del mes de septiembre de 1936 a estudiar derecho en la Universidad Central, le hizo saber con autoridad varonil y comprometiendo su palabra a Zerapio Ortiz, padre de Urimary Trejo la mayor de las tres hermanas. Joven de 15 años, morena clara, cara redonda protegida por una abundante mata de pelo con brillantez de cuarzo, nariz pequeña,  ojos vivaces y marrones dotada de buenas proporciones naturales de las que atraen la masculinidad del hombre birriondo, ansioso de posesión femenina, sentía frío de  castidad y miedo del hambre que despiertan los instintos en la adolescencia cada vez que sentía la presencia de Eduardo. Ambos estaban compenetrados de sus deseos ocultos por discreción a la vista de todos.
---¡Seria el destino!, o ¿quién saben quién, que me mando a esta casa para enamorarme de su hija?---viendo de frente al hombre viejo, de tú a tú, sin miedo, decidido, el hombre joven hablándole al padre--- Quiero que me cuide a Urimary. Usted sabe como su esposa también que la quiero para que comparta conmigo la suerte que ustedes han tenido y el cariño con que me han acogido como a un hijo en esta casa, que respeto más que a la mía, que nunca tuve de verdad---soltando su ancha boca, sin miedo, la ultima promesa--- El año que viene, si Dios quiere y la Virgen, me caso con Urimary.
   Al año ya tenía esposa y el amor  despertaba apetito de lujuria. No pudo terminar sus estudios en la Universidad Central por los motines periódicos que se presentan en esa alta casa de estudios, por lo que se marcharía a Mérida, donde por fin se graduaría de abogado. Regresaría a Marigüitar, donde con muchas noches sin lecho, preñaría a Urimary, quien de nueve en nueve meses más dos sietemesinos, trajera al mundo dos varones y cuatro mujercitas. El mundo permanecía enfrascado en una hecatombe mundial de proporciones sombrías. El abogado con ideas de cucufato muy profundas observaba como aquí en su país el gobierno del general Medina Angarita, endiablado en sus camisas de huesito, había sido derrocado por un partido que se autocalificaba de “popular y democrático”, que despejaría su horizonte. Un día en ese trajín de la política conocería a otro abogado con quien haría amistad muy rápido por la afinidad de su padre con Rafael Cadera, quien tenía en su horizonte fundar un partido político con ideas cristianas. Así nacería Copey, desde su fundación militaría en esa organización política Eduardo ocupando elevados cargos. Este sería el origen de su fortuna.  Con jóvenes de sus mismos pareceres, sin ideología propia, formaría una especie de logia o clan, entre los que destacarían Hilarión Cardozo y Oswaldo Alvarez Paz, ambos de Maracaibo, cuyos sueños eran más débiles que sus ambiciones por convertirse en gobernantes con el único propósito de la noche a la mañana en ser ricos y poderosos, sin consideraciones de ninguna especie hacia nadie. Hilarión desde muy joven sería por hipérboles de las tradiciones familiares más místico en las aulas universitarias con rabiosas furias clericales que la fiducia que le garantizaría el manejo de los fondos del Estado como patrimonio particular cuando estuvo al frente del Zulia. En cambio,  Oswaldo también por herencia doméstica sería  más beodo que Guaripete borracho de sol en  los médanos del Moján, recordando al padre siempre ebrio en trúas con dos indias chuspas que le enardecía las facciones de su mujer a la que siempre mantenía a raya como guarasapo a golpe de puño apretado o con un rejo partiéndole las costillas a la pobre mujer como a una rana pariendo, llamada Amina como la esposa de Mahoma, que le había parido seis hembras para el placer y cuatro nefarios para el fuske y la traición. Sus antecedentes genéticos eran controvertidos que revelaban un sumario de chismes, injurias, maltratos, dimes, calumnias, diretes, ofensas, adulterios, infamias como el Momotombo de Nicaragua en osada rebeldía telúrica. La humilde casa de este sujeto si se puede llamar hogar por la guazabara que día a día, noche a noche reflejaba las explosiones del volcán que los dispersaría a todos hacia rumbos diferentes como calibos o cenizas al viento. Oswaldo en la diáspora familiar vendría de un solo leñazo a raja de tronco limpio de hacha de labrador, de cola en cola, aventado como una bola destejida a la Caracas que el general Pérez Jiménez construiría con rigor de estadista y política de cemento, a principio de la década de 1950, refugiándose por recomendación con dócil humidad ante la caridad del cura de la Candelaria, que no era otro que monseñor Jesús María Pellín, peleón por naturaleza y creyente oscuro de un cristianismo obsoleto y vengativo, que luego sería director del diario “la Religión”. A su férula crecería el joven maracucho con poto de esteatopigia como bachaco culón. Ya no vería el látigo del padre contra el lomo de su madre ni contra el terror de los hijos reflejados en el espanto del miedo, sino una sombra venerable que le inculcaría respeto por los santos y amor hacia Cristo, que el advenedizo sabría aprovechar como lo demostraría después. Se graduaría de bachiller y ya abogado, comenzaría a escribir ciertos artículos anti-todo, contras todos, sin indagar las fuentes ni la honra de nadie, amparado en la cruz que el cura le había proporcionado. Así conocería a Eduardo y a Hilarión, formando un trío que el político sagaz y espurio de San Felipe, Rafael Caldera, los usaría, estratégicamente, en el mar de las ideas y pasiones, como “delfines” en pos del poder. Al año de graduado contrajo estrive con Yusmaly, quien le pariría como la madre seis hembras y tres varones, que también tienen su historia mortual. Las cosas procelosamente avanzaban a pasos agigantados sin  que nadie percibiera sobre los rieles en qué se desplazaban. Pero, la conversación, mientras proseguiría, proseguiría indetenible por los vericuetos del engaño y la mentira.    
---En cambio a mi me faltan tantas cosas, que nada me sobra. Pero siento que estoy más cómodo que tú con tu seguridad.
---Jaja, jaja, jaja….---reía a carcajadas Eduardo con sus dieciséis años e imberbe como una tusa de maíz tierno, pero de bellotas gruesas como la mazorca podrida espigando atormentado entre la pubertad que revienta instintos y la adolescencia que conquista pasiones y deseos.
    En sus años infantiles había sido monaguillo como Oswaldo e Hilarión ayudantes de sacristías o mancebos del cura de turno, que siempre resulta ser un garañón de rubicundas pasiones libidinosas, que ni las viejas calambucas escapaban a sus instintos lujuriosos. Menos esos imberbes de diez o doce años, que abandonados bisoños por sus progenitores a la buena suerte de la fe e imbeles por su formación moral no podían ni protestar ni reclamar, tan solo, obedientes y con miedo, soportar el vejamen que después se reflejaría en sus  comportamientos recelosos con suspicacia ante los demás. Por lo que los tres mosqueteros de capilla y pulpito, de confesionario y fechorías, en sus constantes presentación frente a los humildes pueblerinos, muy pronto serían reverenciados por los feligreses como encantos de la bendita iglesia, que todo acepta y perdona hasta sus propios criminales. Los tres “delfines” como si hubiesen sido lanzados al inmenso mar de la lucha con sus inverecundas depravaciones naturales y vicios de eróticos orgasmos homosexuales, cada uno en sus mismos propósitos se percataría de lo que comprendían día a día, permaneciendo bajo la férula sagrada de la curia. Observando que se les respetaba y querían sin duda de ninguna especie. Percibiendo al mismo tiempo los tres majaderos que estaban como acorazados bajo las alas de la sombría iglesia, que tenían que aprovechar aquella oportunidad fastuosa para escalar en el medio social sin escrúpulos de ninguna clase. Comprendía que eran víctimas del uso y abuso de cascados hombres libidinosos hambrientos de carne y sexo, que padecían y hoy sufre también del “síndrome de “Sardanápalo”, sin ser sirios, pero también sacrificando su “dignidad” y honra tenían que valerse de ese “oro” que es la “juventud” que la naturaleza brinda a cada ser en su edad oportuna para llegar donde querían llegar. Es así como se declararía furibundos “cristianos” como los pretéritos hijos espurios de los cardenales Núñez de Guevara el mismo que Velásquez retratara en el “Inquisidor que reposa en el Museo del Prado en Madrid, hijos putativos de Torquemada.
   Se encontrarían por casualidad en uno de esos festines conventuales cerca de las Mercedes, un día de agosto, con pequeñas nubes en el horizonte, como obedeciendo el birlibirloque de la suerte, Hilarión que ya comenzaba a echar barriga con sus lentes de estrabismo, Oswaldo con su camisita azul de cuadros marrones pero con los ojos rojos como fuego de volcán tal vez resentido e impotente por lo que habían sufrido sus nalgas en el despeloto de la noche con el padre Pellín que le pellizcaba como suelen hacerlos los romanos ociosos en las calles de la capital italiana los glúteos para sonreír poseído de su bochorno y Eduardo arisco con prepotencia de vengador, que no podría olvidar nunca las infamias del padre Martin en la Iglesia Santa Inés de Cumaná. El primero en hablar seria Oswaldo, quien dijera.
---La fiesta estuvo muy buena---llevándose las manos al rostro en ambos lados para sofocar el sudor.
---Si, solo que no vimos muchos murciélagos---refiriéndose a los ensotanados malditos de curas depravados, respondería Eduardo---aunque en los rincones los zamuros comen  bailando como los ratones.
---Al menos ha servido para conocernos---exigiría Hilarión, soltando la risa contenida, quien se identificó, afirmando su procedencia.
---Yo también soy de esos lugares---respondería Oswaldo.
---Bueno de ahora en adelante seremos amigos. Al parecer los tres coincidimos en  nuestros objetivos---trataría de reconvenir con autoridad de mayorazgo Eduardo, aunque los tres eran contemporáneos, diferían unos de otros en edad.
---Por lo  que oímos de monseñor, vienen cosas contundentes.
---Nadie comprende los cambios que aparecerán en el horizonte.
---Cómo sean, los podemos controlar.
---Somos los pupilos de la Iglesia.
---La que nunca abandona a sus hijos.
---Los tres somos abogados.
---Con la ley se pueden hacer todas las cosas buenas de mundo.
---Y, también las malas---causando una carcajada de escarnio de común interpretación entre el tríptico peperry de empedernidos desalmados.
   En medio de su exultante satisfacción, se sentían cómplices, sin embargo, como si permanecieran bajo un sudario exutorio y fusco. Procuraban resucitar a Anteo frente a las dificultades que posiblemente se les atravesaría en sus caminos descifrado con limbos de castidad.
---Tenemos nuestra juventud como aporte a la confrontación que vendrá.
---La contienda entre los bandos será a muerte.
---A los comunistas hay que quemarlos vivos.
---Si, pero de las cenizas puede nacer su ave fénix.
---También la haremos polvo.
---La desaparición física de esos diablos sería nuestra dicha más grande.
---Ningún rico es comunista.
---Todos son ateos execrables.
---Nosotros seremos millonarios, como nos lo promete monseñor.
---En Venezuela hay mucho oro para todos.
---Para todos no?
---Solo para nosotros. Los pendejos siguen siendo pendejos, que ni la sobra comen.
---Aunque la mierda del pobre cabe en un huequito y no deja hedor.
--- Pero la zulla si es que es hedionda y la ponemos a cada rato como torta de cumpleaños.
---Bueno, a un lado las especulaciones, y vayamos al grano.
---Debemos intercambiar nuestras direcciones y teléfonos. A partir de ahora es conveniente que nos reunamos de vez en cuando para enfocar los problemas del país, y ver cuál es la solución  posible o la estrategia aplicar sobre la táctica inmediata en cada caso.
---Eso es bueno, no debemos perder tiempo.
---Manos a la obra.
   Efectivamente desde ese momento el trío de Aristogitón estaría dispuesto a despedazar la tierra y la sociedad donde habían nacido.  Los caníbales quedarían mejor en la selva.
   En ese ambiente de tétrica soledad y sombría ocurrencias desarrollarían su mentalidad igualmente ambiciosa, sin horizontes definidos aún, salvaje y monstruosa estos tres sujetos desconocidos aún, sin conocerse entre ellos mismos también, pero en la caliva de bustrefedón, que participarían con el correr de los años bajo la tutela  proterva del partido Copey, organización social fundado en 1948 por indicaciones orientadoras del Vaticano que resarciéndose de su homógrafa complicidad de Pío XII con el fascismo italiano en su alianza vesánica con Hitler, estaba resuelto, en virtud del nuevo orden político y reparto mundial de países y regiones entre los vencedores, extirpando como hostia maldita al enemigo derrotado, no podía quedar rezagada, proyectando su doctrina poluta hacia todo el orbe como si no hubieran roto un plato, sacudiéndose del fardo oprobioso como un Galgas escupiendo caracoles en el rostro pétreo de Ransés II. Dentro de sus filas como un “paladín impoluto”, sin la espada del arcángel, pero con la voz de trueno el líder Rafael Caldera, entonces, joven aún, se promovería varias veces como candidato a la presidencia de la república bajo esa tolda política recién nacida como falange del terror en el campo de batalla de las contiendas electorales, sin éxito alguno, hasta que, en medio del fragor de los combates rotarían las pasiones y el odio tomaría cuerpo de bestia, deslindando las esferas de influencias entre blancos, adecos, verdes copeyanos, amarillos urredistas y rojos, comunistas, a partir de la caída del general de Michelena, acogiéndose a las ínfulas de paralogismo despóticas y hegemónicas de un sofista de la política criolla que dirigía el partido Acción democrática a partir de 1958 sin rival de ninguna especie con su siniestra línea de mando de “disparar primero y averiguar después”, que llevaría a las tumbas anónimas a miles de hombres y mujeres jóvenes opuestos a su infame traición. No obstante, en medio de ese caos horrible, el ablegado edecán del  primer Estado Papal, Rafael Caldera, en abducción magnética se desplazaría desde su propio eje hacia el centro del poder nacional. Debemos señalar que durante los seis años que le corresponde gobernar al país al general Marcos Pérez Jiménez este infalible leguleyo a lo peperri permanecía intocable ante las garras policiales del régimen, que hasta el último rayo del ocaso, pese haber defendido a la esposa del entonces, director de la policía política del régimen, Pedro Estrada, el día 22 de enero por la noche sería detenido y encerrado en la celda del edificio de la plaza Morelos, donde funcionaba este organismo, es decir, ni un día permaneció preso por oponerse al gobierno. A todo evento debo señalar que uno de los líderes de la llamada “generación el 1928” sería el también abogado Jóvito Villalba, que fundaría el partido Unión Republicana Democrática, por lo que sus militantes tendrían el remoquete de urredistas. Ahora bien, ya para finales de 1965, haciendo un recuento de la vida de la historia de estos “dirigentes” muertos, porque es bueno destacar que cuando un ser humano traiciona a su persona o a otro  o una día o a su patria, es un ser sin vida propia, es un muerto, así coma y defeque con naturalidad todos los días como los demás. Rómulo Betancourt, pese a su legítimo autodidactismo, por cuanto nunca pudo graduarse de abogado por su anarquizante rebeldía como sus demás conmilitones imitaría desde la covacha de su infamia con plagio y sin  rayos estertóreos al economista norteamericano Scott Naring, publicando un libro que denominaría “Venezuela política y Petroleo”, donde levanta sin gloria una serie de indicadores que después desde el poder nunca pudo apagar ni disminuir en su desplante de lacayo y coyote indulgente de los EEUU del norte. Acción Democrática había convertido a Venezuela en una colonia del regurgitante “imperialismo” yanqui que mantenía ocupada Toda Europa y dividida Alemanía, con una guerra en Korea y control de países emergentes de Asia y Africa con  su aliado más conspicuo, la Inglaterra de forajidos y piratas. Se involucraría en esa misma década en una guerra de terror y exterminio contra Vietnam. En cuanto al país nacional con su millón de kilometro cuadrados desgarrados en contubernios y tratados emaciados con sus escasos siete millones de habitantes, primer productor de petróleo del mundo, y hierro, y cientos de minerales diferentes, madera y otras materias primas, mantenía una porcentaje elevado de analfabetismo, raquitismo crónico e insalubridad, miseria y pobreza alarmante que moscas verdes y gusanos devoraban a niños en el campo y quebradas de la ciudades como caloyos al nacer, por cuanto los recursos provenientes del petróleo y del hierro se lo embolsillaban los dirigentes del partido blanco” que gobernaba antes de ingresar al Fisco, que ahora pretendía compartir con la bendición del Vaticano Rafael Caldera con los suyos. No había contemplación para nadie, sino cinismo, hipocresía y egoísmo desmedido de creyentes y políticos que jugaban con el  país entero hasta con su propia familia, a sabiendas que nada es eterno, que todo pasa y que cuando las aflicciones penetran los intersticios de los rincones íntimos del cuerpo, el alma se desgarra con dolores horribles desconocidos que los “dólares” mal habidos no pueden curar. Pero el político no perdona nada y no ve el hueco donde caerá su miserable cuerpo y su grupo familiar en pago que le tiene reservado el “ananké” de las cosas. Ignoran que lo material debe estar equilibrado con lo espiritual para que la vida germine. De manera que es así como forjan su fortuna estos sicarios de la muerte, cuyo origen es el robo y  el crimen.
---Soy rico---gritaba a viva voz Oswaldo ante las carcajadas de Eduardo e Hilarión, que compartían curules en el parlamento, representando a Copey. Como otro Heliogábalo sin corona.
---El próximo presidente será de nosotros---respondió Eduardo entusiasmado---Entonces, si es verdad, que estaremos repletos de dólares.
---Yo voy como gobernador para mi tierra, donde abunda el oro negro---afirmó petulante Hilarión---ahora es cuando hay petróleo pá rato
   Efectivamente, el viejo maestro y copartidario de Rómulo Betancourt desde la fundación de Orbe en 1940, matriz de AD, Luis Beltrán Prieto Figueroa, seria desplazado desde su pedestal de presidente del Congreso Nacional sin escrúpulo alguno y preferido como candidato Rafael Caldera, líder de Copey, a la presidencia de la república en sustitución de Raúl Leoni para el periodo de 1965 a 1970,  apoyado por el “Napoleón de Guatire”, quien después de pactos y convenios secretos convertiría a Rafael en el presidente que pudo completar la novela “Ya don Rafael habló”, que se pasaba entonces por radio Rumbos todos los mediodías para complacencia de miles de hogares sin optimismo por nada, pero presagiando la tragedia que envolvía a la gran familia.
---Mientras el oro negro brote bailaremos como ratones antes de dormir---comentaba Oswaldo en un sarao por la Alta Florida, donde mantenía un concubinato oculto con la rubia de Camaguán Katherin Rivas.
---La pobreza se mata con aguardiente y la miseria con whisky---decía ufano Eduardo, que continuaba ejerciendo poderío inefable desde la Casona contra los héroes chucutos de la patria anónima  que es la patria de los emasculados.
---¿Qué es la riqueza o qué es ser rico?---completaría su pregunta Hilarión que imitando los designios de la reina Ana de Inglaterra, quien en 1600 legalizaría la piratería británica perdonando a los forajidos del mar y proporcionándole a la corona jugosas ganancias, compartiría sus razzias de rapiña con porcentajes truculentos entre sus coopartidarios contrabandistas colombianos originando los “paramilitares” que después azotarían con secuestros y “mula” a los habitantes fronterizos.
     En el país han ocurrido muchas rebeliones y revueltas, entre siniestros cuartelazos y madrugonazos sombríos que no pudieron transformarse en insurrecciones contundentes, sublevaciones, conspiraciones plagadas de egoísmos y rivalidades que los mismos sujetos partidarios llamaron revolución”. Así ese conocería la “cosiata”  sea la cosa aquella que separaría a Venezuela de la Gran Colombia, desgarrando la obra inmensa del genio,  luego el Carujazo de 1835 contra Vargas, la revolución de los Monagas en Valle la Pascua, la asonada valenciana del general Julián Castro de 1858 que desmantelaría la hegemonía de los hermanos Monagas, la invasión en la sublevación de Falcón el 20 de febrero de 1859 que daría inicio a la guerra federal que terminaría trágicamente en Santa Inés con el asesinato del general Ezequiel Zamora y no en Coche con los “malinches”, la revolución azul o conservadora de José Ruperto Monagas, la revolución liberal o libertadora del general Joaquín Crespo que concluyo trágicamente en la Mata Carmelera, la Restauradora del general Cipriano Castro y cientos de rebeldes guerrillas domésticas que enlodarían de sangre todo el territorio nacional. Pues en 1945, oscuros intereses criollos combinados con los foráneos derrocarían al general Isaías Medina Angarita, cuyo  sicofante de la conjurada  revuelta, Rómulo Bethancourt la llamaría “Revolución de Octubre”. En realidad con ese remoquete de “revolución”, palabra hueca y sin  contenido transformador, se han bautizado todas las rebeliones y revueltas en este país, pero la verdadera Revolución aún no se ha producido en este país con contumacia y conciencia de Patria. Pero aparecerá en el horizonte algún día con el brillo fulgurante del sol y los truenos y relámpagos del rayo para hacer justicia en libertad para todos los venezolanos sin exclusión ni discriminación alguna.  
    En este país de gracia como, tal vez en casi todos los países de este Continente por no decir del mundo,  ha sucedido y ocurre lo mismo, los ricos no nacen, sino que los hace el pillaje, el robo y el crimen, abortando por el comportamiento de sus hombres y mujeres en el meollo de sus estamentos sociales, en una eterna lucha de clases. Cada gobernante trae su legión de desalmados  testaferros, arribistas y sicarios, de gamines y giróvagos dispuestos siempre a enriquecerse de las arcas del Estado, sin escrúpulo de ninguna naturaleza. Esa ha sido la historia de la riqueza de potentados, de nobles y afortunados oligarcas o de aventureros con suerte en la sociedad humana tanto en canto a las definidas clases sociales propiamente dicha. En Venezuela al crearse la cuarta república, José Antonio Páez trajo a los Vollmer, Velutini, Blonch, etc., a los que se sumarían la banda de forajidos que periódicamente formaban las legiones de los más cercanos al jefe del Estado, que de parias oportunistas y apátridas se convertirían en oligarcas  enemigos de los pobres: La nueva sociedad quedaría escindida en bandos irreconciliables hasta hoy  esperando el cañonazo de la revolución, en campesinos vegueros que se los tragaba la misma tierra, artesanos y trabajadores espabilados, una clase media emergente y sin horizonte cierto de vida, cuyo miedo se reflejaba hasta en las pupilas de sus ojos, y los mantuanos, quienes vivían de las rentas que les proporcionaba el Fisco nacional donde podían meter las manos vacías para sacarlas llenas de oro. Aquí no hay ricos de origen propio de fortuna, herederos de padres trabajadores que se hubieran enriquecidos con el sudor de su frente, sino “ladrones de cuello blanco”, amigos de políticos tenebrosos que le proporcionaron la oportunidad de convertirse en potentados con  los préstamos obtenidos por el Estado de otros países.
---Esto es para que vivas feliz con mi comadre---le decía Guzmán Blanco a su compinche Sixto Salaverría.
    Anteriormente, ya Páez, Soublette y los Monagas habían hecho lo mismo con los maridos y los hijos de sus amantes, que disfrutaban de las libras esterlinas de los préstamos ingleses. Era muy fácil y ventajoso vivir en Europa con el dinero del pueblo, sin que nadie reclamara en justicia nada.  
    Hay rico de ricos, material y moralmente, física o espiritualmente. Se dice que los pobres son por lo general ricos de buena salud o ricos en glóbulos rojos, que no es azul como la de los “nobles”, pero roja de buena sangre. Todos podemos ser ricos o ser millonarios. Ser rico de la noche a la maña cuesta mucho, aunque puedas heredar propiedades de origen dudoso o de procedencia infame o sacarte la lotería y convertirte en millonario en cuestiones de hora, aunque después te cueste mucho trabajo conservar esa riqueza fortuita, cuyo origen al azar puede también ser fatal. Ser millonario en propiedad consuetudinaria de ser descendiente en línea recta o colateral de algún millonario, cuya riqueza desconocida la mayoría pone en duda o cuestiona es también fatídico o siniestro. Debemos convencernos que a través de las historia y por los cambios bruscos de la civilización y la cultura los llamados “nobles” o de ramas dinásticas en cuerpo entero de monarquía desaparecidas o de las 27 que aún quedan en el mundo, en especial las diez que todavía reinan en Europa, sobre estirpe de casas a lo elitesco sería un absurdo como pretender ser heredero de las fortunas mal habidas dejadas por Al Capone o Dillinger, Luciani como patrimonio de sus fechorías criminales. El asaltante de caminos y el atracador de bancos son ricos perentorios como los políticos de transición, que siempre terminan en la cuneta de la muerte. Por cuanto no se puede heredar nada robado a otro que aunque no tenga vida el bien continúa pasando de manos en manos viciadas de infamia y manchadas de sangre. A la nobleza la viene a sustituir la burguesías después que la revolución francesa desmantelara el latifundio y comenzaran a brotar los empresarios y los trabajadores que con su fuerza de trabajo determinan el producto que después se convertiría en mercancía para el uso y la venta, naciendo el capital, a cuyo lado medra a clase media, viendo los tres sectores sociales de lejos a la masa campesino en trote de romper las cadenas avanzando a pie descalzo y con sus harapos de mendigo por riscos y sabanas. Esta burguesía, que aun hoy en Venezuela carece de cuerpo robusto para comenzar a contar con fuerza suficiente económica, financiera, industrial y políticamente, en la mayoría de los casos está integrada por familias y personas que están acostumbradas evadir los impuestos, apoyados en la carencia de una “cultura tributaria” de la población y un aparato u órgano institucional recaudador del Estado con fuerza punitiva. De donde no contribuya en el sostén sistemático de las instituciones que integran el Estado, correspondiendo a este aparato solo con sus recursos naturales e ingresos tradicionales a mantener su existencia política como Estado soberano. En otros países el sector burgués e industrial es la energía que protege con sus recursos en  alícuota proporcional al ente que le brinda protección constante. De manera que todos podemos ser ricos o millonarios, pero no confundamos la gimnasia con la magnesia. A Rómulo Bethancourt de tanto robar a sus pueblos se le quemaron las dos manos en un atentado por fondos “mal habidos” nunca recuperados como castigo divino. Casi todos los adecos y copeyanos, cuyos nombres aparecen en  los diarios que hicieron gobierno durante cuarenta años de desgobiernos y saqueo del erario del Estado, tanto sus personas como sus familiares no salen de los hospitales o de la furnia en su idiopáticas maldición por tenatológicas rivalidades patológica de enfermedades desconocidas que degeneran sus propios cuerpos como desmantelan las oscuras luces de sus almas, donde les cobran cantidades astronómicas que pueden pagar ahora hasta arruinarse debido al dinero robado a su pueblo como grandes mangantes de esta comedia humana.
    Este es un país que se paga y el mismo se da el vuelto, nadie contribuye en nada a aumentar las riquezas de la Nación para pagar los gastos el Estado como son el presupuesto de las instituciones. De  manera que la burocracia, la paga de la tropa y oficiales del ejército, los funcionarios públicos, las obras públicas como carreteras, acueductos, electricidad, escuelas, hospitales, importaciones de materias primas y otros bienes, etc.,  si es que la hacen, todas las tiene que satisfacer con su pequeño erario los ingresos que por aranceles, rentas, impuestos, comercio, exportaciones, obtiene el Estado. Todos las saquean con la anuencia del jefe del gobierno de turno y políticos deyectos y deleznables diputados y senadores acuches,  dejando la mesa limpia como patena de sacristía. Nadie se hace rico trabajando, ni siquiera los delincuentes. De manera que hablar de ricos es como referirse a los anacolutos propios de la entelequia que nadie ha podido descifrar. El rico es un ladrón y el pobre es un miserable, pero a veces, y, en la mayoría de las veces, es más miserable el rico ladrón que el pobre, por cuanto la miseria es como una bacteria que carcome las neuronas del cerebro y las corrompe de tanta fuerza que al desarrollar ese ímpetu su energía devastadora hace detritus en el cerebro mismo, haciéndose espejismo de una realidad que nunca podrá disfrutar en paz como el que toma agua salada que siempre  quiere más. El rico apoyado en fortuna ajena, robada o adquirida sin escrúpulos termina siendo engullido por la propia avaricia y el oro que otorga este poder lo regurgita al morir con horror de esperpentos, que recuerda los espantos de Guillermo el Conquistador que al ser velado en la Capilla, allá en su Normandía gala el cuerpo reventaría con sus esputos como un volcán haciendo correr a sus allegados y feligreses con terror, lo mismo sucedió aquí en Caracas en la funeraria Vallés con el velorio de Erasto Fernández,  testaferro del canario  Rómulo Bethencourt y del colombiano Carlos Andrés Pérez, quienes seguían obcecados los pasos erróneos de Robespierre, Marat y Danton para llenar de sangre inocente la tierra venezolana. Es la ley de las Erinias que aplica insoslayable Alastor, quien  los remite por castigo con enfermedades terminales a los hospitales a morir y pagar sus crímenes a los ladrones más encopetados como los oligarcas  mantuanos o grandes “cacaos” improvisados, que en su ambicioso delirio de riqueza tragan oro en lugar de comer caraota, carne desmechada y plátano con arroz. En cambio el pobre honrado y humilde desde su choza disfruta en familia del suculento pabellón criollo y muere casi siempre de naturales achaques propios de la edad.
    Hoy nos detenemos en cualquier avenida o calle de cualquier ciudad del país y podemos ver pasar veloz una camioneta de múltiple función lujosa conducida por los mismos que hemos descritos arriba como también se observan en los apartamentos, cuyos habitantes son funcionarios del Estado con privilegios intocables que la misma  Constitución sanciona, pero está rico y apoyado, no se  pude hacer nada. Sera la ley de Alastor que haga en el  camino lo que le queda de vida. El dinero es para disfrutarlo con ecuanimidad y lógica. El rico a conciencia debe proporcionarse bondad aunque sea a base de cavilaciones o reflexiones prestadas, en el sentido de emplear sus riquezas para hacer bien y nunca para dañar a otros. Todos los políticos venezolanos de un bando u otra facción, de cualquier partido, suelen sacar el dinero robado, a través de “divisas” vigentes a otros países que les garantiza protección hasta cierto límite como Suiza, EEUU e Inglaterra o España, cuyo sistema bancario inescrupuloso y sanguinario no perdona a nadie por lo que su desastre será inminente, en la creencia que podrían disfrutar algún día el mismo que sus vástagos indolentes lo aprovechen con sus intereses.
---No hay delito impune. Todo se paga aquí.
---Entonces, tenemos que disfrutar al máximo con el mínimo, sin  robar a nadie---comentaba un transeúnte al pasar al lado de Eduardo, quien abriría los ojos como un búho cerciorándose que ya había robado demasiado para gozarlo en el poco tiempo de vida de sus ochenta años, que ya es mucho. Las pústulas invisibles ya estaban haciendo el trabajo de taladros hacia las vísceras y los órganos internos de su cuerpo, quien comenzaría a presentar mareos y visiones oscuras que solo los síndromes cartilaginosos brotan patológicamente en las personas de su calibre. Pero pensaba en lo que habían hecho con la cosa pública sus compañeros de tolda política, Rafael Caldera permanece doblado contemplando a la tierra que se lo tragará algún día más por la maldad que por lo robado sin escrúpulos, Pedro Pablo Aguilar con su contubernio trujillano de marranos, Antonio Pérez Díaz más heliogábalo que saltimbanqui por sus alcanos que no es el arcano que tú crees, Mercedes Pulido de Briceño e Ixora Roja castigadas como Caldera por su furor  psicovaginales, Luis Herrera Campíns más choro con caracha que Chan Kay Shet echando peretes a Mao Tse Tung en el canal de Formosa, como los adecos Henry Ramos Allup pervertido sexual como Oswaldo Álvarez Paz bisexual de cuna, con dos amantes, Richard que le hacía sentir  serpiente en el chinchorro a orillas del Catatumbo y el negro  Pantoja que se lo cogía en la piltra pelada donde los ojos se revolvía en el ígneo del íncubo de Luzbel en los larderos de fuego. Y, continuaba meditando, sin reflexión provechosa, sino por golpe seco sin remordimiento que caía como granizos calientes en las neuronas de su cerebro, “somos poligánsteres”, es decir, siempre “hemos sido gánsteres de la política, nos hemos engañado nosotros mismos, mintiéndole a los demás”, tan solo para robarles el dinero que es solo  del pueblo”, pero aun con esa inquietud propia del cobarde, se sentía culpable y criminal por su fé religiosa, que ya la había perdido como cristiano. Caterva de energúmenos, giróvagos, mesingos, cacrecos, hijos putativos de Iñigo López de Ricaldi, Torquemada, Hitler, Franco y para usted de contar de los infames reaccionarios que tozudos en su terquedad nunca han querido contemplar el resplandor del sol cada día del mañana que espera el despertar de la humanidad entera..
    Ninguna religión perdona al ladrón, quien carece de bondad, que es amor y fe, que le pudiera salvar ante la muerte. Solo los Guardajumo o Petroleocrudo, los Scaramuche, Cartuche o Robín Hood mitológicos son héroes de leyendas ante los hechos que hicieron historia en sus aventuras afortunadas, robando al rico para darle al pobre que moría de hambre. Pero estos ricos o millonarios de nuevo estilo, que amasan fortunas con peculado, apropiándose del patrimonio del Estado  evadiendo impuestos o cobrando comisiones o tarifando sobre precios las construcciones públicas, quedan con el estigma maldito de ladrones donde quieran que vayan, viva, coman o  mueran. Un día entre los fariseos se desarrollaría esta conversación a lo Alí Babá y los cuarenta ladrones. Están marcados per secula seculorum sin que ninguna Bula pontificia los pueda eximir del mal cometido contra los pobres. Más allá lo espera el huerco que Dante dice haber visto.
---Con la Siemens comandada por un tal Juan Guillermo Franco, que construirá el ferrocarril de Valencia, Maracaibo y Los Teques nos meteremos una buena tajada en dólares en efectivo---decía Enrique Salas Romer a sus acuches Leopoldo López, heredero de una madre con garras de gata en las arcas de Pedevesa y Enrique Capriles Radonski, con fantoche de caradura asaltaría chafarote en mano con Kerlinsg y una patota de forajidos la noche del 11 de abril del 2002 la Embajada de Cuba en Caracas.
---Cúanto es el total del monto de la obra?---pregunto zancudo Capriles, al parecer pariente del amo de Ultimas Noticias.
---Bueno al parecer, por ahora, asciende a cinco mil millones de dólares….
--- ¿Cómo!!!!--- con uñas de felino en los dientes acentuaría Leopoldo López.
--- ¿Entonces, la comisión nos garantiza nuestra felicidad fuera de peligros---confirmaría Salas Romer.
 ----Sí, a cada uno nos tocaría quinientos millones---dijo sin querer, pero con argucia de hiena Capriles celosa.
-----Eso solo por comisión, pero, si ponemos sobreprecio, ustedes saben por experiencia local--- afirmaba Salas Romer con ojos de rana saltona.
----Excelente, magnifico---frotándose las manos como los giróvagos andaluces, viendo el brillo de la hoja  más allá del filo de la navaja, Leopoldo López.
   Era un conciliábulo siniestro de un trío de mesingos en pleno festín, repartiéndose el botín después del asalto. El dinero pertenece por derecho propio a todos los venezolanos desde el que permanece inmerso y somnoliento en el vientre de la madre hasta el que escribe como el que lee estas páginas. La conspiración continuaría a sabiendas que existe una Ley General de Contraloría que en la realidad de las “res pública” nada controla. Por esa “institución” de compromisos y honesta responsabilidad, había pasados muchos “hombres” recomendados de partidos, que se hicieron la vista gorda frente a estas trampas y maquinaciones fraudulentas, sacrificando el estómago de los venezolanos para beneficiar a foráneos como a criollos que ahora podían disfrutar de suculentos manjares. Estas leyes se las pasan por el “forro de las bolas” como las letras de la Constitución, cuando estas operaciones ocurren,  cada uno de estos funcionarios negociantes, en quienes el pueblo ha confiado, a través del sufragio, en la creencia de que la democracia es un derecho que se rige por el voto. Nada de eso existe en términos de “política”, cuya esencia es el negocio. Tampoco esta clase de energúmenos creen en esas tonterías. Para estos faquires de derviches de pradera y carcavón solo “don dinero” tiene poder, lo demás nada vale, ni siquiera el amor que lo pueden obtener a su gusto y placer dado sus desvíos, aflicciones y debilidades sexuales.
---Somos los representantes del pueblo y en nombre de este pueblo que nos ha elegido podemos hacer y deshacer esta carambola jugando al mejor postor---confirmaba Capriles Radonski con cresta incolora de gallo pataruco.
---Efectivamente ahora viene lo bueno, porque en nuestro apoyo se sumarían Enrique Mendoza para hacer el cuarteto completo.
---Qué bueno. Ese proyecto ya está en marcha, ese metro va y para nosotros lo que hemos convenido caerá completo en la bolsa---ratificaba Salas Romer.
--- Ahí están cerca, además de los bancos europeos que nos sirven de mucho, los de las islas Caimanes y Panamá garantizados por los dólares del tío Sam, que lavan mejor que los otros.
---A lo echo pecho---frotándose con ambas manos sus tetillas inflamadas, apreciaba Capriles, viendo los ojos de Leopoldo López como gavilán con cejas de oso hormiguero metiendo la cabeza en un matorral de comején. Cuando los neurópteros se enlazan sexualmente para construir su colmena el túmulo alcanza hasta tres metros de alto que los insectos muertos solidifican sus entrañas para formar un todo compacto, que es el comején de sabana que devora el oso hormiguero, tal como las tertulias entre vasos de whisky y caviar ruso se ventila en los interiores de la “Sala Oval” de la Casa Blanca en Seattle o en el palacio de Buckinghan de Londres o en el Elissé de Paris, donde se tranzan, convienen, pactan y benefician los que hacen política en esos países sin oposición de las masas. Están reunidos el cuarteto del fraude para compartir y repartir en la Casona de Los Teques cuánto cuesta la construcción del metro.  Si en Valencia cada uno se embusacó medio millón de dólares libre de gravamen alguno, en este más cerca de Caracas, cada uno de los cuatro desalmados se meterá un millón por el sobreprecio acordado. “La empresa extranjera sugiere, planifica y cobra, el Estado acepta y  paga, y nosotros cobramos, sin romper un plato” había dicho Salas Romer” , a lo que Enrique Mendoza en medio de su dislalia sonreía para no abrir la boca atorada de tanto dólar que veían estupefacto los ojos de murciélago cabeza abajo de López  y Capriles lanzados al vacío del inmenso comejen. Ahora había que comprender como se pasaban por las entrepiernas las leyes y la misma Constitución cuando los intereses particulares de políticos corruptos valen más que los de la Patria, ¿qué patria? Eh ahí la dignidad y la tristeza de experimentar vacíos de poder e impotencia en la democracia cuando el pueblo no puede hacer nada más que contemplar desde las barreras el escarnio de los criminales.
    Eduardo llegaría todo diaforisado a su casa, con cierto tic nervioso que levantaban al  mismo tiempo la oreja derecha y la ceja izquierda en línea asíntota de miedo. Lo que había oído y visto le llenaría la mente de terror.  Se miró en el espejo del baño y contempló la cara del belitre, facístoles con pantalones de mangante y su conoto esmirriado como si lo persiguiera alguien, cuando sonó de repente el taque de la puerta que abría la mujer, quien viendo con horror al hombre que conocía de siempre, comprendería rápidamente que algo pasaba, diciéndole con distancia “¿que te pasa?, a lo que le respondería mientras se echaba agua en el rostro con sendas manos “nada, nada, estoy cansado”. A lo que la mujer menos enterada le remataría desconfiada “pareces que hubieras visto un muerto”. No dijo nada, cogió la toalla y se secaba el rostro, cuando la mujer  se fue a la cocina.
   El hombre se encontraba en un trapecio de contradicciones inverecundas, se había complicado la vida tanto que sus compinches lo arrastraba al foso de la desgracia, sin contar aun los ramales secretos del narcotráfico y lo que Oswaldo Álvarez Paz mantenía aun en barbacana, por los caminos verdes, fronterizos, las furnías debajo de los árboles y las grandes rocas de la Guajira, donde permanecen muertas miles de toneladas de coca refinada y de gran valor en complicidad con Manuel Rosales y los presidentes colombianos, educados por la oligarquía de kundinamarca en Zurich y Londres, Cesar Gaviria, Alvaro Uribe Velez, confabulados con paramiltares y con Pablo Escobar Gaviria como Mister Kissinger  Comisionad de la DEA destinado al consumo del mercado de estupefacientes yanqui, “Dios mio”, “a lo echo pecho”, había dicho su compinche, “donde me he metido, ignorando a nuestro señor Jesucristo, mi familia no es culpable de nada”, y en realidad, no tenía perdón de nadie ni de sus hijos ni menos de su mujer a quien complacía una vez al mes por compromisos lujuriosos con otras amantes, “¿con qué cara veo ahora a mi mujer Osmeli, y cómo desayuno con mis hijos, Katherin, Jolimar, Lilibeth y Darío”, ante tanta infamia cometida.  Quien se creía un Filemon con su Baucis, terminaría siendo en su heteroscio de marras un Claudio con Proserpina en marimanta alimentando los coprolitos en medio del sirimiri que comenzaba a caer salpicándole el poto  con su abducción habitual. Mientras Hilarión permanecía silencioso ante el arrebato de sus instintos primitivos heredados de Torquemada y De Chardin, que los demostraría durante se desempeñaba m  gobernador del Zulia, donde amasaría una inmensa fortuna que comparte con su mujer Ana Andrea y sus dos hijas Martha y Carolina, porque el varón se ahogaría cerca de los Monjes en dirección a Sinamaica en una noche de tempestad cuando las aguas del lago se encrespan sobre las crestas en oscuras y tenebrosas olas en una noche borrascosa como la ocurrida el día l3 de septiembre de 1987.
   El hombre aparentemente estaba conmovido, pero a lo “echo pecho” como dijera Enrique Mendoza. Ya no  habrá vuelta atrás. La mujer los hijos, los amigos, el país entero, el partido, las creencias, Dios “¿qué pueden valer, cuando ya no tiene sentido lo que piense”, al carajo con toda esa miasma contagiosa que me impide ver el horizonte que me espera.
  Al lado del huerco infame permanecería Jaime Lusinchi, hijo espurio de una pobre mujer tejedora de esperanza allá en las canículas de Cantaura, víctima complaciente de la colombiana Blanca Ibáñez, que poco le faltaría en el diabólico derroche del dólar petrolero para ser ministro de la defensa con su uniforme de campaña castrense. Al imperio todavía le quedan mil año de vida, aunque el romano terminaría antes de tiempo y el de Hitler duró apenas l5 años, el contubernio del pacto de “Punto Fijo” en su juego de traiciones y filfas, juegos dolosos y finanzas baratas provenientes del robo de las materias primas a los países sin soberanía e imbeles ante los EEUU, estaba a punto de colapsar, ante la embestida borrascosa de una economía desgarrada en su matriz por el ocio, el alcohol, el crimen y el sexo, donde estaba comprometida la contumacia de su propia familia. La historia espera sin aspaviento ni apuro a los menos confiados en el momento oportuno. A los otros les reserva el espantoso pantano de la titanhoro, donde la fetidez de su hedor ahuyenta a quienes se conmueven con el color de sus pétalos. Unos y otros, marchaban obcecados por el “iter criminis”, sin percibir en la brisa que le acariciaba el rostro ni al viento en sus variantes movimientos de señales inocultables que levantaba sus cabellos con su porte de piltre que algo presagiaba tempestad, pero es que cuando se posee la lozana inmaculada de la juventud todo indica que los senderos, por mas abruptos y peligrosos, están abiertos y que nada ni nadie les impedirá llegar a la cumbre, aunque para eso sea necesario matar al que se estorbe o se rezague.
---Llegamos a la cima, todos somos ricos---afirmaría Eduardo como tótem mayor de la pandilla.
---Tú crees, en verdad, que somos ricos---inquirió Hilarión.
---Claro. Veis primo---con su acento maracucho de la cabeza de lisa, respondería impertérrito Oswaldo.
---Ambos hemos gobernado al Zulia, y bien sabes, que lo que cogiste tú, también lo cogí yo, y quien sabe cuánto cogerá el que vendrá…, ¿quién cogería más?, pero, lo cierto es quedamos repleto, que las tripas podrían reventar al estomago al menor atoro.
---Todos somos descendiente en grados colaterales del rey Midas---intervendría Salas Romer, haciendo estallar en carcajadas a Enrique Capriles Radonski y a su tocayo Enrique Mendoza, que provocaría hacerle bailar las pepas de los ojos a Leopoldo López, que continuaba frotándose las manos como los energúmenos con juguete caro.
---Somos ricos, si, señores, la pobre continuará siendo Venezuela.
---Ahora a disfrutar del botín fuera de estas tierras.
    La siniestra patota de desalmados, vinculados en fechorías y crímenes de lesa humanidad, sabían, que “nadie goza bien de lo gozado, sino después de haberlo padecido”.
Al cabo de cierto tiempo, un día después del 26 de febrero en que fuera asesinado Leopoldo Salazar Romero por los siniestra Digepol, reventaría en las calles el Caracazo y por extensión de su repercusión en todas las ciudades del resto de país, penetrando las chozas humildes de campesinos hambriento el “grito popular” de un pueblo hambriento, sojuzgado, oprimido, que reclamaba  justicia para ser libre en la tierra de gracia más rica del planeta, proyectándose en magnitud consolidada con la rebelión de los jóvenes soldados el 4 de febrero de 1992. No obstante el  resplandor de este acontecimiento, dejaría sin brillo de este proceso inverecundo, por cuanto que ninguno de los contumaces dirigentes de los partidos Acción Democrática y Copey como Rómulo Bethancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi, Luis Herrera Campíns, Ramón  José Velazquez, Octavio Lepage, Luis Piñerúa Ordaz, Alfaro Ucero, Ramón Ramos Allup, Rafael Caldera, Pedro Pablo Aguilar, Eduardo Fernández, Hilarión Cardozo, Oswaldo Alvarez Paz, Enrique Mendoza, Manuel Rosales, Leopoldo López, Enrique Capriles Radonski serían llevados a un tribunal para responder de los crímenes cometidos contra todos los venezolanos durante sus 40 años de gobierno, el robo contra la cosa pública, disfrutando, impunemente, hoy del dinero robando, sin  que ninguno este preso ni nadie le haya causado daño alguno por sus fechorías del pasado. No ha justicia sin castigo ni libertad sin honor. Así no se hace ninguna revolución, la cual por este error político más que torpe tiene los días contados. Todo se sumergiría, nuevamente, en un espejismo sin fondo, cuyo abismo es más obscuro que el agujero negro de la vía láctea.  El pueblo, a conciencia de cuanto almacena en sus veneros, ocultos la tierra, que, pisan sus talones para lograr su felicidad, comenzaba a germinar en floripondio de amor y paz, aunque siga comiendo mierda.-FIN  











                                CONEJO BLANCO

                                de Cruz Emilio Salazar R.-Caracas, 23 de marzo  de 1998

   Estos inmensos terrenos en su totalidad planos, aunque asimétricos en el cono sur de su pedogénesis orogénica fetal, pertenecían por patrimonio tradicional a la Universidad Central de Venezuela, los cuales sería en más de treinta mil hectáreas expropiados por el régimen del general Marcos Pérez Jiménez para construir el gran polígono de tiro que después en su estratégica ubicación se transformaría en lo que por antonomasia secular sería denominado “Conejo Blanco” o “Fuerte Tiuna”, en honor al Pacanaty, Apoto, Sibierene y Atonay , Cacique Tiuna de las nación Curucutí, que se desenvolvía en su tribal movimiento étnico y guerrero, en acciones envolventes, entre las faldas de Caracas, La Guaira, Casalta y el Junquito cuando los “ochíes” invasores peninsulares españoles  penetraran estas tierras. Habían transcurrido más de cuatrocientos años, pero para la década de 1950 aun las corrientes de aguas derivadas de vertientes de la Mariposa y el rio Turmerito en su borrasca, líquidos cristalinos fertilizan la tierra, cuyos árboles de mango, aguacate, níspero, naranjas, cambur, plátanos, limones en su infinita variedad cedían brechas muy amplias a la trocha de los cuadros de caña dulce o piojota para el trapiche de la “Rinconada”, cuyo patronímico responde a los antiguos propietarios. Desde la parroquia el Valle hasta la Cortada del Guayabo era propiedad del Alma Mater a la cual el general de Michelena en su osada valentía de desarrollar la “política de cemento armado” para transformar físicamente al país, había expropiado doscientas mil hectáreas para uso público de la comunidad. Entonces, los grandes tornapull y tractores C-5, comenzarían a desguazar, sin compasión e intolerantes en su desgarre, los cortes de cañas y árboles frutales para levantar los gigantescos edificios que conformarían, estructuralmente, la Escuela Militar de Venezuela, que sustituiría  el viejo cuartel de la Planicie, como las edificaciones modernas del Fuerte Tiuna propiamente dicho como la fortaleza militar mas invulnerable.
---Es curioso---comentaba Leo Saro, a su compañero de lucha y estudios Marcial, que este nuevo “pentágono” criollo se llame Conejo Blanco”.
---También se denomina “Fuerte Tiuna”, en honor al cacique de los curucutíes, inmortalizados en la batalla de Maracapana.
---Nada cae por casualidad, el nombre de Conejo Blanco, proviene por tradición de los campesinos que trabajaban en los Cortes de caña.
    Un día unos campesinos después de terminar su faena, un fin de semana, se prepararon a cazar los venados y liebres que abundaban en la región, incursionaron escopeta y chafarote en mano para darles muerte a los animales, cuyas carnes le servirían para disfrutarlo con su familia al término de la madrugada. Había sol de luna y las largas hojas de caña parecían espadas con el reflejo de la blanca Selene que al vaivén de un viento con calinas evaporadas semejaban olas del mar en épocas de tempestad. Evaristo que era el baquiano más experto, se adentraría paso a paso, seguido por Casildo y Perucho que eran dos de sus hijos, cuando a los pocos metros divisó un movimiento entre las yerbas y las cañas en un remanso de la quebrada, que le obligó a llevarse el índice a la boca indicándole a los hijos y al grupo de acompañantes que guardaran silencio, que algo raro se movía en el matorral. En efecto el hombre accionaría su trabuco casero, desparramando un tronar de fuego contra el bulto en cuestión, lo que al mismo tiempo del disparo se escucho el gemido lastimero como de un niño golpeado fuertemente. Todos corrieron al punto del objeto y sorprendidos como abismados en su ingenua ignorancia pudieron contemplar tendido de lado con sus paticas estiradas y sus grandes orejas un inmenso conejo blanco, cuyo tamaño no guardaba comparación con ningún otro conocido.
---Esto no lo ha visto nadie, pero es verdad---convenció Evaristo a sus hijos y amigos, regresando sorprendidos como satisfechos a sus respectivos ranchos---es blanco como leche en boca de recién nacido.
   A partir de esos años de 1934, habiéndose corrido la noticia como reguero de pólvora, el lugar sería llamado Conejo Blanco, por la proliferación de estos roedores de límpido pelaje blanco como la nieve tan apetecidos por el buen gourmet. Hoy son muy pocas las liebres que aun se resguardan de las furtivas cacerías de los merodeadores de oficio. Para esta década de 1960, a cuatro años de la caída el gobierno del militar de la política del “cemento armado”, Conejo Blanco o en términos castrense “Fuerte Tiuna”, es la primera fortaleza militar de Venezuela, con seguridad inexpugnable, hasta ese día, donde pernoctan prestando su servicio militar obligatorio una  ejército de más de 30 mil jóvenes dispuestos a defender la Patria con  las armas en las manos, almacén y silo obligado de armamentos y explosivos sofisticados para la guerra moderna. Para enero de 1827 el doctor José Maria Vargas era elegido Rector del Alma Mater, quien transformaría la estructura académica de dicha institución, pese al tenaz obstáculo de la oligarquía, con nuevas cátedras de  Derecho Civil y Derecho Público, Derecho Práctico e Instituciones de Justiniano, Ciencia de administrativa, Derecho Internacional, Legislación Penal, Economía Política, Elocuencia y Lenguas Vivas,  Anatomía General y Descriptiva, Patología General interna y externa, Medicina Legal, Materia Médica, obligando a los estudiantes a visitar los hospitales y practicar sobre los cadáveres el conocimiento de la enfermedad. Imponiendo la admisión a sus aulas desde entonces, sin discriminación, para pobres y ricos, aborígenes, mulatos y negros, protestantes y judíos, sin distinción de color, raza, creencia o nacimiento, propiciándole un duro golpe al conocimiento y aprendizaje del pasado que continuaba aun para esa época en manos de los mantuanos. Por la misma vía, como contralor de la juventud dotaría por principios de “autonomía, la eficacia de la docencia, coincidiendo todas esas reformas universitarias con la llegada de El Libertador a Caracas, quien le diría, “Oh, amigo, mentor de juventud, esta universidad no disfrutará  nunca de autonomía si no tiene patrimonio propio, por lo que he decidido, dotarla de los bienes y propiedades de los Conventos y de la hacienda Tácata”. Así pasarían a ser propiedad de la Universidad Central esos inmensos territorios. Vargas  presidente de la república acosado en julio de 1835 por el mismo Carujo de la noche septembrina en Bogotá de 18 que pretendiera asesinar al Libertador, terminaría  arrastrado por la vorágine del destino.  Contaría de allí en adelante con las recaudaciones de su particular presupuesto  económico y financiero hasta la década de 1950. Mutilada en su propio cuerpo el alma sería despojada en 1953 la Universidad de un extenso predio geográfico que tal hubiese sido destinado para el Politécnico Venezuela en el futuro jóvenes de ambos sexos con cuyos conocimientos el país pudiera despegar hacia la grandeza de una Nación soberana e independiente sin ataduras ni compromisos serviles a potencias foráneas, sin embargo, serviría como centro motriz de la defensa nacional. No obstante la juventud siempre rebelde en sus ambiciones y sueños, abría senderos ideológicos para reencontrar, rescatando del abismo, lo perdido con la muerte de El Libertador. La juventud universitaria comprometida con el país y en alianza con trabajadores y campesinos como también algunos militares patriotas cuestionaban la traición cometida por los dirigentes del partido acción democrática y la tolda social cristiana “copey”, que hacía gobierno desde Miraflores. Desde 1959 Leo, su hermano que escribe esta relación exacta de hechos reales y verídicos ocurridos el 26 de febrero de 1962 en Conejo Blanco, Marcial Rodríguez pequeño, con dislalia inflorecente, sargento técnico de las fuerzas aéreas, moreno, nariz respingada, cumanés de la calle la Ermita detrás de la casa de Gobierno y 23 años a cuesta,  pelo semi marrón de corte cepillo, apodado “el gago”; Francisco Sánchez Carrero, fornido, bajito, deportista por excelencia, cabellos negros,  natural de Calabozo, casi roja la piel y de fuerte musculatura, de pocas palabras, a quien decíamos “Kiko” con veintiún años;  Rubén Hergueta, alto, de ojos azules que se tornaban verdes por las tardes, pelo castaño, ágil, de l7 años, fuerte, con voz fuerte, a quien llamábamos “Paluka”; Freddy Rojo Espinoza, merideño, el “benjamín” con 15 años, blanco, cabellos negros, de ojos verdes, dinámico, decidido, temerario, ingenuo, pero cariñoso; Domingo Fuentes Quijano con 16 años, temerario e indisciplinado, el más pequeño de todos, pero fuerte y corpulento, de cabellos lacios y negros, silencioso, dispuesto siempre a la acción, con  mezcla indígena y circunspecto del Junquito; Leopoldo Salazar Romero, alto y más bajo que “Paluka”, de ojos negros y penetrantes, cabellos abundantes y patillas agresivas como bayonetas deslizada en las sienes de tijeras, dándole un perfil de adonis y galán sin rival, oriundo de Arenas, Estado Sucre como todos su hermanos, de rostro oval, nariz aguileña  mentón ajustado a su estirpe de apuesto joven de 21 años, de finos labios y boca a lo Durero, cuyos dientes blancos parecían perlas al hablar saliendo de su concha, elocuente y audaz; manojo imberbe de valientes muchachos, legión de centauros dispuestos a vencer o morir en la contienda, habían fundado el primer Movimiento revolucionario de liberación nacional, el primero de mayo de 1960, al que llamarían Directorio Revolucionario Venezolano ---DIREVE---para hacerle la guerra de guerrillas en el campo y la ciudad a quienes habían entregado con traición descarada las riquezas de la República a los yanquis.   
    La juventud nunca duerme tranquila cuando en su interior se agitan corrientes de ríos tormentosos y mares borrascosos, que le señalan los faros de la justicia y libertad, cuya tempestad mantienen los tiranos sojuzgando a sus pueblos. Desde 1957 Leopoldo y Yo, siempre hablábamos de la situación política, social y económica del país. Buscábamos a través de las ideas  contradictorias, esputos regurgitantes  de la segunda guerra mundial, que se debatían en liberalismo, socialismo, democracia y libración nacional como expresión de la “guerra fría” en el tapete de las grandes potencias, que entonces, nos parecían quimeras, sueños y fantasías sin solución práctica al eterno y conmovedor problema de la pobreza que mantiene al país, pese a su inmensa riqueza petrolera y de fecundos minerales en el atraso mas oprobioso, convirtiéndonos en la Nación subdesarrollada  habitada por miserables. Había, como fuera que hacer algo, y solo la juventud, que no tiene compromiso con nadie, es la única con responsabilidad de poder hacerlo aunque tenga que ofrendar su vida en esa heroica gesta liberadora.
---Venezuela no es propiedad de ningún tiranuelo.
---En el pasado se derramo mucha sangre para ser libre. 300 mil venezolanos perecieron en la contienda emancipadora.
---El Libertador no descansa en paz ni tampoco los héroes y mártires que sacrificaron sus vidas por nosotros que somos sus herederos.
    El año de 1957 sería de tumultos y comentarios en la población común, los más preocupados e ingenuos creíamos que los “exiliados” como los que permanecían en las cárceles o los perseguidos “enconchados”, al caer el tirano, forjarían un Estado nuevo con caracteres soberanos, pro todos nos equivocamos. Resultaron peor del que se fue. En el Caribe los barbudos de la Sierra Maestra comandados por Fidel Castro y el “Che” Guevara mantenían acosado al dictador Fulgencio Batista con su ejército rebelde. Se convocaron a elecciones y el partido de mayor experiencia ganaría los sufragios. Sin embargo, al  tomar el poder, Rómulo Betancourt,  entre sus manos, abriría las garras como tenazas calientes para perseguir la juventud y masacrar al pueblo, complaciendo con sus acciones traidoras y antipatrióticas a los yanquis. La hora había llegado.
---Ahora es el momento de estructurar el movimiento.
    En nuestra residencia de San Bernardino y en varios locales de El Silencio, Pro Patria, La Pastora y la Universidad habíamos realizados cientos de reuniones con el deliberado propósito de crear el movimiento, no un partido, que podría estructurarse después del triunfo de las armas. Pero, por ahora, se crearía el DIREVE con coherencia estructural, dirección, organización y disciplina militar con su Estado Mayor del futuro Ejército Popular Revolucionario---EPR---, cuyos Comandantes por creación propia de la voluntad soberna del pueblo en armas, serian Leopoldo, Marcial, Rubén, Francisco, Freddy, Domingo y el que escribe estas notas, cada uno con sus respectivas responsabilidades en la tarea encomendada en el Estatuto-Programa del DIREVE. Es así como activando varias células en Caracas que mantenían conmovidas en agites, manifestaciones y confrontaciones políticas contra los reaccionarios el recinto de la Ciudad Universitaria, en Valencia y los cerros de Vigirima se había convertido en campo de operaciones de orden abierto con prácticas de tiro y ejercicios de rigor donde por desgracia tuvimos la primera tragedia con la explosión involuntaria de un niple que segaría la vida de Jaime Fernández Vásquez con apenas l9 años de edad y heridos en la pierna derecha Marcial Rodríguez y Fernando Zago Palma con varias costillas fracturadas, hacia Oriente decidimos subir las montañas del Turimiquiri con más de dos mil quinientos metros de altura para establecer la primera base de operaciones guerrilleras. En esa actividad continuamos alimentando los ideales para proseguir los caminos de El Libertador para rescatar la libertad perdida e implantar un régimen de justicia popular. Pero una cosa es lo que uno sueña y se propone y otras son los invisibles  senderos del destino, que casi siempre nos reserva, sin quererlo ni buscarlo, fatales e imprevisibles consecuencias. Los enemigos de la revolución que abundan a granel y los sicofantes del sistema desmantelaron la base guerrillera del Turimiquiri el 28 de enero de 1962. En una furnia horrible nos lanzaron como a dos animales a Rubén Herguetta y a mí, el comandante de la policía Ángel Felipe Valery. La pugna chino-soviética acerca de la aplicación del marxismo-leninismo se  complicaría en odios furibundos y estériles con el triunfo de la revolución y los postulados pragmáticos del Che Guevara y Fidel Castro, derivándose de esta parafernalia el reconcomio morboso de Gustavo Machado propietario del partido comunista de Venezuela y sus seides, quienes no eran partidarios de la lucha armada para hacer la revolución de liberación nacional contra el imperialismo norteamericano, contra nosotros, sino que se tenía que seguir las pautas social demócratas de la “democracia representativa”, acuñada por Washington, que evidenciaba que tanto Gustavo como su hermano Eduardo Machado y los miembros del comité Central Pompeyo Márquez, Jesús Farías, Cruz Villegas, Rodolfo Quintero veían con horror a los jóvenes rebeldes que encaminaban sus pasos hacia las montañas orientales del Turimiquiri.
---No podemos permitir que nadie se nos adelante. Hay que borrarlos del mapa, como sea, la revolución pacífica o violenta,  armada o no,  solo la conducirá el partido comunista---dialogaban acaloradamente en el corredor del Congreso, un trío siniestro y sombrío integrado por Gustavo Machado, con su corbatín de mesonero y sombrero a lo Al Capone, millonario y mantuano caraqueño heredero de viejos esclavista convertido al comunismo por agites de banderas  socialistas en el Paris que visitara en 1920, convulsionado por pancartas de la Comuna, compartiendo ideas con Pompeyo Márquez pordiosero de los arrabales del lumpen del Guarataro, Guillermo García Ponce el amo del burro negro con escarceos  en el Junquito y  el giróvago estebado abortado en las riberas del lago, Teodoro Pekof, vástago de las etnias del magiar, quien abriera el palique, sentenciando.
---Los hermanos Salazar no serán los Castros de Venezuela. Hay que publicar en “Tribuna Popular” que son “batisteros que vienen hacer la guerrilla en Venezuela”.
---Publicaremos en Tribuna Popular que los guerrilleros del DIREVE capturados en el Turimiquiri son agentes Batisteros provenientes de Cuba”---afirmaría categórico García Ponce---en efecto así saldría al día siguiente de “la prisión de los rebeldes en la sierra, en ese pasquín y en toda la prensa nacional como eco de su compenetración vandálicas contra la juventud rebelde. ¡Infamia mayúscula y deleznable de quienes se autoproclamaban “revolucionarios de pacotillas”
---Todo ha resultado a pedir de boca. Las últimas instrucciones la recibirán cuando yo lo indique---señaló contundente el marido de Ismenia que se cogía sobre el tejado el margariteño Jóvito Villalba---el drama todavía aun no termina. Contamos con Saturno que me mantiene al tanto de cuanto sucede en ese Direve, que debemos desmantelar ante que se vuelva otro “26 de Julio”.
    Gustavo Machado como su inverecundo hermano, supuesto dócil insumiso mantenía un odio furibundo contra los barbudos jóvenes cubanos que desde la Sierra Maestra, con  su ejército rebelde, habían depuesto a la tiranía despótica de Fulgencio Batista y tomado el poder, tratando de desarrollar una revolución en esa isla antillana de nuevo cuño, sin imitación en el mundo. El Movimiento “26 de Julio”, creado por el mismo Fidel Castro, debía su nombre en honor al asalto al cuartel Moncada el día 26 de julio de 1954, cuya intentona no tuvo éxito, capturado y en prisión pronunciaría al momento del juico aquel profético axioma “la Historia me absolverá”, que ha hecho vigencia de filosofía política entre la juventud del orbe. Expulsado a México continuaría con su incansable lucha por hacer a su Cuba libre y soberana. Incorporado al incipiente Ejército Rebelde al médico argentino Ernesto “Che” Guevara se arriesgaría en la expedición del “Gramma”para invadir a su patria como en efecto sucedería para lograr lo que ahora le ha dado el poder. Casi todos los partidos comunistas o por lo menos su más destacados y seniles miembros de Americalatina eran y  son aún irreversibles enemigos declarados ex profeso y a ultranza de la revolución cubana. Pero, sin embargo, se plegaban a sus glorias, con falsos elogios. Los hermanos Machados del partido comunista de Venezuela seguían estas odiosas prácticas arteras de traición, derivadas de un obcecado egoísmo, envidia y traición congénita muy personal. Este Gustavo Machado sería el mismo joven, aun sin  haberse fundado el partido comunista que lo hiciera Pio Tamayo desde su prisión en la Rotunda, en una aventura con Rafael Simón Urbina un coreano envalentonado con la soberbia, que después asesinaría  al presidente de la república Carlos Delgado Chalbaud, tomaría por asalto un cuartel de la isla de Curazao con sus 550 kilómetros cuadrados integrado a las otras dos islas de Aruba y Bonaire, como residuos coloniales de Holanda, quedaría marcado para siempre con una psicosis de frustración degenerativa al odio contra todo lo que significara “revuelta, asalto, revolución”.  De allí que la juventud comunista que era la más trasparente, por sus ideales, bondades, inocencias, sueños, fantasías, audacias y valentías, conociendo esos antecedentes envilecidos de su máximo dirigente, la mayoría de sus partidarios confiaban en al DIREVE y en Leopoldo Salazar como su carismático líder, por lo que muchos de sus jóvenes hacían filas de combatientes para hacer la guerra de guerrilla a los pitiyanquis Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez, Jóvito Villalba, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi, Arístides Calvani, etc., vendidos por miedo al imperialismo. En los meses de noviembre y diciembre de 1961 Leopoldo, Marcial, Francisco, Freddy, Dominguito y otros leales luchadores de la juventud habían hecho tenaz resistencia, con algunos “FN30” y ametralladoras “ZK” o “Hopkins” a los ataques salvajes con tropas de asalto y helicópteros desde el montículo de la entrada de la Plaza Venezuela a la Ciudad Universitaria, cercada por el ejército venezolano. Esos eran los hechos, de allí la preocupación de Leopoldo y los demás compañeros de ponerse en poder de armas largas y de mayor poder de fuego. Entre los incorporados al contingente de nuevos combatientes estaba Oswaldo Castro, periodista de “Tribuna Popular”, Manuel Bogan militante de Unión Republicana Democrática  y el inmigrante siciliano Saturno Luigi del partido comunista, cuyo origen oscuro e incriminatorio por la manifiesta pobreza de la “cosa nostra” en alianza con fascistas italianos  dejaría huellas imborrables en el país.
   ¿Qué paradoja? Paradoja, dilema, antinomia fatal concebida fríamente por los íncubos del averno y ejecutada con cinismo vil por quienes, supuestamente, conocen el fondo de la dialéctica “marxista-leninista” que generan las contradicciones del hombre confundido, alarmado, confabulado, traicionero y asustado con horror por la audacia de los jóvenes rebeldes del DIREVE, a quienes como diera lugar había que borrar del mapa político de Venezuela sojuzgada y oprimida por sus propios compinches del partido gobernante.  Esa bestial patota de sofistas políticos de “izquierda”, permanecería inmersa en el “abissus abissum vocat”, que los llevaría al desgarre final de la hecatombe. ¿Con qué moral pueden unos soldados desmantelados por el ejército rebelde de Fidel Castro, reorganizarse y desplazarse, nada menos que de Cuba a Venezuela para hacer la guerra? ¿Con qué motivo y por qué y contra quien? Absurdo más siniestro que patológico. No tenía sentido esa proposición regurgitante, deyecta e inverecunda de los comunistas venezolanos, quienes  improvisadamente subirían, sin entrenamiento militar ni conocimientos geográficos del territorio sobre el cual tendrían que movilizarse para hacer la guerra,  a las montañas y anarquizarían la lucha en las ciudades con resultados terribles para el país nacional. Muchos inocentes y afiebrados morirían en montañas y sabanas por esta aventura trapera de los comunistas “come candelas” y “borrachos de cantinas”. Pero en la historia del egoísmo conduce a la hipocresía y la hipocresía lleva  al traidor en sus entrañas de cuya matriz nace el espía, que son efectivamente, fueron y son aun los dirigentes del partido comunista de Venezuela. Esta es la organización política más peligrosa para tener, controlar y mantener el poder en el mundo entero. Son desleales por naturaleza, veamos lo que sucediera, en desgarres salvajes, en la Comuna de Paris, en la Guerra Civil española, cuantas traiciones, cuantos fusilamientos inútiles entre camaradas, anarquía, anarquía por todas partes, en la revolución rusa, en la china, en la Europa oriental, en la misma resistencia contra los nazis, cuantas traiciones entre los mismos jefes y dirigentes, horrible el pandemónium de la traición, el espionaje y la vileza. La reacción enemiga vencería al final. Los resultados son evidentes.
   Esto me lo demostraría después en 1966 en una conversación privada  el Che Guevara a mi particularmente  en Argelia, cuando me dijera el argentino, a raíz de la explicaciones que le estaba haciendo sobre los problemas de la lucha en México, donde estaba exiliado, y la situación política de Venezuela y el resto de Americalatina, por lo que me dijo, contundentemente “casi todos los miembros del partido comunista de Venezuela son agentes de la CIA”. Esto no debe sorprender por cuanto estos individuos señalados arriba estaban encompinchados nada menos que con el propietario del diario “El Nacional” Miguel tero Silva, que hacia el doble papel de catersespía solapado del gobierno de la Casa Blanca y la KGV  del Kremlin. Al DIREVE y a sus dirigentes desde principio nos perseguía, con lupas de sicarios, el furibundo odio de los “camaradas” del partido comunista, los servicios de inteligencia de los EEUU representados por la CIA, el, FBI y otros agentes mas insidiosos como los esbirros de la siniestra Digepol del gobierno de Acción Democrática, dirigidos por el colombiano Carlos Andrés Pérez, entonces, Director de Política del Ministerio de Relaciones Interiores y en consecuencia jefe de todas las policías del país. Tanto que Leopoldo, mi hermano, agarraría a Gustavo Machado por el cuello, frente al palacio legislativo cuando se dirigía a la Cámara de Diputados,  y le daría dos cachetadas a raíz de nuestra prisión, apostrofándolo por la noticia aparecida en su pasquín “Tribuna Popular”, órgano de prensa del partido comunista, el cual se hicieron eco en sus titulares los grandes medios de la prensa nacional, donde nos señalaba como “guerrillas batisteras”, con el propósito deliberado de desmoralizar nuestra posición ideológica e hidalguía heroica  ante la historia que se estaba haciendo, o sea que los jóvenes venezolanos entre 15 a 24 de esa década de l960 años “éramos mercenarios de Fulgencio Batista enviados por el dictador desde Portugal a Venezuela” para combatir los crímenes de su congénere Rómulo Bethancourt, “¿qué comunistas tiene Venezuela, no?”, ¿qué antinomia, no? Resulta una inverecunda contradicción propia de los comunistas “criollos”, que luchan a lo “Louis Blanqui”, con el artero pucht a mano de fuete”, sin conocer la historia de Venezuela. Es así como se ha desviado desde sus orígenes la lucha armada en este país. Guerras intestinas con soñadores e idealistas sin recursos en busca de caminos. Desde un principio en esta tierra de gracia los hombres y mujeres nacerían con esa ananké enterrado bien profundo con raíces en su corazón. Antes de Guaikaipuro, Apakuama y Tamanaco otros habían hecho la guerra contra sus propios connaturales, tribus vecinas forjando nación de cumanagotos y arawuakos, pero a raíz de la invasión europea adelantada por españoles y portugués, la guerra sería a muerte. Después de la gesta emancipadora los “ochies”, serían remitidos a su península quedando aun los godos o mantuanos criollos  injertados en la sangre nativa. Por lo que se levantaría guerrillas contra la opresión, es como al grito de “oligarcas, temblad, viva la libertad”, la guerra Federal con Ezequiel Zamora frustraría otro sueño, quedando envuelta todo el territorio, sentimientos, sueños e ideales en una fantasía de libertad. Caímos presos Rubén Hergueta y el que escribe, víctimas de la traición por delación directa y personal de dos sabuesos enquistados en el movimiento que responden a los nombres de Raúl Conde y Argenis Vielma,  siendo lanzados a una furnia estertorea, fría y oscura de dos metros de largo por uno de ancho y metro y medio de alto, en el patio de la comandancia de policía de Cumaná, cerca del Barbudo o las Palomas. En Caracas Leopoldo con el resto de los compatriotas leales repelían la agresión de las fuerzas armadas del gobierno, que con helicóptero y tropas de asalto bombardeaba la Ciudad Universitaria. Aquellos días de noviembre, diciembre de 1961, enero y febrero de 1962 serían terribles para la población entera, que solo contaba con el arrojo y gallardía sublime de su juventud valiente y heroica que resistía al  cruel enemigo, resuelta a vencer o morir, como otrora en la Victoria con José Félix Ribas. Leopoldo conocería de la situación grave que atravesaba el DIREVE, sus dirigentes, sus militantes y los anacolutos en que los “quisling” criollos confabulados con la oligarquía apátrida entregaría al país a las “transnacionales y potencias foráneas, a través del ajedrez de las “privatizaciones” de las instituciones, corporaciones e industria en producción propiedad de la Nación, a precio de gallina flaca. No contaba el DIREVE con pertrechos, bagajes, armas y municiones ni recursos para obtenerlos por otra vía con menos riesgos, así como tampoco con el apoyo financiero de ningún potentado nacionalista ni de ningún partido de izquierda progresista o patriota o de países o gobiernos extranjeros afines con nuestros ideales revolucionarios. Con una moral muy elevada y una conciencia transparente eran los únicos valores con que contaban los hombres y miembros del DIREVE. Había que buscar los recursos financieros a través de la expropiación de bienes mal habidos en posesión del enemigo. Encanados Rubén y Yo, solo quedaban en actividad operativa el Comando de Caracas con Leopoldo a la cabeza, quien se encontraba entre las corrientes políticas más adversas con la fuerza de una vorágine que arrastra a la tempestad del movimiento, por un  lado los desconfiados y egoístas “cabeza calientes”, fanáticos, sectarios, sin experiencia, que pretendían ser mas “comunistas” que  ningún otro, henchidos de petulancia e inconsciencia revolucionaria, que son las causas de las tragedias armadas, y por otro los arribistas de partidos de falsas “izquierdas y progreso”, como eran la gente del MIR, MEP y otros grupúsculos de menor empuje, pero que causan daños como el lumpen a la revolución, que ayudaban con su torpeza, delaciones e intromisiones en los asuntos de la contienda a las fuerzas represivas y policiales del gobierno apoyados por la CIA y los servicios de inteligencia de los EEUU. A sabiendas que el pueblo, a quien se trataba de rescatar, llevándolo a la lucha armada para hacer la revolución, de su servidumbre y esclavitud moderna, estaba contaminado en su matriz y sustancia por una gama de elementos proyanquis o pitiyanquis, que desde que incursionaron en nuestro territorio para extraer petróleo estos invasores odiosos estadounidenses, comenzarían a horadar las células primarias de nuestro gentilicio, fragmentado la sociedad en criollos pobres y mantuanos ricos con foráneos musius, corrompiendo sus valores morales y espirituales más sagrados, descuidados por la iglesia cristiana y católica, cuyos vicarios corruptos y depravados carecían de místicas para desde el pulpito convencer con sus homilías al pueblo soliviantado por la parafernalia tecnológica foránea. Era evidente y notorio observar que en la mayoría de la clase media, que es la que puede en todo caso arrancar con un movimiento de envergadura, sus miembros se alegraban cada vez que el esposo o mujer o el hijo o la hija manejaba un carro, o compraba apartamento o se marchaba de viaje,  dejando previamente conformado su casa o su “hogar”, aunque en realidad no existiera esta institución en la práctica de la familia venezolana capaz de darle matriz a la Nación, dotada de todos los utensilios domésticos como nevera, cocina eléctrica o de gas, muebles finos, y ropa cara para la prole de caro precio. Cada trago de agua que tomaba cada venezolana, e cualquier nivel o esfera social, era como un pozo de petróleo extraído con garras infames de los veneros arcanos de la tierra que gemía a cada martillazo. La pugna chino-soviético vino acrecentarse al aparecer en escena los valores de la revolución cubana, ejemplo para que los jóvenes continuaran la lucha  de la segunda emancipación, con las armas en las manos en ciudades y montañas del país, pero el partido comunista, dirigidos por pacatos aberrados era contrarios a la  lucha armada, si no eran ellos quienes la dirigieran, excluyendo a los bravos rebeldes sin militancia de partidos, perjudicando las acciones de los jóvenes del DIREVE. Sabíamos, que en un elevado porcentaje de los venezolanos, sin conciencia, adoran más al tío Sam que al mismo Bolívar, come le ocurriera a Moisés con sus seguidores,  que mientras subía al Sinaí para  recibir las Tablas de la Ley del propio Dios, los fisanes incrédulos adoraban a becerro de oro. Ninguna  guerra de guerrillas puede dirigirse desde las poltronas de oficinas ni con burócratas, sino con vergatarios hombres dispuestos a dar su vida por la justicia y la libertad de su pueblo. Ser un con batiente guerrillero es ser un hombre completo por dentro y por fuera. La lucha nunca ha sido fácil, pero si resulta inútil cuando los pueblos no reaccionan a tiempo. Algunos dirigentes destacados del partido comunista de Venezuela se convertirían en enemigos acérrimos sin sentido del DIREVE, a  cuyos miembros había que eliminar como fuera, anulando su prestigio y excluyendo su movimiento de la palestra política  revolucionara. Entonces, Leopoldo en su carácter de Comandante en Jefe del DIREVE, tomando decisiones vergataria, por sus peligros y riesgos, reunidos en la Universidad, dispondría a manera de órdenes contundentes a sus compatriotas convencidos que necesario era vencer:
---Emilio y Rubén están presos en Cumaná, precisos es rescatarlos de la cárcel para lo cual no contamos con armas largas ni tampoco granadas---guardo silencio y remató contundente--- hay un lugar donde abunda, por lo que mañana en la mañana, haremos esto.
     Explicaría con lujo de detalles, discriminando tareas, incursión silenciosa, movimientos tácticos, desplazamiento como serpiente rodeando el objetivo, técnica en la operación comando, que tenía de ser sorpresa para unos y otros, es decir, que solo lo sabrían los que escuchaban sus palabras, que serían los mismos que participarían en la operación y los soldados capturados al momento de la acción, rápida en sus acciones y eficaz en sus resultados, sin causar alarma ni derramar sangre inocente de uno y otro bando, confirmando que en todos los riesgos siempre existe el peligro de perecer o salir herido por el menor descuido. Se tomaría por asalto la Alcabala de Conejo Blanco, entrando por la carretera panamericana, a las cuatro y media de la mañana, media hora antes del toque  de “diana”, que religiosamente en todas las guarniciones del país levanta el clarín con su algazara a los dormilones soldados para mantenerlos despiertos el resto del día. Ya dentro del  Fuerte Tiuna, se desplazarían, según el plan acordado, ejecutando la descripción detallada del croquis levantado días anteriores por Marcial Rodríguez que es Sargento Técnico de la Fuerza Aerea, quien podía entrar y salir sin sospecha del Fuerte, hacia el objetivo, que es el lugar del arsenal. Los soldados de guardia capturados, serían maniatados con mecate y sus bocas obturadas con cintas celotex, adhesivo o taype. En efecto el comando desde hacían varios días atrás habían comprado varios metros de mecate de nylon, cintas de adhesivas y taypes que en el momento le servirían para que la operación no fallara. Los jóvenes después de comprender cuanto correspondería hacer y cumplir a cada uno, se retiraron a dormir, acuartelados como estaban en el edificio Santa Bárbara, situado en la calle Bolívar del Barrio Lídice cerca de Manicomio de Caracas, cuya población también dormiría ese aciago día del 26 de febrero de 1962. A las cuatro en punto se pusieron de pie como un solo hombre, el Comando integrado por esos vergatarios jóvenes valientes, miembros del DIREVE, que en honor al primer mártir del movimiento le pusieron “Operación Jaime Fernández Vásquez”, muerto en las montañas de Vigirima el 19 de septiembre de 1961, dispuestos a cumplir las órdenes recibidas por su Comandante y llevar a cabo la operación más determinante de la revolución incógnita que trataba de abrir senderos en una Venezuela oprimida y sojuzgada por el despotismo de un tirano desde Miraflores, todos, hicieron sus necesidades, mantenía allí en el estrecho apartamento de dos habitaciones para cinco hombres, sus vestimentas, algunas armas dispersas, comida regada como sobra en la cocina, algunas viandas sucias aun no lavadas como tazas de café y platos, botellas de refresco y agua mineral, en la vieja nevera habían  algunos trozos de jamón y queso, agua destilada y otros cosas comunes, algunos muebles y dos camas de resorte con colchón de algodón duro y tres más en el piso. El recinto parecía cuévano de efectiva morada de jóvenes bohemios y apasionados revolucionarios, en cuyos ojos se podía ver la claridad de un horizonte aun enneblinado por las calinas oscuras de la ciudad, que nunca llegaría a imaginarse el sacrificio de los apóstoles que levantaban en esa madruga el pendón heroico de la libración nacional de un pueblo, luchando con las armas en las manos para hacerlos libres aunque no quisieran. Pero, el destino de las cosas ordena lo que debe sucederle al ananké de los hombres. En medio de silencioso desplazamiento, el movimiento no podía despertar suspicacia en nadie y menos en los vecinos como en cualquier transeúnte que en ese momento pudiera atravesar la calle anduviera por cualquier acera o los mirones de otras ventanas. Pero a esa hora no había nadie en ningún punto, se escuchaba tan solo los heliotropos alrededor de los bombillos del alumbrado público. El vehículo los esperaba, era un ford farlaine de 1958, de color beige, el conductor sería como siempre Dominguito, con traje verde oliva de sargento de la Guardia Nacional, experto conocedor de todas arterias viales de la Metrópolis a sus 16 años, Freddy en compañía de Oswaldo Castro y Manuel Bogan permanecerían en el apartamento esperando los resultados, sin que en ningún momento pudieran abandonarlo por ningún motivo,  mientras Francisco Sánchez Carrero, uniformado de teniente del ejército, Marcial Rodríguez de teniente de fragata de la Marina de guerra, mientras Leopoldo con grado de capitán de la aviación comandaba la operación. Las calles de Caracas estaban prácticamente desiertas con uno y otro vehículo distantes, desplazándose con señorío sin respetar los semáforos que prendían, en intervalos del rojo y amarillo al verde. Cuando el Ford con sus ocupantes, acompañando al conductor estaba Leopoldo y en el asiento atrás los dos oficiales rebeldes, quienes se dieron ánimos entre sí, seguros y sonreídos estaba convencidos que tendrían éxito. Bajando por la calle del Lídice, tomarían la avenida Sucre, que los llevaría a la plaza Catia, por donde continuarían hacia Pérez Bonalde para enlazar  con la avenida Morán, descendiendo por Artigas y caer por la Paz, luego coger la autopista rumbo a la salida de Los Teques, donde doblarían en “u” en la primera bomba de gasolina hacia el objetivo que es Conejo Blanco. El carro avanzaba raudo y veloz como águila al acecho para capturar la presa puntual. Exactamente, a las cuatro y media el vehículo con sus ocupantes frenaría con pausa moderada delante de la posta de la Alcabala, guarnecida con dos soldados uniformados y cascos, con sendos fales y cacerinas al cinto como sus bayonetas a ristre, quienes sin sospechar de nada, por cuanto amanecía con una aurora jubilosa, casi no sintieron la sorpresa, al ver que del carro bajaban oficiales de las tres armas de las fuerzas armadas.
---Soldados, buenos días---saludaba Leopoldo a sus subalternos, quienes se cuadraron al  ver al capitán, que de seguida ordenaría---entreguen las armas al teniente---señalando a Francisco---están presos, dense la vuelta---mientras Marcial extrajo del carro dos pedazos de mecate y los rollos de adhesivos, con los cuales amarraría con las manos atrás a los soldados, colocándolos debajo de la barbacana,  muro de  un metro de alto que protege la garita, poniéndole a los jóvenes detenidos sendas taypes y adhesivos en sus bocas. Los jóvenes soldados comprendían que no era juego, que estaban postrados en el piso, arrinconados, y el teniente Francisco quedaría como guardián de la Alcabala en caso de cualquier contingencia. Cumplido este objetivo, un “Fal” sería entregado a Dominguito, quien los colocaría sobre el asiento delantero.  El carro continuaría hacia su misión con Marcial y Leopoldo con Dominguito al volante. Penetraría el vehículo el interior de la fortaleza mas protegida de Venezuela, rumbo a arsenal, en medio de una calina de aurora, vaho flotante del alba como copos de algodón sobre la verde grama que bordeaba la avenida rodeada de acacias, esperando que los rayos de sol  bañaran sus copas que almacenaba bajo sus ramas los nidos de turpiales, golondrinas, arrendajos y canarios, cada uno en sus onomatopeyas silbatos, que en bandadas raudas volaban en busca de sus nutrientes comunes abundantes en la zona. Partiendo de este a oeste desde la terminal de la avenida Roosevelt, arranca se construiría la plaza “los Símbolos”, que recogen los emblemas patrios en dos canales derecha hacia la escuela militar y de esta el de izquierda hacia la universidad, con una vereda sembrada de arboleda, una inmensa alberca como el Tal Maj Hal, con una estatua del indio anónimo en representación de nuestros aborígenes estampado en piedra de calinto sobre un caballo de cemento viendo hacia el ocaso con dos leones (que no son de esta tierra como el Puma) de guardia y bordeando este estanque de más de mil  metros de  longitud y una anchura de cien metros, parterres a lo babilónico y una serie de estatuas de imitación greco-romana y al final de la misma un espacio de doscientos metros, amplitud suficiente para cualquier maniobra, mientras al norte el rio Turmerito abriéndose paso por la Rinconada avanza proceloso para unirse con el Guaire al nacer la Ciudad Universitaria. Pues bien, después del inmenso patio, se levantan dos obeliscos rectangulares y perpendiculares enclavados en sendas columnas en tierra donde aparecen, en orden de batallas y méritos, “in memoria” los nombres de aquellos próceres y mártires que se sacrificaron por la libertad de una Patria que aun gime de dolor por la sangre inútilmente derramada de aquellos hijos que nunca más volverán, sin que nadie aun la rescate del sueño en que lo dejara inmerso la muerte del Libertador. Al frente se levanta el edificio monumental y sicodélico del Circulo Militar, especie de Casino o Club, al estilo de las Vegas, dedicado a la voluptuosidad acostumbrada de los guerreros sin glorias, en cuyo interior, bien distribuido se dispone de dormitorios para las parejas amancebadas, comedores de oficiales y subalternos, dispersos por discriminación distantes, salones de bailes, salones de juegos para los picaros, un inmenso bar, repleto de todos los licores del mundo, y discoteca cerca de una engalanada piscina, galería pictórica de artistas plásticos tradicionales para que algunos oficiales y sus familias puedan distraerse, al menos, con las líneas y colores de la plástica, aunque no comprendan el valor de las mismas pinturas, adyacente al Casino se prolonga una galería muy amplia de figuras y estatuas de yesos y escayola con un vericueto de canales y lagos, pájaros y guacamayas, monos y animales de especies diferentes, para disfrute de sus hijos. Volviendo a la continuación de ambos obeliscos, se proyecta una inmensa avenida de quinientos metros de ancho, en cuyos bordes norte y sur se yerguen gradas de casamatas, el lado sur reservado, en los días de fiestas nacionales y desfiles militares, a la presidencia de la república y ministros o altos mandos, y el resto tanto del norte como del sur para el público en general hasta el entronque del paseo” los Próceres” con la Escuela Militar, llamada la “casa azul” de los sueños o fábrica de dictadores o presidentes “maricas”, donde se le enseña al estudiante castrense criollo como humillar a su pueblo y no como defender al país. Siguiendo estas líneas, al norte de la Escuela se abre una avenida cuya arteria principal  continua hacia los cuarteles y propiamente Conejo Blanco, mientras al comenzar se desborda hacia la parroquia el Valle, después de atravesar un puente sobre el rio Turmerito a cuyos bordes se desplaza la autopista Francisco Fajardo, al comenzar la avenida descrita  se proyecta un campo para jugar beisbol o futbol. Al sur de la escuela se construiría la Escuela Básica para formación de los estudiantes de los cuatro componentes de fuerzas, ejército, marina, aviación y guardia nacional, al lado el Auditorium para distracción artística de los oficiales, familiares y estudiantes. Inmersos en el interior de las construcciones monumentales de los militares, de norte a sur y de este a oeste, en una faja  banda de más de cinco kilómetros ancho, casi planos con pequeñas elevaciones a sur, y seis de largo, se construyeron cuarteles, edificios, casas de dos agua y techo de tejas para familiares, dormitorios para los soldados, comedores, etc., con lujos de comodidades, propios del confort que merecen los hombres que portan las armas para bien  o para mal de la República. Moviéndose los dirigentes del DIREVE a esa hora del alba en el corazón de  Conejo Blanco, y narrado lo que ya conocen, Leopoldo, Marcial y Dominguito al volante, comenzarían a percatarse que el tiempo estaba en su contra, faltaban quince  minutos para que la “diana” abriera trompeta de guacharaca, despertando a toda la soldadesca, no les daría tiempo para atravesar las tres alcabalas, sin levantar sospechas, que faltaban para llegar a arsenal que está ubicado a la altura de Tazón, donde hay varias guarniciones y el grueso que completan los treinta mil soldados, por lo que Leopoldo solo atacaría la primera alcabala dentro del Fuerte, la que abre caminos al sur, haría lo mismo con la de la entrada, y de regreso, se detendría en la “Prevención” de una avanzada, apoderándose de sus “fal”, pistolas y ametralladoras “uzi”, regresando por la misma vía para recoger a Francisco en la primera garita y dar por terminada la operación “Jaime Fernández Vásquez”. En efecto, así se hizo. No hubo un disparo ni un muerto ni un detenido ni un rasguño. Ahora bien, hacia el sur del complejo militar de Conejo Blanco el general Pérez Jiménez en su afán de dotar al país de una fortaleza soberana construiría un conjunto y serie de  edificios de concreto y bloques, cabillas y plataformas de la más moderna ingeniería y la arquitectura más sobria en la materia, cuarteles, dotaciones docentes, hospitales, comedores, refugios, etc. Lo propio en todo fuerte moderno, con sus servicios completos de electricidad, agua potable, aguas negras, teléfonos, etc., vías de penetración, veredas, calles, avenidas, varios estacionamientos, campos deportivos para las competencias de beisbol y futbol y canchas de juegos, volibol, baskec ball, tenis, talleres mecánicos, caballeriza con sus establos, economato o mercado donde oficiales soldados y familiares o parientes pudieran adquirir mercancías, alimentos, bebidas y bienes de la dieta más baratos que del común mercado. Al divisar Francisco el Ford beige, comprendió que no había problemas, que todo había salido bien, al menos, a distancia de ojo a la vista, observaría con cierta aflicción juvenil a los soldados detenidos postrados en el suelo, sin  poderlos soltar de las amarras, les dijo.
---miren, compatriotas, ustedes son como nosotros, jóvenes, somos combatientes de la revolución que ha estallado en Venezuela, traten de incorporarse desde adentro de los cuarteles, no disparen nunca contra el pueblo, ustedes son hijos de gente humilde y pobre como nosotros--- Les dio con afecto  a cada uno una palmada en los hombros, quienes sonreídos no comprendía el impacto de la sorpresa en la garita parecida a un isósceles invertido y cilíndrico, con una barbacana o muro de un metro de alto y cuatro columnas, echo de teja como para albergar un pelotón, donde ese día no había nada más que dos soldados imberbes y trasnochados--- saltando de la barbacana al carro conducido por Dominguito.  Al montarse Kiko en el vehículo con estentórea sonoridad de clarinete la diana reventaría los espacios, eran las cinco o de la mañana. Con puntualidad la diana despertaba a los soldados y los jóvenes rebeldes habían cumplido con su misión libertadora en el tiempo cronometrado con exactitud de comando
   Con la velocidad de un rayo el Ford se desplazaba devorando la autopista por el canal de mayor circulación hacia los túneles del Valle, el Cementerio y El Paraíso para caer en cosas de tres minutos raudos por la rampla del túnel de Los Flores para caer en la avenida Sucre y cruzarla para subir por el Manicomio y estacionarse frente al edificio Santa Bárbara, mientras que dentro del mismo vehículo se despojaban de los uniformes militares, quedando, tan solo, cada uno con una camiseta de diferentes colores, dejándose tan solo el pantalón, el resto de la ropa la meterían como las gorras en una bolsa, al abandonar el carro sonreídos y silencioso,  con aire de satisfacción y dominio de conquista, penetrarían el interior del edificio, en cuyo primer piso mantenían un apartamento de fácil desprendimiento por la puerta trasera que daba acceso a un solar y a otras casas del vecindario para desembocar a Gato Negro en la avenida Sucre. Ya, en el interior del apartamento, Freddy siempre humorista y con los ojos verdes moviéndose de alegría abrazaría complacido a Leopoldo a quien tenía como su ídolo preferido, quien llevándose el índice a la boca le indicaría a los demás que no hablarán, por el despejar de la aurora al amanecer, y en voz casi inaudible les narraría la peripecia y el resultado que estaba a la vista.
---Por hoy, la operación ha  sido todo un éxito---mostrándoles las armas capturadas. Los jóvenes quedarían estupefacto, por lo cual Leopoldo, sugirió más que ordenaría, limpiar las armas y meterlas en una caja que previamente tenían preparada de color verde, parecidas a las del ejército 
  La operación comando “Jaime Fernández Vásquez” había sido todo una batalla ganada en pleno campo de operaciones al enemigo, se apoderaron de l4 “fal” belgas, cuatro ametralladoras “uzi” de fabricación israelí, tres pistolas browning de nueve milímetros con sus respectivas cacerinas. La nación disímil heterogénea del pueblo en las familias de sus respectivos e individuales o particulares hogares despertaba de otro sueño. Entonces, prepararían el desayuno con huevos y jamón, pan y café con leche unos y otros leche o jugo de naranja, conviniendo que partirían como lo habían acordado días anteriores, partir en la madrugada del día siguiente hacia Cumaná para rescatar a Rubén y a Emilio de la cárcel, por lo cual las armas tenían que estar bien protegidas y guardadas, y que los que quisieran despedirse, sin causar suspicacia o sospecha en sus familiares podían ir  a ver a sus padres, madre y hermanos, cosas que harían, sin mayores contratiempo, quedando tan solo en el apartamento Leopoldo, quien había escrito una carta a su madre, donde le expresaba todo cuanto estaba haciendo por la revolución y la Patria, y la obligación que tenia de rescatar a su hermano de las garras de la cárcel para continuar la lucha,  razón por la cual no podría ir a verla como eran sus deseos, mientras Freddy, menos expresivo recordaba a sus abuelos que vivían en el Cementerio, por cuanto su mamá hacían años que se había ido de este mundo. Después del mediodía, a golpe de cuatro regresarían Manuel Bogan y Oswaldo Castro, quienes siempre andaban juntos como preguntándose algo, Marcial lo haría casi a las ocho de la noche, mientras que Dominguito se reportaría a las seis. Se dispondrían a dormir, confiados como todo joven sin malicia ni maldad, con un corazón lleno de sueños.  En la madrugada cantaría otro gallo.
    A las nueve de la mañana desde Barquisimeto el presidente de la República, en su afrancesada polifonía, trasmitiría en cadena nacional de radio y televisión al país, que “un grupo de guerrilleros comunistas que operan en la ciudad tomaron por asalto las alcabalas de Conejo Blanco, pero serán reprimidos y capturados por la policía del gobierno”.  Con ese anuncio oficial la Nación entera estaba enterada que la lucha armada tomaría cuerpo de rebelión en las montañas y ciudades, por lo que los partidos y hombres y mujeres de izquierda tenían que saber cuál tendría que ser de allí en adelante su posición en la historia. La operación había sido delatada, la inteligencia del gobierno se puso en movimiento para capturar a los rebeldes revolucionarios. La zarpa traicionera de los políticos de “izquierda” como Atreo se puso al lado del  régimen para matar a sus hermanos. El piltre socialista con su “hallaquita”, corbatín, que le hacía cosquillas para sonreír como todo gigoló y  petimetre de moda, con el amo del burro y el cornudo polaco no descansaría hasta ver materializado su propósito diabólico de servirle como un seide traidor, mejor que nadie, al imperialismo, sin importarle las desgracias y muertes infames que causaría. La lucha sería a muerte.-FIN
   




                                SANTA BARBARA o el 26 de febrero de 1962

                                   De Cruz Emilio Salazar R.- Caracas, 27 de marzo de 1998

   El “drama aún no termina”, había dicho el hombre del corbatín a los giróvagos del socialismo Guillermo García Ponce, Pompeyo Márquez, Teodoro Peckof y a su hermano Eduardo Machado. Mientras el italiano mafioso Luigi Saturno, quien por naufragio como Peckof había arribado a las costas venezolanas, inculcaba a los sicarios Atahualpa Montes, Efraín Paredes y otros esbirros ebrios de sangre en la cuna y sede de la casa del terror y torturas, Digepol, situado en los Chaguaramos, cuando a la misma hora Marcial abrazaba a su madre, en sentimental despedida, en las colinas de Propatria, sector humilde de la Caracas poblada de gentes trabajadora y agobiada, vejada y humillada por los pitiyanquis adecos confabulados con comunistas renegados, renuentes al cambio necesario de la historia, que empujaba la juventud rebelde, mientras la otra juventud opulenta del “Este” se extasiaba en sicodélicas drogas de boato y frenesí.
---Vamos, compadre, yo sé donde están….---refiriéndose el espía a los jóvenes del DIREVE que habían tomado por asalto la Alcabala de Conejo Blanco en la mañana de ese día, 26 de febrero de 1962.
    Atahualpa con su atuendo de bachaco, de piel caituca y pelo encrespado, con ojos de gato, pequeño y repleto de buena vida, era el jefe de operaciones de la Digepol, dirigida por Erasto Fernández, le contestaría, con la paciencia de los que trasnochado de maldad han causado muchas muertes inocentes, enlutando familias humildes. Los sicarios del sistema nunca  matan a un rico por sus ideas.
---Tenemos que esperar, ya los delataste. Son los hermanos Salazar del DIREVE los que asaltaron la Alcabala de Conejo Blanco. Al otro lo tenemos preso en Cumaná.
---Es que se pueden escapar, vamos compadre, ahora, no hay que esperar más---casi ordenaba el espía y traidor a sus jerarcas del crimen organizado desde el poder, que marcharan a la trampa.
   Pasaría todavía una hora con la terquedad del siciliano, convenciendo al esbirro para sitiar el edificio Santa Bárbara No 5, donde descansaban los guerrilleros del DIREVE, quienes conservaban  bien  protegidas en cajas de madera las armas capturadas en el asalto al Fuerte Tiuna, las cuales serían usadas en la toma de la Comandancia de Policía de Cumaná, donde permanecían presos Rubén y Emilio en un furnia tenebrosa. Pero las ráfagas de la tempestad toman otros vericuetos difíciles de controlar. Los agentes de la DGEPOL estaban  entrenados, especialmente con exclusividad, en estos tiempos de borrascas y revueltas y revoluciones comunistas, no detenerse en nada, “disparar primero y averiguar después,  asesinando con carta blanca a los combatientes, quienes se disponían, sin presentir ninguna alevosía ni traición de parte alguna, con las armas empaquetadas, a dormir para madrugar y zarpar hacia la primogénita de Continente.
---Bueno, compadre, hemos esperado y no tengo a nadie que me reemplace, pero voy a complacerlo, iremos darle una ojeada, sin orden de nadie. ¿Te parece bien, Efraín?---dirigiéndose a Efraín  Paredes otro acuche en mando compartido
    Partieron a las seis y media, casi comenzando a oscurecer, en dos patrullas negras de la negra Digepol ocho expertos criminales en armas, el chofer con Atahualpa al frente en un vehículo y en el otro Efraín con sus secuaces. Mientras el espía y delator italiano, a quienes los jóvenes le habían ayudado económicamente para sostener a sus hijos, que pasaban hambre al lado de su madre en una casita arriba de la Pastora, casi detrás del Seminario, arrancaba en su carro de alquiler, indicando por donde había que moverse hasta llegar al lugar, donde pernoctaban los jóvenes combatientes.   
      Al doblar a la derecha en la primera cuadra de avenida Sucre, viniendo de Miraflores, al pasar la “Cueva el Humo”, lugar de confrontaciones lujuriosas,  sube por Lídice hacia el Manicomio y al doblar a la izquierda dos cuadras después entras en la avenida Bolívar y a tres cuadras, dobla a la izquierda nuevamente,  luego a la izquierda para entrar en una calle ciega, donde al final se divisa un viejo edificio de tres plantas y de dos apartamentos por piso, de color gris por el viejo friso con ventanas de vidrio y puerta de hierro, sin ascensor a los cuales de asciende por unas escaleras de siete escalones de un metro de ancho. Ahí está edificio  Santa Bárbara No. 5, donde ocurrirá lo que se narrará en estas páginas en esa noche trágica del 26 de febrero de 1962 a las ocho de la noche de un día viernes.
      Rubén y el que Escribe permanecíamos en una mazmorra fúnebre por el barrio Las Palomas de la Comandancia de policía de Cumaná. Iraida, mi mujer, me había visitado el día anterior en cuyo entrevista le entregué en una cajita de fósforo el croquis o plano concebido por mí con los datos obtenidos de presos y policías indiferentes del edificio y la cueva donde permanecíamos golpeados Rubén y yo para entregárselo a Leopoldo al llegar a Caracas el viernes en la tarde,  quien ejecutaría la trayectoria de la operación de rescate en base al mismo. Cuatro años hacia que un 23 de enero de 1958 el pueblo movilizado inconsciente por los intereses yanquis y las debilidades políticas de los partidos habían derrocado al general Pérez Jiménez. Convocado a elecciones el experimentado partido, banda de zánganos y pederastas, Acción Democrática ganaría las mismas, siendo colocado en Miraflores como Presidente Rómulo Betancourt a quien el pueblo comenzaría apodar  “el Napoleón de Guatire”, su lugar de nacimiento. Se constituiría  gobierno adecocopeyano de Rómulo Betancourt, en estrecha alianza y contubernio político con el jefe social cristiano Rafael Caldera, con el deliberado propósito de servir y defender mejor los intereses norteamericanos, deslindando las esferas privadas con predominio económico sobre lo público al cual había que debilitar en su gestión de gobierno, pero también para controlar las actividades subversivas en Caracas y el resto del país, por la aparición repentina de la revolución cubana con rasgos comunistas  y ejemplo de combate para la juventud, por lo cual  había creado la siniestra “SS” venezolana, similar a la hitleriana,  la que llamarían DIGEPOL, con varias garitas de terror, ubicadas en urbanizaciones de la clase media, a  las que el pueblo bautizara “la Casa Gris”, “los Chaguaramos”, puntos estratégicos de torturas y terror, comandados por Zamora Conde, Erasto Fernández y Atahualpa Montes, quisling emparentados con los malinches mexicanos, herederos del “Trocadero”. Sobre todo el territorio, nacional se cerniría una tétrica sombra de terror, sombría, fría y calculadora, comandas por dos poderosas fuerzas idénticos a dos huracanes combinados con los ciclones y tornados del Caribe con energía de tempestad, alimentadas una por los dólares y recursos del propio imperio de los EEUU y la otra por la estrategia cínica de un Vaticano pulverizado por el fascismo, que desgarrarían para siempre la estructura social, ideológica, política, económica, moral, ética y patriótica de todos los venezolanos. Mientras los llamados “lideres”, por una parte, se erguían como un “clan” cada uno en su predio sobre las ruedas del poder, en una militancia que siempre resultan ser los más pobres esperaban famélicos en las aceras como las moscas espantada por el hambre trasmitían el mensaje que todo continuaría igual, que los ricos seguirán siendo ricos y los pobres, pobres, que la miseria y la pobreza cogería sabanas de soledad y abandono. Estos hijos espurios del íncubo satánico se auto convencieron que había que abrir fuego contra cualquier manifestación comunista viniera de donde viniese. El calificado “Nopoleón de Guatire” era hijo de un guanche que había naufragado en las costas de Pariata, uniendo en suerte marital a una mujer humilde de estirpe aborigen,  engendraría varios hijos, entre los cuales nacería este canario, que se haría comunistas al lado del puertorriqueño Muñoz Marín y el costarricense José Figueres, con quienes mantenía estrecha relación epistolar, quien en su afán aventurero viajaría a Colombia en Barranquilla redactaría un mamotreto “plan” para hacer de Venezuela un país comunista, pero después de la segunda guerra mundial, al convertirse por primera vez en Presidente de la República por el artero golpe de estado al derrocar al general Isaías Medina Angarita en la llamada “revolución del 18 de octubre de 1948”, que no fue más que un madrugonazo trapero, daría un cambio de 380 grados para arroparse con la piel de León y garras de pantera. Siendo a partir de allí la querida de Rockefeller, agente de la CIA y el mas furibundo anticomunista del país nacional. Las masas no sabían qué era el comunismo, tan solo lo aborrecía por la propaganda extorsionante del régimen, y sentía pavor cuando alguien gritaba “soy comunista”. El pueblo ignoraba que el comunista es un apóstol de la libertad y la justicia, es un discípulo de Cristo y un soldado del Libertador. Tardaría muchos años en comprender qué es ser comunista, que hasta los soldados anticomunistas y asesinos de guerrilleros se convirtieron de la noche a la mañana, por obra del líder oportuno, en combatientes por el socialismo años después. Por eso el pueblo que  nunca se equivoca lo apodaba “el Napoleón de Guatire”, cuyos instintos también conocería muy bien. Este canario con efélides, ñaruso y rostro de estopa  con mas espinilla que verrugas, siempre andaba armado con un revólver calibre 38, debido a que un día subiendo por el manicomio  matara por la espalda al joven Alberto Carrasco, quien en una discusión días anteriores le había descubierto sus instintos libidinosos de homosexual pervertido, cuando le grito en público “tú eres un Sardanápalo, con caderas más anchas que los omoplatos. Marica, rata”. Pues el “napo”, herido en su amor propio, debido a que no hay nada más doloroso para un homosexual que descubran su secreto íntimo y le llamen “marico”, es como a la mujer de apariencia casta, quien la apode “ramera” se arruina en el burel, no se dejo acobardar y apoyado por sus acuches, lo espero en la subida del manicomio y lo remato a tiros,  descargándole el revólver de cacha blanca que aún conserva visiblemente en los actos públicos. De nuevo presidente y con ese augusto sumario romano, la política aplicar sería “la de disparar primero y averiguar después”, que dejaría una legión nutrida de muertos inocentes en las calles de las ciudades, montañas, quebradas y sabanas del país. En cambio el otro espurio, cucufato deyecto y cruel en igualdad de propósitos, emparentado con las sotanas de Juan Bosco y las vesanias inquisitoriales de Ignacio de Loyola, había sido recogido por una familia generosa de las puertas de un convento en San Felipe, Yaracuy, donde tal vez, lo dejara abandonado su joven madre a quien nunca conocería.  Rafael Caldera también mantenía el fardo oprobioso de la vileza en su espalda con campanas de conciencia con la paliza que le diera a, Leoncio Martínez, “Leo”, quien dirigía el periódico “Fantoche”, donde caricaturizara al compungido beato. Tenía la soberbia del espanto y la docilidad de la serpiente, lo llamaban el “fraile” por ser mas beato que creyente y como el “napo” que nunca podría completar sus lecciones universitarias, tenía la certeza de poder m atar sin compasión a cualquiera. Se había amurallado en los estudios universitarios para comprender mejor como defender los intereses ajenos en contra de su propio país a  contra el que sentía un odio salvaje y bestial por ser hijo natural, como el “napo” por ser hijo e inmigrante desclasado. Uno era “leguleyo” sin título, otro “peperry” con su cambuj de calambuco. Ambos heliogábalos del poder estarían devintos en su propia madriguera por la misma antinomia dialéctica de la historia. Esa es la verdad de la historia que puede ser más que leyenda. Ambos espurios eran acuches, compinches y cómplices, sin ser amigos, desconfiados en extremo por sus propias ambiciones ocultas. Estos países de Américalatina, que nada tienen en común con los EEUU del Norte ni con Inglaterra ni Francia como tampoco con Rusia ni China, especialmente, Venezuela, donde los patrones de libertad, justicia, honor, dignidad, son banderas que flamea un pueblo amorfo e indefinido en su composición social, sin identidad propia de una patria aun no estructurada, políticamente, para conquistar el poder y conservarlo, en sus cimientos, tal como lo deseara Bolívar. De manera que cualquier podía hacer gobierno, bien como jefe de una facción armada, banda de forajidos o partido político sin escrúpulos, por cuanto los que han asumido el mando para gobernar no controlan una familia con el calor del hogar, que es la matriz de la Nación para forjar el Estado que necesitamos. Sin familia no hay Nación, sin Nación no hay Estado y sin Estado cualquiera puede hacer gobierno. Esa es la suerte que ha tenido que soportar  este país. Venezuela no es Inglaterra que se diera el lujo de desterrar al que promulgara la primera Constitución, Juan Sin Tierra”, degradaron al rey Eduardo II, como que le quitarían la corona a Ricardo II, desconocerían a Enrique IV, Colgaron a Carlos I para llevar al poder a Oliverio Cromwell decapitándolo después, tuvieron a Isabel I y la II también pasando la reina Ana que convertiría la armada inglesa en una legión de piratas legales y la dinastía centenaria de la reina Victoria que se diera el lujo de acostarse con el palafrenero John Brawm el mismo día que muriera el rey, satisfaciendo sin escrúpulo sus voluptuosas lujuria; con un Eduardo casado con la norteamericana “Sipsom”,  divorciada que le costara la corona, un Wisthon Churchill enfurecido por las ráfagas de un Hitler enardecido que bombardeaba Londres todas las noches, soportando ese pueblo las inclemencias de las vicisitudes mas oprobiosas, pero saldría adelante para enfrentar la permanencia de una reina Isabel II, que no abandona el trono para su envejecido hijo Carlos, cuya esposa Diana sería inmolada por los mismos prejuicios de la corona. N i tampoco es Francia a la que Carlo magno rescatara imponiendo drásticas medidas para conservar el poder, soportando después el despotismo de Richelieu y los caprichos de Luis XIV como las veleidades cortesanas Ninon de Lenclos, y  madam Pompadour, la tempestad de la revolución francesa con los horrores   de un Robespierre que no perdonaría ni a Dantón, después de guillotinar a Luis XVI y la hermosa casquivana María Antonieta, apareciendo en su horizonte el sabio jinete del imperio Napoleón Bonaparte para convertirse de reino en república como Polonia que prefiere mil veces ser cosa pública que mantener corona sobre la cabeza, defenestrando su tradición secular para incorporarse al socialismo, derivado de la segunda guerra mundial, del cual saldría espantada para retomar las riendas de la república otra vez. Venezuela tiene algo de eso, pero no en igualdad, quiere ser república pretendiendo mantener dinastía de poder con  cualquiera que asuma el gobierno. En Europa como en EEUU las clases sociales están bien definidas, la aristocracia, la burguesía, el proletariado, el campesinado y la clase media. Las esferas de poder están casi delimitadas, a través de un equilibrio de justicia y libertad que no rompa el cristal de las rivalidades, por lo que ante cualquier contingencia sabe afrentarla, tanto las calamidades internas, revueltas tumultuosas o revoluciones sangrientas, a las que le tienen pavor, como a la tempestad de una guerra más fácil de do minar que cualquier rebelión popular. Venezuela, no hay ni aristocracia ni burguesía, más bien un híbrido financiero e “oligarcas” que controlan la propiedad privada y la hegemonía de los gobiernos, dejando desamparado la clase obrera, al campesinado y a la clase media. Por lo que se impide que los mismos oligarcas puedan crear los elementos de equilibrio para armonizar los intereses contradictorios de estas moleculares fuerzas, por lo que con facilidad ante cualquier arremetida de masas o golpes de estado pierdan el poder en circunstancias imprevisibles. Aun, esta clase, no ha aprendido nada sobre lo que es el poder. Del Libertador para acá hemos tenido  gobiernos que solo mueve sus intereses particulares convirtiendo al país en una inmensa hacienda particular, los ricos arriba y los pobres abajo, carajo. Nunca ha habido justicia ni libertad en ninguna parte desde que el hombre comenzara a trajinar sobre este mundo n ik tampoco en n futuro casi ya cercano la habrá. Páez, Guzmán Blanco, Gómez y los forajidos adecos y copeyanos no han sido más que bandas armadas que tomaron el poder en s oportunidad. Sería muy difícil delimitar las esferas del poder, respetando los derechos e intereses de cada clase social. La lucha de clases que Marx promoviera ha dado resultados nefastos en Rusia, China y Cuba. Así como no existe la justicia ni la libertad, tampoco existe la democracia ni el socialismo y mucho menos el comunismo. Como tampoco se puede mezclar la política con la religión para confundir al pueblo que siempre por mayoría es ignorante e ingenuo en sus creencias, pero más sabio por su paciencia para comprender las cosas con fe en su destino. La ley del valor, columna vertebral del capitalismo, caldo de cultivo del imperialismo, hay que desmenuzarla, resolviendo los problemas de la inflación, la deflación y las crisis catatónicas del curso de la moneda entre las clases sociales, con análisis profundo de sus indicadores económicos para  proyectar sus resultados con eficiencia hacia la solución de los problemas sociales, si queremos construir un sistema diferente al voraz capitalismo esclavista y explotador.
     El corito “comunista”, pequeño en cuerpo y alma, bajito por lo rabión de su estrechez, ateo de nacimiento, egoísta e hipócrita, envidioso y misógino, espía nato  y traidor consuetudinario con sangre anarquista” le diría en abierta franqueza al “cristiano” calambuco, de cierta estatura sin estirpe de galán, pelo lacio de genoma aborigen, bitongo y zorro como taimado discípulo de Torquemada, fiel partidario de Francisco Fernández Vinoni el mismo de Puerto Cabello, espión, envilecido por su viciada castidad, en la campaña electoral de 1961:
---Mira, Rafa, Venezuela es un manjar inagotable que tenemos que disfrutar como el Papa al Vaticano porque “Dios nos los ha dado”---conspicuo y seguro de su nuevo militante---a ti te toca una buena tajada.
---Estoy persuadido de todo ello napo----sonreído, sin terminar la palabra.
--- ¿Cómo, es la vaina?---replicaría enfurecido el misógino “chirota” Rómulo.
---Bueno, ¿tenemos o no tenemos confianza?
---De ahora en adelante, los adjetivos no tiene importancia entre nosotros.
---Así tiene que ser, si vamos a compartir las responsabilidades de poder.
     Dos diabólicos personajes, crápulas y esperpentos fétidos de cualquier contaminación humana, henchidos de vanidad, egoísmo, intrigas, hipocresía y envidia mutua muy bien disimulada, pero ninguno sabía quién era el diablo y cuál Luzbel. Íncubos fetales del mismo vientre de la depravación maldita que envolvería a Venezuela en una sombra terrible de persecuciones, corrupciones, traiciones y crímenes impunes durante cuarenta años en el poder, alternativamente. Muy lejos resplandecía con brillos de bondad y  compasión en el  ámbito inseguro donde los jóvenes permanecían inocentes de la verdad que pronto se cerniría sobre ellos como un rayo mortal. Tanto el barraco ateo como el cucufato santurrón tenían miedo de Dios y aparentaban adorarle pero en los hechos de la verdad seguían los pasos ineluctables de Satanás hacia el infierno.
    Binomio de energúmenos, de rasgos y lances étnicos de dos razas antagónicas que nunca han compartido la ecuanimidad del entendimiento, uno de origen aborigen pero de rancia soberbia y arisca tempestad de terco fanático y el otro mórbido producto de una casquivana barloventeña y un guanche ebrio de Tenerife, engendros naturales que no tienen en sus estromatolitos nada del regio Amalivac, Dios de esta “tierra de Gracia”, creador del Orinoco y de todas las aguas y ríos que alimentan esta telúrica geografía  con sus montañas, sabanas, quebradas y de las  miles de especies de árboles que con sus raíces mantienen viva la vida con sus frutos múltiples y variados para alimentos de sus vernáculos hijos. Con seguridad casi religiosa podrían ser hijos de Ahriman y de Yang,  con su fadegénico genoma con la deliberada misión de producir mas hambre y mantener la miseria en la miseria del pueblo. Por lo que nunca podría sus sueños, ideales u homilías acercarse a Ormuzd ni a Ying ni menos a Yahvé ni a Jehová y mucho menos a Dios. Son patéticos personajes de terror que enlodarían de sangre, hambre y miseria a los venezolanos durante cuarenta años en el poder.
   El tiempo en el interior del edificio Santa Bárbara, con Leopoldo, Francisco, Freddy, Manuel Bogan y Oswaldo Castro desplazaba sus momentos con ansias y desesperación de salir cuanto antes de Caracas, cuando almorzaban confiados unas caraotas preparadas en la mañana con carne mechada y arroz.
---Estas caraotas, Leo---así llamaban, cariñosamente, a Leopoldo---te quedaron de pinga----comento gozoso Freddy.
---Repita el que quiera, hay bastante en la olla---respondió sonreído Leo, mientras veía disfrutar del frugal pabellón criollo a sus camaradas, a quienes tal vez nunca más volvería a ver, experimentando un frio presentimiento imposible de contener. Viendo a Francisco, siempre serio y de brazos cruzados,  sacó una carta del bolsillo de la camisa, y le dijo:
---Kiko, te entrego esta carta para que se la hagas llegar a mi mamá, tú sabes dónde encontrarla---en dicha epístola Leo le explicaba a doña Cruz Romero de Salazar, madre de ambos combatientes, los pasos que había dado con su hermano Emilio, preso en Cumaná, para fundar el DIREVE, y lo que este movimiento constituía para la lucha revolucionaria que se estaba desarrollando, donde además le señalaba con lujos de detalles el por qué de la lucha y contra quiénes era la guerra de guerrillas de liberación nacional, para acabar con la pobreza y desterrar para siempre el sistema capitalista de explotación en Venezuela, hoy apoyado y garantizado por los políticos traidores de acción democrática y copey desde el poder, con la delibrado apoyo del partido comunista, cuyos  máximos dirigentes estaban decidido a eliminar como fuera al DIREVE y a sus dirigentes, por cuanto para estos seudos marxistas” las condiciones objetivas y subjetivas no estaban dadas, reservándose dichos comunistas la dirección anarquizada, sectaria, desesperada para conducir la lucha excluyendo a los hermanos Salazar del panorama político nacional, poro lo que se propusieron como en efecto lo hicieron de presentarlos, sin escrúpulos ni moral, ante la opinión pública y al pueblo en general como “batisteros cubanos”. La infamia no podía ser más deyecta y vil. Kiko entregaría esta epístola a mi mamá, quien la conserva como un relicario de combate. Esta conducta de los dirigentes más altos de los partidos comunistas en Americalatina era muy común. El PC de Venezuela mantenía la línea política de anular al DIREVE como movimiento político independiente, que escapaba a su control militante, sacrificando a sus dirigentes, por traición y delación al enemigo, como sucedería en 1966 con Mario Monje en Bolivia y el “Che” Guevara. Todo aquel hombre o mujer de izquierda o militante de los partidos comunistas que divida cualquier movimiento de izquierda revolucionario es un traidor. Dividir las fuerzas favorece siempre al enemigo. Tanto la izquierda no militante como los secuaces del partido comunista, la izquierda “come candela”, hasta los mismos adecos, Pérez Jimenistas,  social cristianos amparados en la iglesia proterva, estaban enfrascados en una polémica volcánica incandescente, inútil como estéril, bizantina y oscura, sin definición de principios o dogmas arteros, donde participaban liberales, marxistas, troztkista, stalinistas, maoista, guevarista, fidelista, salazaristas, pacifistas, violentos y rebeldes contumaces, acerca de ¿cómo había que abrir las compuertas de la revolución?, por la vía pacífica a través de elecciones “democráticas” o por la armada y violenta como lo acababa de demostrar el triunfo de la revolución cubana. Ahí radicaba el espinoso problema, de comprender, con euforia, odio, pasión, miedo o valentía cuál era el camino a seguir. El comando de la revolución y de la lucha armada tenía que estar en una sola mano en lo político y militar para poder ser indivisible en sus decisiones  
    A golpe de cuatro, tal vez, regresarían los combatientes Marcial y Dominguito, quienes habían partido en la mañana a despedirse de sus familiares para partir rumbo a Cumaná en la madrugada, donde tomarían por asalto la policía y sacarían por la fuerza de la cárcel a Emilio y a Rubén. Ese era el plan. Leopoldo, había engrasado las armas y las había empaquetado con  Kiko, Freddy, Bogan y Castro por lo que después se dispuso en compañía de Kiko y Freddy a preparar unas caraotas negras, arroz,  carne desmechada y plátano frito para almorzar, gourmet activo y continuada que se producía con precisión doméstica en el apartamento con sus camaradas, quizás, en una de sus intuiciones  presagiaba con premonición que el asalto a Conejo Blanco sería su último combate como la comida que ahora preparaba con esmero y gusto familiar por un hilo frío que recorrió su cuerpo, imperceptible para los demás. En otro lado de la ciudad conmovida por la hazaña de los jóvenes, a quienes no conocían, Gustavo Machado con su hallaquita roja calada al cuello duro de su camisa blanca, discutía con sus hermano Eduardo, Jesús Farías, Guillermo García Ponce, Pompeyo Márquez y Teodoro Peckof sobre los acontecimientos ocurridos.   
----Esto se nos puede escapar---con voz altanera como era su peculiar entonación prepotente de frustrado combatiente de montoneras en los paliques habituales---si falla la información de Saturno.
---- Qué pasa?—pregunto dudoso Peckof.
----Luigi ya va en camino con los de la Digepol a terminar con esa emboscada.
--- ¿Cómo lo dices tan seguro?---inquirió el propio Eduardo.
---¡Bueno, si es así, debemos esperar los resultados!---afirmo docilmente Jesús Farías.
---Exacto, no hay vuelta atrás, ya tengo el proyecto de cómo vamos artillar las zonas de la Azulita para comandar las guerrillas y capearle la proeza a estos carajos.   
---Sin entrenamiento no podemos enviar nuestros jóvenes camaradas al combate---exigiría Jesús Farías.
---Para hacer la guerra no se necesita disparar, basta con proponerse matar al enemigo---corrigió Gustavo Machado, que tenía experiencia en como asesinar a inocentes guardias en Curazao. Lo que ignoraban, en su desmedida ambición sin causa, con ensañamiento y odio a jóvenes rebeldes,  estos “dialécticos marxistas” es que la revolución que se levanta sobre la mentira, el engaño, la intriga, el egoísmo, la envidia, la intriga, la hipocresía termina siempre en la traición mas pérfida, y por consiguiente, si acaso llegare a tener éxito, sería un triunfo pírrico, por cuanto lo efímero en la historia cien años tiene el equivalente de menos de un día. Así quedarían estigmatizados para siempre como traidores y agentes del imperialismo estadounidense, en las páginas de la historia, a pocos años de la década de 1960.
    A las seis y media de la tarde, cuando las calinas enneblinadas comenzaban a caer sobre la falda del Guarairarepano,  se prendieron las luces públicas, iluminando mustiamente el sector, estaban llegado a las cercanías de la calle Bolívar de Lídice, donde está ubicado el edificio Santa Bárbara  No. 5, la primera avanzada de digepoles armados hasta los dientes y con  la intención criminal del asalto a mansalva sin compasión alguna comandados por Efraín Paredes y Atahualpa Montes, quien después de un minucioso y discreto recorrido por los empalmes de las cuadras, asesorado por Saturno Luigi, quien en ese instante le indicaba:
---Mire, compadre,---rodeado de Efraín Paredes y Sabino el del sombrero negro--- no puedo avanzar más, me podrían ver desde aquel edificio---señalando con el índice el pequeño edificio  gris de tres piso, Santa Bárbara No 5---allí, en el primer piso, es donde se esconden.
---Ya has hecho tu trabajo, vete, te enterarás por la prensa. No me llames, okey---, le dijo Atahualpa Montes, reunidos con su pelotón de asaltantes trazando la chanada para engañar con trampas a los jóvenes que pronto sabrían que era un chasco mayúsculo por la sorpresa repentina.
     El sicario en posesión de las coordenadas del lugar, los puntos de entronque, las entradas y salidas, y lo estratégico del edificio, se percataría que había que pedir algunos refuerzos a su comando, de la Guardia Nacional y Policía Técnica Judicial para poder incursionar con seguridad de éxito en el interior de la construcción. De manera que a comenzar a movilizar sus cuadros y desplazar sus efectivos, primero intentarían penetrar al interior del edificio, con fiados en el impacto de s presencia feroz y contando con lo imprevisto, las sorpresa y la poca experiencia de los jóvenes a quienes querían capturar o matar. A las seis y cincuenta y nueve minutos de la noche, faltando solo minutos para las siete, tres agentes de la Digepol uniformados de negros, imitación oportuna de los “SS” hitlerianos, armados de ametralladora, con chaleco antibalas, máscaras anti motín se posesionaron de la entrada y tocaron con fuerte estridor a puño la puerta del apartamento. Adentro los jóvenes, no se inquietaron y sin miedo, resuelto y decidido, pese a que la puerta no tenía ojo mágico, Leopoldo, con las pocas armas que tenían encima, a disposición de uso, por cuanto las del asalto a Conejo Blanco estaban guardadas en caja, en segundos temerarios,  colocaría a Francisco y Castro en un  ángulo del balcón derecho, mientras Manuel y Freddy en la ventana de un cuarto, puntos seguros para repeler cualquier agresión con fuego exterior, y de repente, sin decir, nada, abriría la puerta de un solo golpe, apareciendo de frente un robusto hombre armado, sin rostro visible, enmascarado, en posición de combate, despojándolo con un fuerte arrebato de su fuerza juvenil, despojándole de la ametralladora, empujándolo escalare abajo, accionando inmediatamente la ametralladora “uzi” contra los intrusos agresores, quienes rodarían escalera abajo como fardos del sistema, sin vida. A los primeros disparos, las fuerzas del enemigo, posesionado del terreno, comenzaría una estertórea granizada de metrallas contra el edificio, que romperían el silencio y la tranquilidad doméstica del sector, escuchándose por todas partes gritos y lamentos de mujeres, niños y hombres como nunca habían visto antes nada igual. Los gobernantes enfrascados en su paralogismo inverosímil sobre la realidad, mientras los jóvenes abiertos al cambio estimulados por el triunfo de los barbudos rebeldes de la Sierra Maestra experimentaban estímulos de valentía para lograr la libertad con heroísmo para la ablación requerida por la Patria. Los vecinos dispuestos a descansar o ver alguna película vaquera de las que acostumbra el régimen a rodar por las noches o algún culebrón de las novelas empalagosa de Cabruja y compañía,  sabían o presentían que algo sucedía en el primer piso del edificio Santa Bárbara No. 5, pero callaban o miraban de reojo al otro, sin chistar de alguna voz fuerte que salía del apartamento ocupado por los jóvenes, en medio del tiroteo e intercambio reincidente de fuego nutrido durante todas las horas transcurridas de incertidumbre e interrogantes, pensaban las mujeres en sus esposos o sus hijos que aún no habían llegado de la calle, y meditaban con religioso  terror y pánico de miedo “ a quien matarán ahora estos verdugos, asesinos. Pobre la madre que pierda s su ser querido”.  A distancia los transeúntes temblaban de horror a cada disparo que reventaba la fusca tranquilidad nocturna, escondiéndose en cada zaguán, detrás del poste o debajo de una escalera o corría a su destino con pavor terrible de no ser alcanzado por alguna bala perdida. El alumbrado público era muy tenue y difuso, frente al edificio en su parte derecha había tres barriles para la basura, como escudos protectores para los esbirros, que le servían de apoyo táctico, desde donde podían disparar con facilidad. Por la parte posterior del edificio hay una especie de muro de bloques de un metro y medio de alto, que a abordarse se ce en varias casas de trabajadores y gente humilde, que se une a una salida hacia la avenida Sucre, como también por delante, una escalera comunica el edificio con la misma avenida Sucre de gato Negro. Por la subida de Lídice hacia el Manicomio, el apoyo táctico de los demás cuerpos de seguridad no se hicieron esperar, acordonando toda las subida al Manicomio, sin  percatarse de la avenida Sucre, a dos cuadras del sitio del encuentro armado, no había sido cubierta todavía. Pasarían los minutos, entre disparos y cargas y recargas de ametralladoras, donde de vez en cuando se veía caer otro agente de la Digepol. La refriega avanzaba, lo que obligaría a Leopoldo y los demás camaradas analizar su apretada situación, por lo que Leopoldo, con rapidez, decidió, abandonar el apartamento, no sin antes disponer:
---Por detrás podemos escapar. Bogan y Castro que salgan los primeros, cargando la caja con las armas.  Al rato, a los  cinco minutos—viendo las agujas del reloj, que señalaban las siete y cincuenta y nueve---saldrán Kiko y Freddy, yo saldré de último---dándole valor a sus camaradas---No debemos tener miedo, en esta lucha quien duda y no tiene los cojones bien puestos no puede ser  guerrillero,  menos un hombre de la revolución. Quien caiga en esta lucha, la historia lo recogerá como un mártir y también como un héroe. Adelante siempre.
    Manuel y Oswaldo no esperaron dos veces la orden, saltaron y corrieron, sin ver nada más que hacia adelante, en medio de cierta oscuridad, disipada en partes por los reflejos de los bombillos del fondo de las casas, escuchándose en el rose de los pasos con el suelo y cierta ramas de algunos árboles menores, los disparos de la metralla contra sus compañeros. Ni los perros de las casas ladraban ante el monstruoso horror del hombre, matando al hombre mismo. Francisco y Freddy harían lo mismo al cumplirse el plazo de los cinco minutos, por lo que Leopoldo después de algunos disparos hechos al enemigo para percatarse que estaban guarecidos en los puntos detectados, también brincaría el muro, uniéndose en la avenida Sucre con sus compatriotas que lo esperaban ansiosos Con mucho precisión observo algo irregular,  le requirió a Oswaldo y a Manuel, con contundencia y responsabilidad:
--- ¿Donde están las armas?---ambos traidores se habían puesto de acuerdo para no cargar con la caja.
---Era muy pesada, la dejamos arriba---sería la respuesta sumisa y mesinga de estos quisling.
   Los miro con lástima y desprecio como fulminándolos con los ojos negros y penetrantes que infundía temor, a quien se atreviera a mirarlo de frente.  Observando la postura pusilánime de los dos cobardes, les dijo:
---Ustedes dos---señalando a los escuálidos---pueden irse por donde entraron. La revolución necesita solo  hombres. Esta lucha es muy dura y hay que sacrificarse sin pedir nada a cambio, si alguien muere en el camino ese es el riesgo que todos debemos correr, pero las ordenes deben cumplirse como sea.
   Ambos hombres, compungidos y mirándose mutuamente con miedo en su semblante, no esperaron dos veces la orden contundente de marcharse para hacerlo, sin despedirse de nadie. Ahora quedaban en la acera derecha de la avenida Sucre, cuya circulación de vehículos y motorizados era permanente,  tan solo los tres jóvenes, por lo que Leopoldo, reflexionando sobre lo que había ocurrido y la pérdida de las armas, ordenaría a Freddy:
---Freddy, tú localiza a Marcial y a Dominguito, y diles cuanto ha ocurrido---en medio del descalabro, no se amilanaba, sonreído con el benjamín del movimiento, completaría su humor de siempre con el amigo en ese momento determinante---aunque yo creo que ellos como buenos combatientes deben estar merodeando por estos lados. Nos encontraremos en el gimnasio---El gimnasio de la Universidad Central se había escogido como punto vital de reunión en los casos de emergencia, desde que Leopoldo, Francisco, Marcial y los otros miembros del DIREVE derribaran al helicóptero militar del gobierno que ametrallaba el alma mater del país en noviembre de 1961--- Kiko y yo vamos a buscar las armas.
    Freddy, en ese instante tomaría un autobús que pasaba para Catia. Viendo a los dos amigos que desaparecían en las escalinatas de Gato Negro rumbo a su destino. Sería la última vez que vería a Leo. Freddy Rojo Espinoza a sus 15 años se había incorporado por voluntad propia con anhelos de triunfar y sueños de revolución con Dominguito al Movimiento desde su nacimiento en 1959. A los pocos años sería asesinado en Valencia en plena actividad guerrillera en 1978, dejando dos pequeñas hijas. Dominguito o Domingo Fuentes Quijano diluiría su actividad doméstica en la vorágine miserable del capitalismo, mientras Marcial Rodríguez se convertiría en el hombre metiche de las finanzas del indefinido Douglas Bravo, quienes terminarían su conyugal confianza, peleándose por el dinero acumulado en nombre del pueblo. Rubén Hergueta, después de salir en libertad por haber yo asumido mi responsabilidad ante el Tribunal de Instrucción como comandante de las guerrillas del DIREVE en el Turimiquiri, espantado, tal vez, por las torturas y la sombría prisión de la furnia  de Cumaná, se transformaría en un trabajador constante de las empresas Bigott, desapareciendo hasta el día de hoy de las escena política. Manuel Bogan, enriquecido por las veleidades de una viuda sin hijos, montaría una panadería en Sabana Grande, terminado su vida como el quisling Argenis Rodríguez, enlace entre el DIREVE y el partido comunista, quien se suicidara cortándose, por remordimiento, las venas, terminaría siendo guarda espalda del tránsfuga José Vicente Rangel, quien trataba de pescar en ríos revueltos para hacer como el  padre gobernador de algún déspota. Oswaldo Castro, periodista de Tribunal Popular sería expulsado de la redacción del pasquín comunista por traidor.
    Esa decisión turbulenta, en momentos tan confusos e irreversibles, sería fatal, no lo pensó dos veces, ni Francisco ni tampoco los pusilánimes mesingos ni el mismo Freddy lo persuadirían que dejara las armas, que lo más importante era la vida, y que estaban libres, que mejor sería proseguir el camino. Más adelante se apoderarían de otras, pero el combatiente destinado a morir ese día, en su última batalla, repetiría muy sereno:
---Vamos Kiko. No podemos abandonar las armas que tanto sacrifico nos costaron.
    Los dos jóvenes combatientes, confiados en su buena suerte y con el ímpetu y el coraje que proporciona en estos casos la valentía corrieron el riesgo, sin exutorio oportuno, aunque contara con su caudal de sentimientos e ideas que ni Anteo pudiera recuperar y sin ver el peligro siempre al acecho, a pasos de ganso, seguros en su movimiento, escalón a escalón con sus doscientas gradas en subida, ascendieron. Eran las ocho y cuarto de la noche. No se oían disparos por ninguna parte. Al arribar al último peldaño, observaron hacia todos los ángulos y no vieron nada extraño, los pipotes, los tres barriles permanecían silenciosos e inamovibles donde siempre habían estado, esperando la basura, detrás de la cual estaban dos hombres agazapados de la Digepol armados con un fal uno y el otro con ametralladora ZK. El sujeto menos negro al ver la figura del hombre, en la persona de Leopoldo, acercarse al edificio, le dijo al moreno al oído, “dejémosle entrar y cuando salga lo rematamos”. En el pelotón criminal de la Digepol estaban los sicarios Carlos González, Melecio Mateo Medina,  José Eliseo Ferrera o Ferreira y otros tantos más. Mientras Leo le ordenaba a Kiko “espérame  aquí, cúbreme las espaldas”. Avanzó hacia el edificio a veinticinco metros de donde estaba Kiko escondido. Subiría sin menor obstáculo, entraría al mismo, y tan solo pudo extraer dos fal y dos ametralladoras, no pudo cargar con la caja ni con nada más. En ese espacio de tiempo transcurrieron unos diez minutos largos, eran las ocho y veinticinco minutos de la noche. El silencio lo reventaría una ráfaga de ametralladora que perforaría las piernas del joven guerrillero, casi haciéndole caer al suelo, mientras el otro sicario le disparaba por la espalda con el fal, penetrando el pulmón derecho. Kiko desde su escondite respondió al fuego enemigo, con lo cual pudo, valientemente, Leopoldo, arrastrarse hasta donde estaba Francisco apostado, con mucho esfuerzo y casi ahogada aquella voz de tenor que tanto encantaba oír a su madre, le musitaría:
--Kiko, ya he terminado, he cumplido con mi misión, ahora, prosigan ustedes la lucha. No le fallen a la Patria---vete Francisco, salva tu vida---mientras le agarraba la mano con fuerza como despidiéndose del fraternal amigo, mientras hasta con sus gesto imponente en la mirada de sus  ojos resaltaban las figuras vivas de su hermano Emilio prisionero, de sus amigos, Freddy, Dominguito, Marcial, Rubén, como la de sus padres y hermanos,  en una miscelánea caleidoscópica que captaban los ojos anegados en lágrimas de su fraternal hermano de combate Kiko. ¿Quién podría descifrar los gestos en los rasgos del rostro  sonreído de un moribundo que muere creyendo en sus ideales? ¿Quién es quién en ese momento supremo de la vida luchando contra la muerte? Nadie comprende el éxtasis del paroxismo mejor que el que agoniza, que se lleva el mensaje a la tumba. Soportar la muerte en vida es aceptar el término de la misma vida a las puertas del abismo. El esbirro Atahualpa Montes, habituado a estas alevosías criminales, permanecía a distancia al acecho, traduciendo el lenguaje de la calma extendida en lúgubre silencio. En esos instantes a dos cuadra del trágico sucedo Iraida mi mujer que acaba de regresar de Cumaná, visitaba la casa de Rubén Herguetta, situada en Lídice, para entregarle  a Amelia, hermana menor de Rubén y enlace del DIREVE que se la haría llegar a Leopoldo esa mismo noche, una “cajita de fósforo de carterita donde había dibujado la distribución interna de la cárcel de Cumaná donde permanecíamos presos, que sirviera para el rescate”. Ambas mujeres escucharon asustadas y con temple las ráfagas de disparos de ametralladoras y tiros secos de fusiles, y con temor comentaron “esos malditos a quienes matarían hoy”. Ignoraban que el muerto era Leopoldo. El amigo, le propuso levantarlo en hombros para llevárselo, pero Leo rechazó tal gesto de bondad, por cuanto las piernas las tenía partidas por las balas enemigas. La muerte lo llamaba, pero viéndola a su lado, solamente le decía en murmullo, “espera”. Los disparos habían cesado hacía rato. Detrás de los pipotes perforados por las balas de la ametralladora de Kiko, habían cobrado la vida de un sicario, mientras Efraín Paredes, al que después apodarían sus secuaces “Pipote” con un brazo inutilizado como la pierna derecha presionaba la herida del estomago, pero viviría, con miedo, no podía dispararle a nadie ni pedir auxilio a nadie, por temor a ser descubierto, mejor era hacerse el muerto.
     El valeroso y franco amigo, inmovilizado en su pensamiento, conmovido por lo ocurrido y con horror de contemplarse solo, sin  apoyo, con un  arma que tampoco le servía para nada en ese instante crucial, con lágrimas en los ojos, en medio del tétrico silencio de una noche oscura, confundido, no sabía qué hacer, como darle solución a esa imprevista causa fatal, bajo la cúpula del celeste firmamento, puso su abierta mano, implorando algo al cielo o a Dios, en el corazón del amigo más honesto, leal, puro, transparente y valiente que haya conocido, y cumpliendo su ultima orden, descendería la escalinata, seguro que nadie le dispararía, abandonando, como lo quiso Leo, el cuerpo del guerrillero, sangrándose, quien catalépticamente, en el escalofriante temblor que produce la sensibilidad interior al desprenderse, poco a poco, el espíritu como un halo supremo del cuerpo, una aducción exterior de aflicciones cubriría como un manto sagrado su cuerpo. La inmensidad de la lúgubre noche parecía una inmensa sombra apenas despejada por una mortecina luz desprendida del único bombillo a cincuenta metros del sitio donde sobre el asfalto frio descansaba el cuerpo aun con vida, pero agonizante de Leo. El ritmo de su corazón palpitaba con sentimientos profundos de amor a sus padres, su valiente y abnegada madre quien le había dicho cierta vez “hijos el camino que han escogido es el más abrupto y peligroso, pero mientras tengan firmeza, con coraje llegarán a la cumbre donde reside la victoria, vayan juntos y hagan lo que tengan que hacer por nuestra Venezuela”. Mientras el cerebro mandaba impulsos sensibles de comprensión de cuanto había hecho por la Patria.  En febrero siempre, en Caracas por las noches frías, a pie de cerro, casi a las faldas de la montaña milenaria, pequeñas gotas de rocío caían imperceptible como gélidos luceritos sobre el rostro hermoso, viril y sonrosado del bravo combatiente con frondosa cabellera en crespo, de cúbito supino, cara ovalada, frente despejada, nariz perfilada y fina como finos sus labios, boca sonreída hasta en el éxtasis final del paroxismo fatal, de patillas profundas cubriendo su sien y cejas arqueadas en rasgos, lances y facciones físicas similares al joven Mariscal Sucre, asesinado en las oscuras y lúgubres montañas de Berrueco por balas criminales disparadas por la espalda. A hombres como a Leo y Sucre no se les puede matar de frente, sino con alevosía por la espalda, a traición. Poseía el don atractivo magnético de los Querubines con la fuerza en la posición mortal del Cristo de Pedro Mategna con sus magnitudes en proporciones gigantescas que viera en la Pinacoteca de Milán siendo ecuménico en el destino de los hechos, Sucre en Berrueco y Leopoldo en Santa Bárbara, acompañados nada más que por el silencio del horror que espanta de miedo hasta los mismos asesinos. Familiares y amigos comparaban la estatura, elegancia, postura y firmeza en sus decisiones a Leo con el héroe de Ayacucho, que hasta parecían a distancia en el tiempo hermanos gemelos. En el incordio de su posición, sin musitar palabras se llevaría la mano derecha a la frente, como acordándose de sus padres, hermanos, primos y amigos, cuando era pequeño jugando beisbol con pelota de goma en el fondo de su casa en la calle Arismendi, a las orillas del Manzanares, en Cumaná, y pensaba en esos instantes agónicos de mortales consecuencias, preguntándose,“¿que será ahora de Emilio, como terminará todo esto, sabía que moriría joven, no me arrepiento de cuanto he hecho, pero mi destino era este, luchar en el momento en que la Patria me llamó a gritos para combatir a sus enemigos que son los míos también, y morir en un instante en esta forma, sin nadie a mi lado, nada más que los enemigos y la noche sombría, no tengo miedo, al fin y al cabo nacimos para morir, cualquier pedazo de tierra sirve para enterrarnos---hizo un movimiento con la mano izquierda para limpiarse algunas lagrimas mezcladas con el rocío que rodaba de sus párpados--- alguien tiene que continuar la lucha, la revolución no se puede detener. Ojalá mi muerte sirva para algo. Debería acabarse el egoísmo y el sectarismo dentro las izquierdas, unión, unión y nada y mas que unión como dijera Bolívar al pie de sepulcro, repito yo ahora cuando llegó la mía, para triunfar en esta revolución que ya no la podrá detener nadie por más poderoso que sea el enemigo”. Sus ojos brillaron como dos faros que hasta la misma noche experimentaría que dos misiles de diamante perforaban la suave muselina del corazón del mundo, que lloraba la muerte del héroe. Haciendo un esfuerzo se despediría de su madre evocando las noches en que colocaba en la cabecera de su cama una malta para su “madre querida”. Un halo sutil e imperceptible se desprendía del cuerpo del joven como si fuera el alma en busca del arcano en el ignoto oculto en el inmenso infinito donde descansan en ese mausoleo sagrado las almas de los que mueren jóvenes. Exhalaría, en los espasmos fríos del último momento vital, contemplando alguna estrella, allá en la lejanía del universo, que resaltaba entre todas. Tal vez, allí iría su alma a refugiarse en el santuario que ocupan en el cielo los que luchan por una causa justa, y se sacrifican sin pensar en ninguna recompensa ni reconocimiento de nadie. Ese es el precio de la gloria, cuyo valor nadie reconoce a otro ni en vida ni tampoco después de muerto. Allí moriría, a los 21 años de edad, frente a Santa Bárbara, en Lídice, a los ocho y media de la  noche del día, 26 de febrero de 1962 el  mártir de la revolución y héroe de la Patria socialista del siglo XXI, Leopoldo de la Santísima Trinidad Salazar Romero, afectuosamente llamado LEO, quien cumpliría año el próximo 23 de marzo. Sería sepultado cristianamente en el Cementerio General del Sur por sus atribulados padres, Cruz del Carmen Romero de Salazar y Antolín Salazar Mendoza, sus hermanas y dos hermanos, inocentes de los hechos ocurridos esa noche trágica en la que moría su hijo, mientras Emilio permanecía enterrado vivo en  una cueva de la policía de Cumaná. En ese camposanto descansan sus restos, esperando justicia. Entonces, el Fiscal General de la República, garante de la Constitución y las leyes, confabulado y cómplice, permanecía aletargado en un régimen cuyo estado de derecho nunca ha tenido eficacia, por lo que la muerte del mártir-héroe  quedaría impune. La muerte de Leo completaría el drama que los hermanos Machados, dueños y sectarios dirigentes del partido comunista de Venezuela presagiaron, acompañados por Guillermo García Ponce, Jesús Farías, Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, aguaches con los renegados de acción democrática, el Movimiento de Izquierda revolucionaría ---MIR--, quienes apresuradamente y de manera improvisada enviarían, a partir de ese día trágico, por las vías más expeditas a grupos de jóvenes fanáticos, inseguros, ebrios de lucha y soñadores de libertad y justicia de ambos sexos, sin entrenamiento alguno para la guerra, a las montañas occidentales del país, otorgando grados de “comandantes” a Douglas Bravo, Germán Lairet, Héctor Pérez Marcano, Américo Martin, etc. Quienes derrotados y devintos después de la frustrada revolución se convirtieran en crápulas asquerosas de la “democracia representativa”, los cuales, al percibir directamente, en el terreno de los hechos, las vicisitudes de la selva,  traicionarían después a la misma improvisada “revolución. En ese mismo orden estos fanáticos y falsos marxistas del partido comunista, renuentes a proseguir con la insurrección, comprometerían oficiales de las fuerzas armadas para alzarse en armas en Carúpano y luego en Puerto Cabello, fracasando en ambos rebeliones tumultuosas, con cientos de muertos inocentes, creando inorgánicamente las FALN con componentes humanos aberrados y sectarios que conducirían al final vergonzoso de las guerrillas a través de sus frentes guerrilleros, donde no hacían más que tomarse fotografías en las sierras con ropas de combate para la prensa mundial. Esta “revolución” improvisada de los dirigentes del partido comunista no podía tener éxito por cuanto no contaba con el apoyo de las masas y tampoco de los campesinos. Ninguna revolución triunfa  ni tiene éxito como tampoco dura mucho cuando arranca del egoísmo, la envidia, la hipocresía, la traición y el engaño como la venezolana comandada por los cacumios escleróticos del partido comunista. La historia nos enseña que cien años no es nada y hasta ahora ninguna de las grandes revoluciones en el mundo, aquellas que han sacrificado en el holocausto de su altar, tanta gente, en varias latitudes del orbe, en busca de libertad, justicia e igualdad combatiendo contra la pobreza ha permanecido mucho tiempo en el poder. El asesinato de Leopoldo y preso Emilio, casi desmantelado el DIREVE, conduciría a los otros dirigentes, confundidos, aceptar la proposición de los comunistas y se pasarían a sus filas en las montañas de la Azulita, donde al mes moriría Francisco Sánchez Carrero, mutilado por los soldados del régimen. El DIREVE había sido disuelto con acoso vil por capricho e interés personal de Gustavo Machado y compañía, pero no sabía que continúa vivo en el alma y corazón e intención y voluntad de los sobrevivientes que somos muchos aún. Otros movimientos vendrán con más ímpetu y solidez de éxito en  el futuro.  Descansa en paz hermano. Tu muerte no ha sido en vano. La revolución ha cobrado senderos de triunfo para nunca salir derrotada, aunque el enemigo continúe siendo poderoso, tiene sus días contados en la historia futura. El cuatro de febrero de 1992, treinta años después del asesinato impune de Leopoldo jóvenes militares rebeldes de las fuerzas Armadas Nacionales darían un golpe de Estado, que fracasaría, pero tenaces en sus esfuerzos y decididos a lograr sus objetivos,  al salir en libertad, a través de elecciones populares llevaría al poder al líder Hugo Rafael Chávez Frías, Comandante de la revolución bolivariana, la cual no puede quedar en un simple experimento transitorio, sino convertirse en la materialización permanente y transformadora de las ideas por las cuales, tú, Leo, sacrificaste tu vida para acabar con la pobreza, luchando por los pobres en contra de los ricos. El capitalismo que alimenta al imperio de los ricos lo enterrarán los pobres acabando con la miseria. Al fin el movimiento bolivariano ha cobrado vigor en cuerpo propio, aunque en sus filas aun permanezcan infiltrados y agazapados muchos falsos revolucionarios, que tienen más fiemo en su conciencia que en su barriga. Aunque en Venezuela aun no se ha producido ningún movimiento de sentimiento y dolor, como el de “las Madres de Plazo Mayo” de Buenos Aires, reclamando la paz para sus muertos y castigo para los culpables del genocidio, donde los entonces militares que muchos detentan poder hoy, mutilaban a sus compatriotas, les cortaban a los jóvenes guerrilleros las manos, los pies, las orejas y las narices y las lanzaban desde helicópteros al mar o en la montañas, se presume por alguna componenda diabólica del Comandante en jefe con los Comandantes del alto mando militar, quienes le garantizaron “ apoyo irrestricto y total para que gobiernes, si no abres averiguación penal sobre los hechos genocidas que conoce el país”. El régimen de la revolución bolivariana no tiene preso por juicio ordinario a ningún político criminal de Acción Democrática y Copey ni por genocidas ni por peculado, hasta ahora. ¿Cómo les parece? Por el silencio al parecer es así, la Comisión de Desaparecidos de la Asamblea Nacional es una tripa controlada por una adeca militante. Vaya usted a saber cuánta infamia.  Corresponde al Comandante en jefe de la revolución limpiar sus cuadros para construir al hombre nuevo por dentro y por fuera como lo fuiste tú en vida, hermano. La revolución  no es patrimonio particular de ningún líder, la revolución es al pueblo lo que la democracia al socialismo. Descansa en paz, hermano.-FIN
                                       El POBRE
                                       
                                        Cuento de Cruz Emilio, Caracas, 18 de junio de 1999            

---La mata de plátanos, que nos ha mantenido con vida, está muriendo, los animales hambriento le han comido sus raíces, miren como está seca, las hojas amarillas ni con un fuerte aguacero revivirá---comentaba a sus tres únicos hijos, Sabana de estirpe vernácula, cascada por los años y golpeada por la miseria con flagelos rigurosos de desencantos, cuyos sueños se los llevaría también la desilusión de sentirse algún día dichosa sin esperanza alguna, de piel curtida, arrugas delineadas en el rostro haciendo pliegues en el delgado cuello, de  mirada acuosa por la catarata, finita y firifiri, enclenque y cacreca como sus brazos y piernas, casi de un metro setenta, con su blanca y larga cabellera casi tocando el suelo, sentada en el taburete a la puerta del rancho de bahareque y techo de paja con  piso de tierra apisonada a fuerza de las plantas de los píes de sus ocupantes y vecinos en un país repleto de petróleo por los cuatro costados, pero plagado de mosquitos, zancudos, leshmaniasis y malaria que se come a plena luz del sol a casi todos sus habitantes imbeles y sin fe en nadie---lo único que podemos comer hoy son topochos sancochado, aunque quedan dos plátanos pintones ahí en el fogón, que con un trocito de sal, calienta la barriga.
--Ser pobre es la maldición más negra que los miserables podemos sufrir.
--Nadie escapa a ese látigo infame.
---Cómo salir de este espanto que nos roba hasta el sueño.
---Algún camino debe haber. No somos pedigüeños, lo poco que comemos lo sudamos arando la tierra.
---No vamos a morir de hambre, aquí en este solar, como unos pendejos.
---Pero no somos zurriagos.
---Ni tampoco muérganos para que nos rempújen como guaritotos.
---Machete en mano nos abriremos camino---dijo Guanauguta mirando a su hermano Karapaika. Ambos jóvenes de 17 y 19 años, fornidos, flacuchentos pero fuertes de huesos, apuestos, de cabellos lacios, nariz roma, ojos negros como el azabache y pestañas arqueadas, boca ancha y de labios ampulosos, brazos largos terminados en manos anchas y dispuestas siempre agarrar lo que fuera. Más parecido a Sabana que al occiso Rocaxuena, de quien apenas tenían lejanos recuerdos  disipados en el tiempo.
---Mamá no tiene cuarenta años y parece que soportara un siglo, no morirá de mengua, aunque el hambre nos acose, lucharemos contra ella. Con catana y chafarote quitaremos cabeza.
---La vieja nos comprende mejor que nosotros mismos---dijo Akaprapokon de 20 años, imagen y semejanza de su progenitora, que era el más apetecido por su elegancia y rasgos naturales de Querubín por las jóvenes de la región, pero no estaba comprometido con mujer alguna.
    La mañana que había despertado con gotas de garúa comenzada a llenarse de agua extendida en calinas que como un vaho arropaba los arboles casi secos y sin hojas, que al borde de la quebrada, sin rabión ni corrientes, comenzaba a hacer remansos en sus carcavones de piedra con la lluvia pertinaz que golpeaba como tambor las rocas del zanjón con fuerza de trueno y relámpagos de espantos.
     Congregados todos, madre e hijos con sus mujeres el que la tenía, alrededor del fogón destartalado con más cenizas que carbón de leña o chamizas del matorral, chisporroteaba con fulgor en la oscura cocina con los rayos de los truenos que provenían del firmamento. Cada quien miraba al otro añingotado, en cuclillas, acurrucado como queriendo preguntar qué pasaría después de terminar el descomunal aguacero que había engrosado las líneas espesas del agua y la constante y tenaz persistencia, que  parecía perpetuarse sin querer detenerse, impidiéndoles a unos y otros , salir al campo en busca de cualquier cosas, mientras los mas temerosos como los prudentes ante el acoso del agua, se sentían complacidos con lo que tenían a su lado, como Karapaika con Yolanda que estaba en cinta, y Guanauguta con Xoriana, ambas  jóvenes de apenas quince años, delgadas e ingenuas como inocentes en sus anhelos, sin saber lo que es el amor, ya habían comido del pan prohibido, pero con deseos de parir como toda mujer del campo, cuya solución es tener hijos que mañana no la deje morir de mengua. Entre los campesinos de rancia data es donde el sexo comienza a temprana inflorescencia, por cuestiones de espacio, dimensión y sueños, ¿qué puede hacer una mujer joven rodeada de selva y sin más pretendientes que el muchacho machete en mano camino al conuco o terminar en el serrallo del hacendado del lugar? Se tenían que sacrificar, dándolo todo, su cuerpo hermoso, su  casta virginidad, sus deseos, aunque el alma continuara poseyéndolas para soñar en libertad, al hombre amado, cuyos instintos, tal vez, similares a las de la mujer, persiguen los mismos incordios en los instantes de la emoción cuando la pasión cruza inverecunda a riesgo y con coraje los peligros del sentimiento enamorado. Sabana con sus cuarenta años, arrugada, cansada mas por la fatiga del trabajo agotador en la diaria rutina de talar, rosar la huerta, arar, sembrar, cosechar, abrir las zanjas para las aguas, cuidar las gallinas ponedoras y los puercos para las hallacas,  que hace tiempo ya dejaron de piar la tusas del maíz, preparar la comida para los hijos, solazarse en la poza de la quebrada todos los mediodía, quitarse los piojos y liendras por las noches al dormir o en las tardes mirando de frente la selva, porque el marido hacía veinte años un palo de algarrobo le había partido el cráneo cuando un centella enfiló su energía furiosa hacia la hoja del chafarote  que el hombre tenía en la mano,  que por los años vividos, no hacía más que fumar el tabaco hecho a mano con la cosecha de algunas maticas del conuco, le pudo comentar, evocando su triste soledad por las noches en el chinchorro o en el catre que nunca calentara otro hombre que tampoco la preñara con otra hembra, con ánimo de combatir la modorra que produce el miedo en los espantos de lluvia a cualquiera que viva solitario en la inmensidad de la selva, solos, desamparados y tristes como los animales refugiados en las cuevas perseguidos por cualquier serpiente más mortal como peligrosa en busca de la presa para su alimentación, a cualquier de sus hijos, como indicándoles que, pese al aguacero, quedaban algunas manos de cambur en la troja y un poco de café tostado con papelón molido en la piedra de mortero, que puede mitigar el vacio del estómago cuando las ratas del hambre con laberintos de tripa son dueñas de la barriga y comienza a tronar como afuera el cielo:  
---No te lo decía, Akaprapakon, Xoriana, Yolanda, que maíta es la mujer más previsiva del mundo, no hay nadie como mi madre----abrazando orgullosos a la vieja de cuya boca sonreída exhalaría un suspiro que abrieron sus ojos como un diafragma para retratarse en el espejismo de la fantasía con su prole y sentir sin incordio ni bubón ni tampoco tumor que estaba feliz y de buen humor.
---Otros, tal vez, también estén en nuestras mismas condiciones, ¿no podemos hacer nada?
---Cada quien debe velar por su propia suerte y resolver sus problemas.
---En eso ni Dios tiene nada que ver.
---Unos nacen ricos o se hacen rico por suerte. Otros nacemos y morimos pobres con  hambre de velorio
---Nadie nace rico, el rico es  ladrón, nos roba a nosotros lo que tenemos. La suerte no existe.
---Si quisiera ser rico, ahora mismo lo sería.
---Sería un  milagro salir de la pobreza a la opulencia.
---Aunque lo pongas en duda, así es.
---Demuéstralo, anda.
---No me interesa ser rico. Todos nosotros sabemos, que el rico para ser rico tiene que matar a otro, le roba lo que tiene, le quita sus bienes, su casa, su trabajo, hasta su mujer si es joven y los hijos también los vuelve contra nosotros, explotando su trabajo.
---El rico, entonces, es un criminal. Que debería estar muerto o preso.
---Tú lo has dicho, debería estar allí, pero no lo está, porque con el dinero que roba compra la ley y la justicia. Remata sus actos metiendo preso al pendejo como nosotros, si protestamos o reclamamos justicia terminamos en la cárcel.
---Entonces, tenemos que callar, y calarnos todos esos monstruos de carajos que son los ricos. ¿Hasta cuándo, soportamos tanta vaina?
---La única solución para acabar con todo ese infierno de miseria es combatir la pobreza con las armas.
---¡Haremos la revolución!!!
---Tú lo has dicho, hermano, la revolución armada acaba con la pobreza en cualquier parte de mundo.
    Sabana, se había levantado del taburete en busca de otro tizón para prender el último tabaco y saborear una totumita del café que aromaba el ambiente doméstico, familiar y rural, mientras sobre la paja del rancho caían gruesas gotas de lluvia, acurrucando pelotones de chinches y legiones de garrapatas, las arañas con ropaje de tarántulas, insectos, alacranes y gorgojos,  asomándose en el blanco horizonte la noche que comenzaba a envolver la vivienda con su muselina de algodón.
---He escuchado todo cuanto han conversado, ¿entonces?, hijos, míos, que coja cada uno su peinilla,  el tocón y el machete de conuco para barrer a chafarote limpio esa vaina que nos hace pasar tanta hambre. ¡Mejor es morir de pie que arrodillados!
---Adelante, al campo de la revolución, nos llama el combate a triunfar contra la pobreza.
--- Y, las mujeres?---requirió Karapaika---mirando a Xoriana.
---La vida que llevamos aquí en esta región es una muerte segura. En cambio la lucha que vamos a combatir por todos nos dará la vida que queramos. Por eso no hay edad ni sexo para hacer la revolución, la guerra contra el enemigo es a muerto. Ellos o nosotros. No queda otro camino---dijo con férrea voz visionaria Akaprapakon el más atlético de los tres hermanos desde su posición de adalid resuelto a dar el primer  paso adelante para vencer, aunque alguien muera en el combate.
---Morir es vivir.
---Yo quiero vivir.
---Hacer la revolución es vivir para todos, por nosotros, por nuestros padres, nuestras mujeres y nuestros hijos, que tendrán un mundo sin hambre.
---A la guerra contra los ricos por la revolución de los pobres.
    Sabana, mujer de temple y coraje, orgullosa, con sus delgados labios queriendo sonreír de emoción y alegría por lo que habían dicho sus hijos, se rodeo del abrazo de sus tres vástagos y sus dos nueras para comentar, sin creer que era un sueño lo que había oído debajo del rancho en pleno aguacero y silencio de la selva. Con premonitoria homilía apoyaría con denuedo y bravura senil de una mujer joven, que nunca disfrutaría ya de su juventud, cascada por el hambre y la soledad de un amor asesinado por la misma naturaleza en un desgarre de inconsecuencias inútiles.
---Es verdad, hijos míos. Aunque Dios no exista, creo que esta vez esta de nuestra parte. Adelante. Hay que partirle la madre a esos bandidos que nos han quietado el terruño y nos están matando de hambre. Hay que matarlos a todo, sin perdonar a nadie, y convertir sus cuerpos en una gran columna humana soldada por la sangre derramada, que sirva de ejemplo a los que no quieran continuar el camino que nosotros hemos abierto para felicidad de todos.
     Los hijos orgullosos sin saber cuánta sangre inverecunda y noble corría por sus venas en tumultuoso rabión de corrientes procelosas en tempestad de huracanes, rodearon a Sabana, para gritar al unísono con vergataria valentía.
---¡A la guerra, por la revolución y la patria? ¡caraajo!, ¡madre!
     No es un sueño. La lluvia continuaba cayendo copiosa en el caney, mientras la noche cubría con su inmensa sombra de silencio la plenitud de la selva iluminada de cuando en vez por los relámpagos escapado de los truenos, mientras las sombras con cuerpos de  fantasmas cogían caminos de lucha en los combates, donde la  juventud comenzaría con denudo y resuelta contra todo obstáculo, en la tempestad del azar o el ananké, a levantar las banderas de la redención armada para hacer la revolución verdadera con muerte para los ricos y paz para los pobres.-
FIN



























                                            TURIMIQUIRI
                                            Primera Base Guerrillera de Venezuela en 1960.               
                                            De Cruz Emilio Salazar Romero, Cruzemilsaro, Cruz Romero, Cruz Salazar, Emilio Salazar, Emilio Romero, Emilio Saro.- Caracas, 28 de enero de 2003.

      El Semanario “Boina” dirigido por mi desde el Liceo “Alcázar”, estaba circulando, clandestinamente, desde 1957, por lo que nos dispusimos mi hermano Leopoldo y yo a crear con otros camaradas con ideas similares, una organización política y militar capaz de hacer la guerra de guerrilla contra el gobierno traidor adecocopeyano de Rómulo Bethancourt. Ahora nos correspondería conocer palmo a palmo todo el territorio y la geografía real de Venezuela, sus montañas, valles, ríos, quebradas, caños, sabanas, llanos, selva, el inmenso litoral, el mar Caribe, cada región, conocer y hablar con la gente del campo, esa inmensa masa campesina maltratada y olvidada, los barrios pobres de Caracas, las regiones industrializadas con sus obreros y trabajadores, acercarnos  a los estudiantes y a las mujeres en sus constante quehacer. Estábamos preparados y listos para comenzar el trabajo de masa movilizando las fuerzas estudiantiles, campesinas y obreras, levantando los liceos, universidades y los barrios como cañones de la revolución. Eran finales de 1957. Así comenzaría todo este drama.
     Agreste y oteando como atalaya el horizonte se levanta esa molecular roca granítica, montaña de encantos, en cuyo vientre ocultan sus veneros, tal vez, seguramente lo más probable, miles de minerales y quién sabe cuánta riqueza para bien, en algún día glorioso para todos, alguien se aventure con tesón a romper el cinturón telúrico que encierran entre sus abras las fuscas furnias de la pandora salvaje que los cangilones oprimen. De casi tres mil metros de altura en su cuadrante topográfico, las coordenadas no fallan, levanta la majestuosa pirámide con sus escalones quebrados que sirven de asiento y apoyo al mismo tiempo para cualquier intruso que ose incursionar entre las brechas y senderos, vericuetos y sebucanes, esculpidos recovecos por la mano invisible del arquitecto del universo, cubierto para proteger sus rocas y feldespatos con su piel de limos, helechos en brazas y coraza de gigantescos árboles milenarios, ceibas, laureles, apamates, bucares, guamas, algarrobos, guácimos,  ipecacuanas, cedros y caobas, mezclados con matas de frutas tropicales de tamarindo, pomarrosas robustos, piñas o curucujuros, y yerbas de cualquier especie y género, con  sus furtivos habitantes de insectos, serpientes mosquitos y zancudos, ofidios y macaureles, animales, venados y cunaguaros, tigres, báquiros y cabras monteses. De cerca o a distancia se ve tranquilo, sereno, apacible, intocable, impresionante y sombrío, con sus pies anegados de alfaguaras, que riegan imperceptible toda la fronda. La amplia base pétrea de la montaña es inconmovible como inmovible. Abarca una amplia extensión que satisface la geografía de tres Estados aledaños, aunque en propiedad está ubicado entre Cocollar y las Piedras en el Estado Sucre, sin embargo, los ríos que nacen en su vientre reparte complaciente sus aguas el Neverí corre proceloso hacia Anzoátegui, el Amana desplaza su corriente por Monagas y el Manzanares con sus rabiones se desprende entre sierras hasta hacer estuario en el mar Caribe, cuyas playas bañan a Cumana la madre de los cumanagotos. Emulo a distancia el Bergantín con sus fragüines y los tres picos azules, donde también se levantaran bases guerrilleras de combate. De esas estribaciones telúricas como serpientes subterráneas hacia todos los rincones con sus fragüines y alfaguaras en brotes continuos de vitalidad, generando manantiales de inflorescencias para servir de tributarios al Golfo de Paria corren los ríos Amana, el sereno San Juan y el Guanipa caudaloso, desembocando en el Orinoco el Tigre y el Morichal Largo que también tienen paternidad en el Turimiquiri, como también el Guarapiche por la misma extensión de la tierra quebrada que bañan de fertilidad los llanos monaguenses. Las corrientes y caños como otros ríos aun no identificados  que nacen en el vientre oscuro del Turimiquiri como el Neverí riegan las tierras del Estado Anzoátegui; de la misma serranía montañosa bañan la fisiografía quebrada del relieve del Estado Sucre el rio Manzanares, que tiene varios nombres, según el lugar por donde atraviesen sus aguas la tierra, el rio San Salvador, rio Juajua, rio Caribe y rio Arenas, tributarios unos de otro y hasta el rio Cariaco que cae en estuario al golfo del mismo nombre tienen un sabor vernáculo y origen recóndito de alfaguara en el Turimiquiri. 
   Sería escogida esta silenciosa y estratégica montaña por los jóvenes rebeldes que desde 1958 se propusieron empuñar las armas para hacer la guerra de guerrillas contra los gobernantes traidores de la Patria, que entregaban la soberanía y las riquezas de la Nación a  la potencia de los EEUU. La caída de la “dictadura” y con el triunfo de los barbudos de la Sierra Maestra, en una Venezuela siempre rebelde, nos propusimos constituir una organización que no se convirtiera en Partido de los execrados contumaces de la premonición del Libertador en sus umbrales “cuando cesen los partidos yo bajaré tranquilo al sepulcro”, ni que fuera un Movimiento repleto de gentes buscando caminos y al final engañados por los mafiosos de los políticos profesionales, ni el apéndice de una banda de forajidos de poder para subyugar al pueblo, por lo que estructuramos el DIREVE, es decir, un cuerpo de jóvenes resueltos a luchar contra los traidores y enemigos de la patria, para vencer o morir, que sería el Directorio Revolucionario Venezolano, para que la juventud dirigiera la guerra de liberación nacional desde las montañas sin exclusión ni discriminación de clase, religión, ideología, estirpe, color o rango. Por cuanto el luchador por la justicia y la liberación tiene una sola moral y es de una sola pieza, los demás no sirven como gritaran a los cuatro vientos con su “Ana Karina rote, nuestros ancestros, Guaicaipuro, Apakuama Tamanaco y otros. Nuestros padres nos habían dado las nociones fundamentales del amor a la familia y a la patria. Venezuela estaba inmersa en la vorágine de las revueltas, manifestaciones, delaciones, torturas, envidias,  egoísmos,  frustraciones, muertes, presos, traidores en un mar de sangre sobre un mar de petróleo con raíces de hambre. Estructurado la Dirección el primero de mayo de 1960, nos desplazaríamos hacia Cumaná, donde arrendamos una casa a orillas de la playa de Caigüire, a donde nos trasladamos mi mujer Iraida Álvarez y mi Hija Apakuama,  para ir recibiendo a los combatientes que fueran llegando, sigilosamente y el material de guerra como pertrechos y bagaje militar, medicinas, implementos médicos y odontológicos, incluso dinamita, alimentos secos y enlatados, etc., que serían enviados por medios adecuados a las montañas. La casa era muy grande con dos entradas, adelante un  porche y detrás un garaje, con varias habitaciones, te techo de teja, paredes de ladrillos, piso de cemento, vieja, pero confortable. Ya en Caracas operaba la unidad de combate del  DIREVE, integrada por varios jóvenes estudiantes y obreros, bajo la Comandancia de Leopoldo, que operaba en toda el área metropolitana incluso dentro de la Universidad Central, foco de resistencia a la traición adeca. Rómulo Betancourt era presidente, debido al pacto de “New York”, en la cual Foster Dulles, Secretario de Estado de los EEUU, invitara a la  Casa Blanca a los seudos dirigentes Rafael Caldera, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt, a quienes, les dijo, sin son ni ton “alguno de ustedes será presidente de Venezuela, hemos decidido derrocar al general Pérez Jiménez” era el l7 de noviembre de 1957. El hombre de la política del “Cemento Armado”, mediante la cual se transformaba físicamente al país, con obras de infraestructuras modernas, había puesto sobre el tapete su “Plan Caroní” con el cual dotaría a Venezuela de industrias pesadas y livianas, capaces de fabricar tanques, tractores, aviones, buques, etc., desarrollando la agroindustria y la energía eléctrica con la represas Macagua Uno y Macagua Dos que orinarían el “Guri”, abriéndose al despegue económico. Todo  esto lo venimos a descubrir nosotros años después del desastre. En esa forma firmado el pacto se llamaría después “Pacto de Punto Fijo” por ratificarse la entrega en la casa del dirigente copeyano, a quien Betancourt adoraba como a un dios. La traición estaba consumada. Entonces, nosotros, decidimos hacer lo que teníamos que hacer sin importar nada la vida ni la muerte. A combatir partimos hacia las montañas, dejando como contacto al que después sería un  Quisling, el escribidor  Argenis Rodríguez,  quien tenía problemas domésticos y ciclotimias paranoicas estudiadas por Kramer, que ignorábamos. Este sujeto terminaría su vida cortándose las venas en suicidio agónico, tal vez, por el remordimiento de ver que a todos sus “camaradas” los había llevados a la tumba. Así terminan los traidores. De Cumaná, subiríamos al Turimiquiri, observando a lo lejos, envuelto en calinas, el solitario Bergantín azotado por los vergajazos de los alisios y los zurriagos del marero.
---Hemos recorrido casi toda la geografía del país, desde el Naiguatá con todos sus cuevas y escondrijos, manantiales y lagunas de este a oeste, repasamos el Páramo de Cendé en Lara colindante con Trujillo y los nevados andinos, la sierra de Falcón, caminando por los llanos en toda su extensión, caños, morichales, esteros y sabanas como las selvas amazónicas, el Churum Merun y otros picos orientales, buscando el lugar estratégico para comenzar la lucha de guerrilla contra estos “traidores” que gobiernan por ahora el país. Sabemos que nuestra misión era encontrar una región que debería reunir las condiciones geográficas de montañas, serranías, selva, abundante agua y caza, con población campesina con sus cultivos y conucos, y debemos concluir que estas montañas, que conocemos mejor que ningún otra, por ser nosotros de aquí mismo, es en definitiva la mejor de todas las serranías para desarrollar la guerra como la tenemos concebida y planificada---comentaba Leopoldo a los miembros del DIREVE, Francisco Sánchez Carrero, Marcial Rodríguez, Freddy Rojo Espinoza, Domingo Fuentes Quijano, Rubén Hergueta y otros  camaradas en la  hacienda “Las Carapas” que acabábamos de comprarle al hacendado Alejandro Limpio. El DIREVE era una organización política creada por los hermanos Salazar Romero, quienes desde 1957 estaban preocupados, políticamente, por la suerte del país, cuja obsesión ideológica los llevaría a contactar personas, grupos aislados y militantes de la izquierda rebelde de los partidos golpeados por sus antiguos camaradas de resistencia. Es así como nace el primero de mayo de 1960 el primer movimiento de liberación nacional, denominado DIRECTORIO REVOLUCIONARIO VENEZOLANO ---DIREVE---, con su brazo armado el Ejército Popular Revolucionario---EPR---, cuyos primeros Comandantes estaban decididos, bajo juramento patriótico a combatir hasta vencer o morir por Venezuela. Los partidos del sistema y los de “izquierda”, empalagados con sus contradicciones ideológicas y pugnas rivales entre hermanos, destacándose los “soviéticos”,“mahoistas”,“fidelistas”, “Guevaristas”, en cuanto la interpretación pragmática de la guerra entre la ciudad y el campo, que resultaba una dilettancia bizantina mientras el enemigo permanecía incólume y solido en sus bases. Sin pérdida de tiempo,  rápidamente,  estos sabuesos de la traición, al sentir los aires de tempestad y el olor a pólvora que se avecinaba comenzaron espiar, siguiendo nuestros pasos con el deliberado propósito de delatarnos como en efecto lo harían después, desmantelando para siempre toda la estructura guerrillera de liberación nacional de toda la república. Hoy permanecen con su cara cascada de cinismo y sangre de traidor al lado de de Hugo Chávez quien cree estar haciendo una revolución socialista del siglo XXI derrochando dinero por los cuatro costados, comprando conciencia y rellenando barriga de miserables.
    En realidad,  analizando, militarmente, las características topográficas de la  montaña se puede comprobar con detalles bélicos que es una fortaleza estratégica desde donde se puede con facilidad y sin mucha tecnología, observar hacia todas las posiciones y orientaciones tácticas que se quiera toda la geografía del país. Allí estábamos creando la primera base guerrillera de Venezuela a partir de 1960. Desde su cúspide, siempre cubierta por un manto de calinas en formaciones de vahos vaporosos envueltas en espiral de nubes blancas unas y otras grises, hacia el norte la inmensidad del mar Caribe aportando a  distancia, sigilosa, cuanto movimiento sobre las olas pudieran descargar naves amigas o  enemigas, mientras abajo en la tierra las extensiones y el relieve de terrenos baldíos, caseríos, aldeas,  pueblos y ciudades con su gente, con  sembradíos, haciendas, caminos, ríos y riachuelos, quebradas, conucos, zanjones, picas, senderos y carreteras. Proporcionándole al vigía de turno cuantos datos necesarios para la defensa. Hacia el sur las extensas sabanas de los llanos orientales con la inmensidad de pastos para la ganadería, con sus morichales, caños y esteros, lagunas y ríos, con grandes hatos y haciendas para el pastoreo, la cría y el cultivo de cereales y otras gramíneas sobre cuyos lomos cualquier movimiento furtivo alerta cuanto ocurre debajo esa asombrosa alfombra verde que es la sabana cuando la agita el viento revoltoso o la mueven los animales espantados, serpientes rivales en celos o el mismo hombre en cuadrilátero de operación guerrera o de combate furtivo cazador. Cada ápice artero lo procesan los ojos penetrantes de la atalaya que nunca duerme. Hacia el Este, girando como un trompo sobre su tosco dorso o espinazo al sol que nace como la aurora cada día, señalando cuanto sucede y cuanto hay  debajo de la falda  de niara y a pie de monte ocurre, entonces, podemos contemplar sobre el ladrillo de cristal de las olas del mar los rizos de hilos plateados, longivales y serenos como banquisa de nieves o blanca galema extendida en apariencia longincua y serena hasta la isla de Trinidad, pasando por Coche, Cubagua y Margarita para reposar satisfecho de cuanto miran los ojos sobre el Delta Amacuro con sus mil caños. Nada escapa a la pupila humana desde esa solemne altura. Completando el periplo ocular, hacia el oeste, desde la sombría montaña del Turimiquiri el ojo humano se asegura que vio y ha visto plenamente desde Arenas y Cumanacoa hasta más allá de Cantaura en Anzoátegui y otras poblaciones aledañas. El Turimiquiri para el combatiente es un laboratorio estratégico que procesa cuanta toponimia pueda enriquecer cualquier táctica operativa para combatir con acierto al enemigo y derrotarlo antes de que se dé cuenta que lo persiguen  a corta distancia. Contemplando la inmensa cúpula celeste desde cualquier punto del Turimiquiri cualquier observador, y, en este caso, los preocupados y curiosos vigilantes de la soberanía nacional incrustado en las ijadas de esas breñas y malezas, pueden mirar con ojos de halcón, percepción de lince y  profundidad de cóndor cualquier brizna de paja que se mueva entre cualquier coordenada, pudiendo detectar a tiempo los modernos helicópteros apaches, HNK, BH3 o rusos o los H2 o los aviones  F16 o los fanton o los B2 “invisibles” o cualquier, en especial, que sin ser un ovni, atraviese el cielo patrio de cualquier  punto específico y determinante en busca de información para el enemigo. Todo lo cubre la laboriosa lealtad responsable del combatiente. De la tierra al cielo como un  ave que remonta  el vuelo y hacia la tierra en picada como un misil impactando el objetivo. Al establecerse la primera base guerrillera del país en las montañas del Turimiquiri los líderes del DIREVE estaban imponiendo las condiciones estratégicas de la guerra al régimen traidor y  sus aliados imperialistas para derrotarlo con las tácticas más inverosímiles de la guerra asimétrica desde Sun Tzu, las investigaciones históricas nos condujo al hallazgo más rico e  inverecundo en este tipo de guerra de nuestros aborígenes, encabezado por la experiencia táctica de Guaicaipuro, las batallas del Guaire, Cotiza, Guatire, Guaracarumbo que han olvidado, deliberadamente, muchos historiadores, las argucias, Guasábaras, movimientos, el pica y huye de Apakuama y Tamanaco para derrotar a los “ochies” españoles, como el estudio de la gesta emancipadora, las batallas de Carabobo, Boyacá, Bomboná, Junín, Ayacucho como las operaciones de los bravos criollos de Páez, y la guerra de Zamora, sumado al análisis del pensamiento político y la doctrina militar del Libertador, Simón Bolívar, pasando por los partisanos, Mao Tse Tung, Corea, Vietnam y Cuba, en corto plazo, cuyos fundamentos políticos eran desconocidos por los dirigentes de los partidos de “izquierda”, quienes ni por analogía de otras latitudes podían imaginar ¿qué era  toda esa movilización juvenil y por qué?, por conformarse con las migajas de una supuesta “democracia representativa”, movilizada por sufragios amañados, embasada y alimentada por los norteamericanos para estos pueblos atrasados. A sabiendas que la democracia nunca ha existido ni existirá jamás, a menos que construyamos una sociedad socialista con las armas en las manos. La revolución pacífica es una quimera. Toda revolución armada implica transformaciones estructurales, eliminación de la lucha de clases, en cambio la complaciente revolución pacífica termina traicionando todo los postulados y sueños de los pueblos, por cuanto casi siempre, al final, resulta un  espía o traidor su máximo líder. La base guerrillera del Turimiquiri mandaría rayos  perceptible a los futuros combatientes para incorporarse a la lucha armada en las filas del Ejército Popular Revolucionario, que desmantelaría al ejército actual, cuyas huellas antipatrióticas apoyando los crimines de los partidos AD y Copey nadie podría suprimir,  sin necesidad de reclutarlo como suele suceder cuando esta confrontación militar estalle en cualquier lugar de la tierra. Debemos comprender que aquel “ejército Libertador forjado por los próceres de la independencia” sería enterrado en cuerpo y alma por la “revolución federal” y este ejército, a su vez, sería eliminado por las botas del chúcaro Juan Vicente Gómez. El EPR será la salvación de la Patria, cualquier gobierno apoyado por estos mercenarios defensores de la “soberanía”, tendrá una existencia efímera por cuanto su nutriente es el robo, la deslealtad y la traición.
    Un vez adquirida y protocolizada la propiedad de la hacienda las “Carapas”, en una extensión abrupta de más de mil hectárea, en un treinta por ciento sembrada de cafetales, algunos tubérculos de apio, ñame, ocumo, yuca y múltiples especies de árboles variables en frondosidad y altura con sus troncos anchos y cortezas espesas, matas y arbustos, cuyos nutrientes manan de las fuentes alfaguaras que le dan vida a la majestad del Turimiquiri con sus caudales de ríos que lanzan sus látigos acuosos hacia otras latitudes, impresionados con los trinos de las aves y gorgojeos de los pájaros que con sus cantos y colores adornan la belleza natural de la montaña, los jóvenes en su plenitud viril de valentía y audacia, corriendo el riesgo del ignoto desconocido, con sus risas y sus sueños entretejidos entre las ramas y las hojas y los cielos con sus nubes y la tierra con sus grietas, rocas y planicies, cultivadas en unas regiones  de cereales y granos y  sembradas en otras de vituallas y verduras como los conucos de lentejuelas que alimentan el estomago de los campesinos, arrancaban entusiastas del último peñón de las Piedras, por el camino Real, hacia la hacienda, en cuya parte saliente del brazo del cerro se levanta la construcción ancestral de una casa de bahareque de dos pisos, con dos cuartos abajo y en el soberao, la troja, para almacenar la cosecha y guardar los aperos más valiosos de los antiguos dueños, mientras en la planta baja un cocina con su fogón de barro y tres piedras de anafe, extendido en un patio de cien metros cuadrados de cemento que se usa para secar el café recogido, los  muchachos, en el trayecto, antes de acercarse a la morada, en las cientos de subidas y  bajadas que hacían, regularmente, cubriendo un periplo de cinco horas entre las Piedras y la casa de dos pisos, se entretenían, charlando, de uno u otro tema, siempre pensando en la liberación de la Patria y los problemas nacionales y la situación de desgarre de la política internacional, sin descuidar nada, aprovechando al máximo cualquier idea, iniciaban cualquier conversación con franca discusión, sin ofensas, y preguntando, con dialéctica al máximo sobre las cosas más inverecundas que salían a resaltar.  En aquel pretérito de entonces, ascendían satisfechos de lo obtenido en aquellos días con las perspectivas del éxito a corto plazo, Francisco Sánchez Carrero, apodado “Kico”; Marcial Rodríguez, Leopoldo Salazar Romero, “Leo”; Freddy Rojo Espinoza; Rubén Herguetta, “Paluka” y Domingo Fuentes Quijano, “Dominguito” y el que escribe, quienes se enfrascarían en un palique de altura por la altura de la cumbre donde debatían los problemas de la guerra y de las ideas. Sin perder mejor oportunidad, en el silencio de la sierra, el suave murmullo de las aguas corriente abajo por la hondonada silenciosa y el apoyo del conjunto de la naturaleza recargada de melancolía, frustraciones, desgarramientos y colapsada en su composición geográfica con la complicidad de los animales salvajes y la abundante vegetación hermosa de flores de esplendorosos y brillantes colores que los hojas de los árboles brindaba, los jóvenes comenzarían su entretenimiento destacando sus puntos de vistas sobre el pasado de la guerra y la filosofía del pensamiento humano aun vigente en estos tiempos de convulsiones sociales, crisis económicas y revoluciones contumaces.  
    Al comenzar la cuesta los arbustos abundan, disminuyendo en su espesor, en la medida del ascenso, tropezando con peñascos y rocas grandes, que los cascos de los caballos repelían con estupor como la paciencia de los burros con su carga. En la medida del ascenso, aunque nos habíamos tomado la tensión en Caracas, al hacernos nuestros examen médico y la revisión  oftalmológica,  todos, sin excepción estaba entre 7 y l2, par decir, perfecto, clínicamente, teníamos que mantener el ritmo entre las bajadas y los chaflaneos del camino con mucha prudencia y tolerancia, sin aguajes ni exageraciones, de querer correr para llegar primero. No, todo a su debido tiempo. Los árboles se hacían más grandes y el matorral también, penetrábamos la selva y la misma serranía con sus cumbres y lomas, líquenes,  musgos, hondonadas y zanjones. A lo lejos, la cumbre del Turimiquiri, al parecer, siempre parece estar envuelto en una neblina azulosa y gris, que lo reviste de majestad e interrogante, nos observaba callado, esperando nuestras pisadas.
---El ataque es la primera defensa.
---La sola compra de la hacienda es un ataque frontal al enemigo.
---Efectivamente, lo demás vendrá después como la caballería apoyando los cañones.
---Todos tenemos imaginación y poder para soñar, ahora debemos concentrarnos en tener valor para triunfar.
---¡Cuándo comenzamos los primeros encuentros contra el ejército?---preguntó el benjamín del grupo, Freddy con sus ojos de cunaguaro, frotándose las manos como siempre.
---En Caracas sonaron los primeros tiros---respondió Marcial con su dislalia.
    En efecto la capital de la república se había convertido en un  polvorín de combate constante para destruir la línea de terror del jefe del Estado, Rómulo Betancourt, quien había dado la orden de “disparar primero y averiguar después”, apoyado por el ejército mercenario de traidores que los jóvenes estaban dispuestos a desmantelar al tomar el poder. Grupos rebeldes con sus ideas propias y convicciones políticas definidas, compatriotas del DIREVE, algunos militantes del partido y la juventud comunista, anarquistas vergatarios, unidades tácticas de combate callejeros, habían ocupado el recinto de la Universidad Central, los cerros del Guarataro, las lomas del 23 de enero y los recovecos de la Charneca y otros tugurios populares de Catia, el Valle y San Agustín. Caracas era un campo de batalla con centenares de muertos y heridos. La guerra había comenzado en la ciudad, por lógica bélica y social había que incorporar al campesinado a la lucha de liberación, para lo cual estaban aquí en las serranías del Turimiquiri los jóvenes del DIREVE y del EPR para emprender la lucha de guerrillas.
---El gobierno, aunque fuerte por el apoyo yanqui que tiene, creemos que tiene miedo de perder la guerra---afirmaría con cierta premonición Kiko.
---No creas Kiko, ---intervino Leo---creo que nosotros no debemos bajar la guardia ni subestimar su confianza.
---El problema que se nos presenta en primera línea son los entrenamientos y las armas.
---Bueno, para eso hemos comprado estas tierras, extensas, salvajes y abruptas, con sus brechas y cuevas, sorpresas y corrientes de vientos con aguas frescas de manantial. Aquí comenzaremos nuestro verdadero entrenamiento militar de guerrilleros. Los entrenamientos serán duros e infractos. No dejaremos un rincón ni furnia ni cumbre ni árbol ni rio ni quebrada ni zanjón ni ladera que no escrutemos con nuestros ojos, manos y pies. Adelante compatriotas camaradas.
---Me siento con ánimo pá cualquier tarea después de oír tus palabras.
---Hoy somos un puñado de jóvenes rebeldes que nos contamos con los dedos de nuestras manos, pero mañana seremos multitudes. Estructuraremos nuestro Ejército Popular Revolucionario, como el de la segunda emancipación.
---A los campesinos, los iremos incorporando en la medida del trabajo que hagamos.
---Debemos tener siempre presente que es la gente más sufrida, paciente, humilde, sencilla y con mucha hambre del país, a quienes hemos venido  rescatar de la opresión y miseria. A su familia y en especial a sus mujeres debemos respetar en todo momento. Los campesinos tienen su propia moral y sus valores son conservadores por su aislamiento en que han permanecido del progreso de las ciudades.
    Y habíamos avanzado bastante, y se podían divisar aisladamente algunos ranchos o casas campesinas de bahareque y techo de paja, con su corredor o su cocina echando humo, como también a distancia considerable las  casas de mampostería y techo de zinc de los terratenientes de la zona como las del contrabandista Julián Garcia y el general ministro de la defensa Florencio Gómez.
---Para cada acción tenemos que aplicar una táctica diferente.
---La estrategia es derrocar al régimen capitalista de estos adecos-copeyanos traidores e implantar con el pueblo en armas un sistema socialista de desarrollo económico, político y social de producción y defensa de nuestra soberanía.
---La tarea es gigantesca. Sin independencia económica no hay soberanía y sin potencia  militar tampoco hay soberanía.
---Nosotros somos los nuevos titanes, escogidos por la historia, para llevar  cabo esta empresa por la patria.
---Cada uno de nosotros, es un líder en potencia.
---Lo que hemos leído de los teóricos de la guerra está en las páginas de los libros, pero aquí, en el terreno de la lucha, veremos si son ciertas esas especulaciones o crearemos otras con nuestra propia experiencia.
---Ver todo con ojos de lince y paciencia de culebra decía Sun Tzu para derrotar al enemigo.
---Al comenzar toda acción debemos ser audaz, valiente y testarudo a todo trance, a riesgo de perder la vida.
---Con los campesinos tenemos que ser muy prudentes. Es la primera vez después de casi cien años que verán hombres armados en el campo.
     Las bestias cargados habían sido despachadas, arreadas por algunos baquianos y campesinos de la  región a quienes se les tenía cierta confianza desde el principio de septiembre de 1960 cuando se hizo negociación por la hacienda a las cinco de  la mañana  con el alba y trago de café, así como los tres burros, el negro, el cano y el marrón, cargados de libros marxistas, manuales castrenses y novelas para la lectura, otras bestias  repletos de medicinas, equipo de odontología y un equipo médico para los primeros auxilios,  cuyo curso todos habíamos hecho en un hospital de Caracas con médicos amigos. Estábamos preparados para incursionar en la guerra con todas sus consecuencias, pero también para salvar vidas y asistir a las mujeres en gravidez o niños y campesinos enfermos. Los animales  mantenían su carga al vaivén de las  subidas y descensos bruscos, poco a poco, sin apuro, con sus novocaína, éter, sueros, penicilinas, vendas, gasas, algodón, suficientes, alimentos secos, sardinas, enlatados diversos, pescado salado, harina pan, azúcar, sal, abundante para varios meses de lucha. De manera que estábamos atrincherados para comenzar la vida rural en campamento abierto o el combate en caso de cualquier contingencia. No escapaban las vitaminas y suplementos alimentarios, recomendados por los médicos conocidos.
---La simulación y las apariencias en todo, hasta que hayamos despejado de su mente el monstruo del terror con que la sombra del amo latifundista los tiene aletargados.
---Entre más confianza demostremos con más libertad comprenderán este movimiento de liberación.
---Aunque a veces hay que mantenerlos desconcertados en su propia ignorancia para conducirlos por los caminos de la lucha armada.
---Tenemos que demostrarles con ejemplos prácticos en el trabajo y la acción que somos sus amigos y hermanos, pero con pocas palabras, para levantar entre ellos nuestro prestigio y autoridad.
---Nunca abusar ni excederse en la  autoridad que nos proporciona el poder de las armas.
---Cada uno de nosotros, somos sus guías, por lo que tenemos que destacarnos en todo, desde abrir un hoyo en la tierra con una estaca o una chícora para sembrar los tres granos de maíz, hasta arrancar una yuca o atender al niño o al marido o a  cualquier vecino que esté enfermo, prestándole toda la ayuda indispensable con los medicamentos que le proporcionaremos, así como asistir a  la mujer en el parto y, en fin, ayudarlo a  recoger la cosecha, y ser parte y todo de su propia familia, comiendo lo que comen, cazando o pescando, si hay la oportunidad, para que nos incorpore a sus sentimientos y emociones naturales, a fin de que siempre nos busque y le seamos imprescindibles.
---Los campesinos sin percibir nuestras intenciones trabajarán para la revolución sin que tengamos que exigírselos.
---Ante la eficacia de las acciones las palabras sobran.
---Siempre nos encontraremos con los pusilánimes y perdedores, pero, bueno así es esta contienda, nadie es perfecto, siempre salen furúnculos de cualquier cuerpo sano.
---Ahora recorriendo  a grosso modo las líneas casi teóricas de Clausewitz con las de Sun Tzu en  la guerra de posiciones desde Ransés II, Ciro, Alejandro Magno, Aníbal Barca,  Julio César, Gengis Khan, Saladino, Maquiavelo, Napoleón, Washington, Bolívar y otros destacados líderes militares, nos encontraremos con los puntos de vistas de Miguel Frunze, Shaposhnikov, Zucov, Trostky, Stalin, Rommel, Guderian, Guyen Giap, Jochimin y las más recientes de Emiliano Zapata, Pancho Villa, César Augusto Sandino,  Mao Tse Tung, Fidel Castro  y el “Che” Guevara, en la guerra asimétrica, que es la que más nos interesa a  nosotros, sin descartar las anteriores. Los griegos llamaban a sus generales “estrategas”, que señalaba a los hombres expertos, sabios y prudentes capaces de hacerle la guerra al ene migo. Esa palabra pasaría al arte de la guerra, indicando el estudio de las maniobras para derrotar en el campo de batalla al enemigo, pero en sí, la estrategia no constituía ninguna especialidad bélica, solo era una palabra escogida para designar el grado del general que conduciría la guerra. Ahora bien, esta palabra se ha generalizado y se puede ser estratega en cualquier campo y contienda donde se quiera doblegar la voluntad del enemigo, por lo que ya n o solo se aplica a la guerra, sino a lo económico, financiero, estudiantil, sindical, laboral, religioso, deportivo, femenino, agrícola y pecuario, hasta en el amor se puede ser un estratega. Nosotros somos todos y cada uno un estratega, esto es, un  general para luchar por la reconstrucción de la patria. Todos y cada uno de nuestros caciques, Guaicaipuro, Apakuama, Tamanaco, eran estrategas, Bolívar seria un estratega y todos los paladines que le acompañaron en su gesta emancipadora. Hay mucha diferencia entre estrategia y táctica, aunque podrían confundirse por ser inseparables, mientras que la primera mantiene su operatividad partiendo del conocimiento y experiencia del general para desarrollar, la táctica, sería la operación en sí para lograr que la estrategia se materialice con éxito. A cada estrategia se le aplica una táctica diferente y cada táctica podría convertirse en estrategia.
     Las pocas armas con las que contábamos las llevábamos al cinto o camuflageadas como los “FN30” y la granada del mortero. La varias cajas de dinamita y un litro de nitroglicerina bien asegurados con fuertes amarras manteniéndolas incólumes para seguridad de todos.
---Bueno, creo que también tenemos que desmenuzar, analíticamente, los movimientos guerrilleros de nuestros aborígenes conspicuos como Guaikaipuro y Apakuama, descritos con mucha profundidad en esta novela que lleva el nombre de la primera mujer Cacique venezolana de Emilio Saro, que con su pique y huye, desmantelaban la tropa mercenaria y los campamentos de los “ochies” que tanta vaina nos han echado.
---Así es, tenemos mucho que aprender para lo que vamos hacer. También nos imbuiremos con patriótico ardor revolucionario en la estrategia y táctica de las batallas de nuestros libertadores, Carabobo, Boyacá, Junín, Pichincha, Ayacucho y las miles más proezas ejecutadas maravillosamente por el genio de nuestros próceres. Ahí está el pilar monolítico de nuestra doctrina militar autóctona, sin pelajes exóticos. Nada quedará afuera, ni siquiera escapará las tácticas de Zamora, Emilio Arévalo Cedeño, Leopoldo Baptista, Argimiro Gabaldón, Maisanta, Rolando, Horacio Ducharme cuyas experiencias nos servirá para cumplir con la inmensa responsabilidad que hemos asumidos por nuestra propia voluntad. En aras de la libertad y la justicia para que nuestro pueblo sea libre y soberano, por ahora, aunque sabemos que nada es absoluto, por ser relativo cualquier ambición, ideas y dominio o control del hombre sobre las cosas y los hombres.
     El viento cordillerano con rebarba cortante poco a poco iba cobrando cuerpo friolento entre las briznas del aire fresco y espeso, que los jóvenes rebeldes comenzaron hacer uso de la chaqueta que llevaban en la chiba, morral o mochila, como diciendo “hace frio”. Se detuvieron para comer cualquier cosa de casabe, cambur o pescado salado, con sorbos de agua de las cantimploras al cinto, que les proporcionara energía para continuar dialogando al compás de los pasos y al ritmo de las horas que avanzaban hacia la montaña.
---El bagaje literario que tenemos es grande.
---Sí, y las teorías sobre estrategia y táctica al respecto también.
---Lo importante, es que encontremos, en medio del fragor del combate, la teoría revolucionaria que brote como agua de manantial de esa alfaguara que es la lucha armada, que impida enfrascarnos en  un dialéctica estéril e infame que nos pudiera dividir, dándole la razón al enemigo.
---Eso es grave, pudiera derrumbar toda la arquitectura de la revolución, catapultándonos para siempre.
---En especial cuando nosotros vamos a iniciar una guerra, tenemos que saber qué es la guerra, para poder comprender sus anacolutos.
---La guerra es un confrontación, una riña o una  pelea entre niños por cualquier cosa trivial, sería las consecuencias de imponerle a otro por la fuerza nuestra voluntad aunque este no quiera.
---En esta voluntad intervienen los sentimientos y la intención hostil de uno contra otro. Entre los aborígenes se creía que intervenían la emoción y el odio, y que entre la gente civilizada prevalecía la inteligencia. Tamaño absurdo, porque nuestros indígenas eran tan inteligentes como los europeos, que con la suya han bañado en sangre el mundo entero.
---Se crea la primera acción de la guerra que es  la reciprocidad, tú me haces algo, yo te lo hago, tú me dañas, yo te daño. En esto juega papel fundamental el tipo de armas para la con tienda, desde la flecha y el arco, el puñal, la espada y la pólvora en la antigüedad como hoy el uso de ametralladoras, fusiles, tanques, aviones, barcos, torpederos, bombas atómicas y los misiles de largo alcance de hoy.
--Para lograr que la guerra se desarrolle favorable a una de las partes, uno de los dos debe vencer al otro. Si son muchos aliados, derrotando a uno se destruye el resto. Derrotado el enemigo hay que desarmarlo.
---En cualquier guerra el que use y sepa emplear al máximo el uso de sus fuerzas, será el vencedor. Aunque  a veces en la práctica de las ideas a la realidad hay mucho trecho, y podrían acontecer fenómenos irreparables.
---Podría darse el caso de una guerra aislada, entonces, sin ningún vínculo con los acontecimientos del entorno  prevaleciente, donde la política estuviera confundida con los factores decisivos del país en cuestión que la genera se perdería la misma.
---Las guerras súbitas acaban como empiezan, se apagan como el viento al fuego.
---En cualquier guerra se debe contar con los recursos. Primero cómo y cuánto vale el país que la comienza y contra cuál país, sus recursos, su geografía, montañas, ríos, minas, riquezas, etc., su población, sus fuerzas militares, los amigos o aliados con que cuenta uno y otro, los vecinos.
   Bandadas de aves de todos los colores y pájaros pequeños como el colibrí y más grandes como el tucán, con su onomatopeya y sus trinos y cantos como  el arrendajo,  el turpial, el azulejo, el canario, el pico e plata, el cardenal, el cristofué, llenaban de melodía virginal y pura el trayecto como dándonos la bienvenida. Los loros y pericos con su alharaca como las guacharacas en busca del maíz tierno o las flores con su fragancia y las frutas más maduras con su aroma engalanaban la atmosfera matizándola de un maravilloso ambiente de  paz y atracción.
---En este sentido, el campo de la guerra queda sujeto a la ley de las probabilidades.
---Cada país o bando sacará sus propias conclusiones de los fenómenos reales de la naturaleza. Lo político cuenta para todo, pero puede ser diferente en cada país en relación con los daños psicológicos, morales o materiales que pueda causar a la población.
---Las masas, la población siempre sufren las peores consecuencias, ninguna guerra se comienza o termina sin participación de las masas en la misma, por más terquedad política de sus líderes. Siendo las guerras de todo tipo, grado, incidencia e intensidad. En este sentido el tiempo es fundamental. Se comienza una guerra pero nadie sabe cuándo termina por las consecuencias que deja en los estercoleros del triunfo o el desastre, que al fin de cuenta es una desgracia para vencedores y vencidos.
---En la guerra como en la política y en toda actividad científica o vulgar, natural o humana, salvaje, cósmica, la ley de la dialéctica es inexorable e irreversible, los contrarios se destruyen,  apareciendo la polaridad, en el caso de la guerra, la actividad militar, como la que nosotros emprenderemos dentro de poco, adopta las formas de ataque y defensa, entre ambos se produce el factor decisorio, es decir, cualquiera de los comandantes de uno y otro bando, tiene en sus manos este juego, decido  ahora o nunca.
   Aunque algunos parecían extenuados y cansados, el vigor de su propia juventud les daba la fortaleza de su virilidad, alegría, entusiasmo con ánimo emprendedor de continuar la marcha como sería después en abierta lucha.
---Miren, hermanos---comentaba Emilio--- las cosas en la guerra son imprevisibles, nada, aunque se planifique mejor que otras, resulta tal cual.
---Entonces, las formas de defensa, tienen que ser mejor que las del ataque?---pregunto Leopoldo.
---Todo depende de la ventaja, se puede librar un ataque defensivo en situaciones desfavorables que una ofensiva en el momento.
--Ahí se plantea una dicotomía táctica. Como la que pretendemos iniciar nosotros en el futuro inmediato.
--Nosotros, conocemos las causas que originan nuestra organización  militar y política como el DIREVE y el Ejército Popular Revolucionario para comenzar esta lucha de liberación. Las tensiones que vive el país provocada por la inmensa crisis nacional nos mantienen en tención  permanente, no solo a nosotros, sino a los partidos de oposición y al mismo gobierno, por lo que esta lucha no será largo plazo.
---Tampoco a la vuelta de la esquina queda la victoria---dijo Marcial.
----Somos jóvenes, y en la guerra también debemos contar con el ananké de cada uno, nuestro destino está enmarcado en esta lucha, por lo que al lado de la naturaleza de la ley de las probabilidades también permanece como un guardián alerta el azar, la buena suerte que tenemos cada uno.
    El viento en estos parajes solitarios y tenebrosos en las cumbres de la montaña se agita con ráfagas fuertes de tempestad, aconsejando guarecerse siempre al flanco o la falda del mismo cerro, nos indicaba que el sol que había partido con la  aurora y en su tiempo cogería alturas, bailando de  ida y vuelta sobre un nube u otra de cuando en vez hasta que definitivamente partiría al ocaso entre nostálgicos acrónicos.
---¿Pero, merece este pueblo el sacrificio que estamos haciendo, siendo tan jóvenes?---pregunto Dominguito un poco ensimismado en su morralla mirando al barranco, en cuyo vértice corrientes de aguas levantaban crestas de gistes contra las rocas de Horeba.
---Eso, ni preguntarlo---respondió Leo, impertérrito---aunque Bolívar haya dicho “he arado en el mar”.
---Hemos corrido el riesgo desde que comenzamos a organizar el DIREVE, por lo que, el peligro que aparezca, en cualquier contingencia, le daremos el pecho y la voluntad para afrontarlo con audacia y coraje, y derrotarlo.
---Nuestro bagaje es nuestra voluntad e intención, fundamentado en nuestros conocimientos e investigaciones filosóficas e ideológicas, unidos a la lógica de la naturaleza humana, apoyados en la suerte, pero con la audacia de la imaginación y el valor q         ue tengamos cada uno con la confianza mutua en el momento oportuno, que nos abrirá el camino hacia la victoria.
---En esos términos parecería que ya tenemos el poder en nuestras manos---dijo Kiko.
---La solución al problema implica responsabilidades, por lo que es una situación muy seria, que requiere medios para lograrlo, y la guerra es el medio inmediato.
---Por lo que resulta que la guerra no solo es un medio, sino un instrumento político. Es decir, la guerra es el medio y el objetivo es lo político. Tenemos un Estado liberal burgués y un libre mercado, donde todo tiene su oferta y demanda y sus precios fijos, es decir, la sociedad nuestra no es democrática, sino una sociedad de consumo, y nosotros queremos transformarla en una sociedad socialista, donde la ley del valor hay que transformarla de raíz.
---Nuestros motivos son muy grandes, por lo que esta guerra arrastrará a todo el imperio con la escoria de lacayos en la lucha de liberación, por lo que tenemos que almacenar en nuestro espíritu mucha confianza entre nosotros, mucho odio contra el enemigo e inmenso amor hacia nuestro pueblo. En este sentido, nuestro Estatuto político al fundar el DIREVE, se plantea muy claro, que nos metimos en esta lucha, con el objetivo al tomar el poder de destruir el Estado liberal burgués, al ejército de traidores, al latifundio y construir un Estado socialista. Ningún otro movimiento de liberación tiene estos objetivos planteados en sus intenciones ¿No sabemos que buscan? Pero los anacolutos de la lucha nos lo dirá más adelante.
---En esos estamos contestes.
---El Turimiquiri es la atalaya desde donde se desparramarán rayos de liberación hacia todo el territorio nacional, no quedará ninguna región, pueblo, montaña, rio, quebrada o lugar de norte a sur y de este a oeste, donde no esté presente algún pelotón del Ejército Popular Revolucionario con el apoyo político del DIREVE---dijo Emilio con mucho plomo.
     El galembo se había ido con su acrónico atardecer que cogía senderos de sombras entre los árboles gigantes que protegen la cumbre, obligando a los jóvenes a  bajar y subir lomas y laderas, avanzar, tropezar, caer y volver  levantarse, siempre adelante, no hay descanso para los combatientes, serpenteando entre las piedras el camino que en sus brechas parecía una serpiente descendiendo la corriente del rio para tomar agua, descansar un rato y volver a subir la cuesta, mientras sus palabras impregnaban de ideas y romántica sabiduría el ambiente, envueltos paulatinamente en un neblina de muselina que se desprendía de las  rafas y grietas de la sierra, se tejía una atmósfera de compresión entre la naturaleza salvaje y la valentía que el pensamiento de los jóvenes expresaba en sus frases y palabras la filosofía de su Movimiento político por la patria sojuzgada por unos coyotes que comían en Venezuela, pero tenían el cerebro en Washington.
--A las fuerzas del gobierno tenemos que desmantelarla, desde el punto de vista militar y político, para lo cual, ya tenemos ocupado una parte del territorio con la compra de la  hacienda, y luego iremos incursionando en la medida de nuestro entrenamiento, es decir, invadiendo otros parámetros y extendiendo nuestras fuerzas hacia otras regiones,  ejercitándonos y combatiendo al mismo tiempo. No hay tiempo que perder---los muchachos pese a su coraje se miraban unos  otros---el Turimiquiri es nuestro centinela de piedra como para los chilenos el Aconcagua.
---En esta ofensiva sin posiciones fijas, por cuanto la hacienda es solo un punto de orientación como la base guerrillera número uno del país, pero, podría ser capturada y destrozada, mas eso no significa que estemos derrotados. Mientras viva el último de nosotros habrá guerra de liberación contra el enemigo común. Eso lo hemos jurado.
    La montaña en sus vertientes, lomas, quebradas, zanjones y matorrales, con sus árboles gigantescos y sus arbustos a pie de monte, almacenarían en sus arcanos secretos las palabras y pensamientos profundos de aquéllos jóvenes resueltos a luchar y vencer por sus ideales, en medio del fragor de las contradicciones y la inocencia de su ingenua juventud, aunque murieran en cualquier recodo del camino en el combate menos indicado. Un gavilán, a golpe de tres de la  tarde, en un vuelo casi rasante se lanzaría hacía el zanjón del río para agarrar en precisión asíntota con sus garras de buitre un guaripete que confiado descansaba sobre la patena brillante de una piedra extendida en laja iluminada por un fuerte rayo de sol. Casi nadie se dio cuenta de este zarpazo artero, mientras las iguanas y anolis desplazaban su caparazón acuesta de camaleón entre la hojarasca de la pendiente. En el trayecto varias caídas de agua y chorros de quebradas o pequeñas cascada desprendidas entre la serranía de los carcavones y cangilones sombríos refrescaban el ambiente cuesta abajo, mientras las serpientes y los “crótalos terrificus, terrificus” merodeaban las frías orillas de los fragüines, donde siempre abundan los macaureles, lapas, cachicamos y los venados caramerados y matacanes. Algunos insectos y gusanos como las lombrices de tierra hacían lo que  cada uno corresponde para mantener el ecosistema interrumpido por ahora.  De vez en cuando un gonzalito y su compañera con sus colores amarillos y negros como los del arrendajo rasgaban el espacio, mientras los carpinteros horadaban con el martillo de sus picos el corazón del apamate o del urape en flor, a los lejos algún zorro o conejos sabaneros o de monte brincaban, dando saltos, perseguidos uno del otro, los “rabipelados” y las comadrejas, libélulas, mariposas marrones, amarillas, azules y de geométricas grecas girando a los rayos del sol entre los grandes árboles, las arañas, tarántulas y coleópteros tejiendo sus mansiones de seda, también el “caricari” y otras aves rapaces violentando los aires, la onza, el tigrillo, cunaguaros y el león selvático, el “guaco” con su semblante de pingüino de plumaje gris plomizo en el lomo y las alas con el pecho blanco sobre una rama como un lémur vestido de capuchino  tocando las campanas de su iglesia, el murciélago y algunos vampiros frutales guarecidos debajo de las hojas de cambur de día y por las noches salir a picar su presa, sin faltar los comejenes y los panales de abejas enroscado en la horqueta de los árboles, seguidos de las legiones de zancudos, mosquitos y otras bandadas de insectos indefinidos que protegen con su tenacidad la tranquilidad selvática que estábamos penetrando y perturbando su paciente y eterna paz, las gallinas de monte, perdices, potocas, las palomas y torcaces,  chirguos, pipes, “fafao” gargantiblanco, turpial,  la “diglosa negra”, patos de montes, el paují con la elegancia de pavo real, la pava negra, la “cotorra” y las guacamayas, la danta, el puerco espín, los sapos y ranas, la perezas, las ardillas, las lechuzas y búhos y el “chirulí”, el puma como el jaguar tropicales, los araguatos, algunos pequeños monos y la piara de báquiros al acecho, los “mato polleros” y las iguanas, lagartijas y camaleones rondan cerca que se escucha su rastreo pesado, el colibrí,  el trepador “subesube” y el oso melero como el oso hormiguero, que observa con sus vivos colores al bojote de coral, evadiendo la boa constrictor parecido a la ”traga venado”, la macagua mariposa abajo en el zanjón, y cascabel de maraca que advertía cualquier movimiento entre las ramas secas. En las abras de la sierra con sus cádavas y cangilones no es conveniente hablar en voz alta, que se propaga con la rapidez de las ondas del viento. Esta regla la conocían muy bien los jóvenes por el entrenamiento que practicaron el año anterior en las montañas de Vigirima en el Estado Carabobo, donde se entrenaron en campo abierto  por lo que se dispusieron hacer por ahora. Los cascos de los caballos son como tambores que el enemigo detecta al aire, por lo que también tuvieron que mandarlo con el alba de primero.
---Nosotros estamos inmerso en una total incertidumbre, pese al entusiasmo que sintamos por derrotar cuanto antes al gobierno títere, que es nuestro enemigo, pero también contamos con patriotismo, voluntad y valentía para ser audaz por todos los medios. Todos estamos en esto por propia voluntad, pero para el combate, nosotros solo nunca haremos nada, tenemos que ir, en la medida de nuestro trabajo en estas montañas de ir incorporando gente, prepararlas, entrenarlas para la lucha. Por esto al preparar a  nuestros combatientes en el manejo de las armas y explosivos como lo haremos muy pronto, les estamos enseñando el uso de la fuerza armadas en cada encuentro, por lo que la combinación del uso adecuado de los encuentros para lograr el objetivo, los estamos educando en la estrategia. Por lo cual requerimos de espacio y tiempo para establecer los comandos de lucha. Ahora, aquí, mientras hablamos, somos un Estado Mayor del EPR. Haremos muchas marchas, estructuraremos campamentos, buscaremos alimentos, armas, aperos en otros lugres,  incorporaremos campesinos de ambos sexos, y trataremos de ir poco a poco forjando una logística, almacenando en lugres apropiados todos los recursos que encontremos. También tenemos que tener presente que en esta lucha al mismo tiempo que educamos para combatir y salir airosos, podemos caer,  entonces, necesitamos alojamiento para cuidar  los heridos o enfermos. Este movimiento armado en acción constante es toda una campamento en despliegue guerrillero en el monte. En la ciudad la táctica de despliegue tiene que ser otro.
---Desde tiempos inmemoriales en el arte de la guerra, el engaño, la audacia y la trampa constituyen el juego de  la táctica y estrategia, como dije arriba---expresaría Leo.
---Por lo que en el tiempo y espacio que tenemos en esta oportunidad los preparativos como los que estamos haciendo son  los preliminares para desplegar los elementos de la guerra en el campo de batalla.
---En los tiempos modernos este arte de la guerra y  ciencia de la guerra constituyen una pieza fundamental del ajedrez, en el sentido, de las cosas materiales con las que vamos  a tratar sobre las que tenemos que aplacar nuestros conocimientos, en el sentido de la imaginación, la invención, el empleo de las armas, el asedio, lo que son las líneas exteriores e interiores, los principios geométricos, la seguridad en el desplazamiento y la forma envolvente del ataque, por cuanto todo es indeterminado, por los indicadores y las variables aportadas por los espías, pero también está impregnado del genio creador, la manera de conducir la guerra para obtener ventajas y lograr la victoria.
----En nuestra actividad guerrillera lo fundamental es la sorpresa, bien sea por la retaguardia o por cualquier flanco enemigo o de frente, siempre dará resultado victorioso. Considerando que todo combate siempre es una intención hostil que destroza las fuerzas morales y psicológicas enemigas.
---Nosotros siempre estaremos en peligro, nunca estaremos tranquilos, seguros ni a salvo, aun con el poder de la victoria en las manos, el peligro convivirá con nosotros. El riesgo causa las emociones del peligro, en forma instintiva o por intuición o inteligencia, que nos induce deliberadamente al miedo y a la inquietud e inseguridad personal, por lo cual debemos al peligro siempre oponerle  nuestra audacia que genera el valor, que en si es un contrapeso a la cobardía. El valor siempre es un instinto más noble que el miedo, por ser una magnitud que controla el peligro. Nosotros somos cada uno un Comandante de pueblo, para conducir esta guerra, por lo que cada uno tiene que preocuparse por sí mismo, y, todos, y cada uno, por cada y todos de cada uno, como un solo cuerpo en acción para derrotar el miedo y el peligro en el riesgo que corremos. Entre nosotros surgirán los hombres ponderados, serenos, ecuánimes, justos, valientes, inteligentes, expertos, de mente imaginativa y creadora. Nadie nace aprendido, aquí aprenderemos hacer la guerra de guerrillas que será ejemplo para las generaciones futuras.
---Con la dialéctica en nuestras manos detectaremos cualquier cosa, de manera que ante cualquier acción siempre habrá una reacción rápida y contundente. Y dentro de toda incertidumbre, cuyas dificultades son imprevisibles, siempre debemos recurrir a nuestra imaginación, al talento, la audacia, como un azar inaudito. No obstante cualquier genio es superior a cualquier ley.  
---Ante cualquier hecho causado, tenemos que preguntar siempre sobre cualquier problema y ante cualquier resultado debemos aceptar la crítica sin enojo. Estamos persuadidos que el gobierno títere tiene la intención deliberada de entregar las riquezas del país a los yanquis, por lo que nosotros al descubrir esta verdad real tenemos que atacarlo por todas partes hasta destruirlo. Sabemos que esta guerra como toda otra parte de grandes conflictos de intereses. Es una contienda mortal, sin piedad, entre ricos y pobres. Los ricos nunca se quitarán del confort que disfrutan por su propia voluntad, entonces, los pobres unidos, tenemos que apoyarnos en nuestra imaginación y en las armas para desplazarlos y ponernos nosotros en su lugar. Es una guerra de dos facciones,  entre dos bandos, entre dos ejércitos. Vencerá el que cuente con el apoyo del pueblo. El pueblo en su miseria y con hambre derrotará a los ricos con la barriga llena. Esa es la verdad real. Por lo que debemos buscar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Aunque la verdad casi nunca se vea ni aparezca tenemos que escarbar, escrutar, ahondar hasta hallarla, porque  veces también la tenemos cerca y no tenemos ojos para verla.
---Como dijéramos arriba la estrategia es el empleo de los combates para lograr el objetivo de la guerra. Mientras más corta sea, más fruto obtendremos. La guerra de cien años europea del siglo XVII desgastaría en la miseria a esos países, impidiéndoles desarrollarse. Nosotros, no vamos  a caer en la guerra de los mil días colombiana ni en cualquier otra que dure más de cincuenta años. Debemos triunfar siendo jóvenes como los barbudos cubanos. Nuestro plan es derrotar las fuerzas del gobierno a corto plazo con todas las armas y recursos en nuestro poder. Este plan lo discutiremos, con  elementos estratégicos y las informaciones e indicadores económicos que poseemos, con más calma cuando lleguemos  a la hacienda.
--Exacto, para ello tenemos que organizarnos como un ejército regular, con su apoyo en las  guerrillas campesinas y urbanas. En Caracas tenemos cuadros en las unidades tácticas de combate que actúan y operan, coordinadamente, por la Charneca, el Guarataro, el 23 de enero,  Catia, El Manicomio y Lídice, San Agustín, el Valle, la Universidad Central, etc., a  la policía y la guardia nacional. Ahora por estas montañas a los campesinos los incorporaremos al Ejército Popular Revolucionario que estamos estructurando el cual  carecerá de vanguardia y retaguardia para que no pueda ser localizado y derrotado, siguiendo las pautas de Lawrence de arabia, en el sentido de mimetizarnos, en pequeñas unidades, repartidos en cada lugar, sin que podamos ser un blanco fijo por nunca poder reunirnos en el mismo lugar, así socavamos la psicología del enemigo, quien nunca podrá dominar ni conocer nuestra mente, y como sugería Sun Tzu, cambiar de forma, adaptándonos al todo parecido al dios Mercurio de la mitología griega, quien mientras cantaba robaba al enemigo, seduciéndolo en la caída, con la estrategia del  gato y el ratón, como decía Mao Tse Tung “si el enemigo avanza, nosotros retrocedemos; el enemigo acampa, nosotros lo hostigamos; el enemigo descansa, nosotros atacamos; el enemigo se bate en retirada, nosotros lo perseguimos”. Es el mismo “pica y huye” de Guaikaipuro y Apakuama nuestros caciques en la guerra contra los “ochies”. De manera tal que “las leyes que rigen las circunstancias son abolidas por las nuevas circunstancias” como dijera Napoleón.  El pasado quedó atrás. Por lo  que cambiaremos a cada instante de formas, pero no de contenido, para lanzarnos al ataque, usando la concentración de fuerzas, con rapidez que nos proporciona nuestro movimiento y nuestros recursos como jóvenes resueltos a luchar para  vencer, en el sentido como dijera el camarada Mao “cuando luchamos contra el adversario, nos aseguramos de que no pueda escapar”. Al enemigo hay que destruirlo. Tenemos mucho trabajo por delante y poco tiempo.  También tenemos que organizar el DIREVE como órgano político del movimiento. Organización y disciplina son los pilares de la guerra. En esto necesitamos mucha voluntad, trabajo, constancia, sin egoísmo ni envidia ni rivalidades ni hipocresía ni traidores. En toda estrategia se requiere que los elementos espirituales, morales, geográficos, físicos, matemáticos, geométricos, filosóficos, cuyo conjunto cubre toda su magnitud de emplazamiento. De manera que mientras tengamos la moral en alto, no importa que lo físico cojee porque lo lograremos de todas maneras. Todos tenemos capacidad, audacia,  intención y voluntad, valentía, espíritu de lucha, somos patriotas, cuya virtud es parte de nuestro genio guerrero.
---Lo demás camaradas, compañeros y compatriotas, con estas palabras por hoy, viendo que ya empieza a paramear, estamos entrando a las faldas de la hacienda, me despido, hasta que volvamos a retomar el tema, y platicar sobre otros tópicos parecidos cuando estemos en la casa---dijo Leopoldo sonreído.
   En efecto serían las seis de la tarde, en medio de fuscas sombras la llovizna que se había desprendido desde horas atrás impertinente, pero sin molestia, sobre los hombros y cabezas de los jóvenes indomables, transformaba la marcha de la columna guerrillera en apresuradas zancadas para no resbalar de la patina ni caer en el rio golpeándose con las peñas de la corriente, cuando hicieron entrada a la casa blanca de dos piso, que en su quobar por los fuertes vientos aparecía distante enrollada en una calina espesa de neblina que hacía imposible que los jóvenes se distinguieran entre sí, valiéndose de las linternas que llevaba cada uno para identificar su posición, obligándolos a expresarse con temor de alguna caída imprevista.
---Mira, vale, esto parece puro algodón. No te veo Rubén, y eso que estás a mi lado---le gritó Dominguito a Hergueta.
---Yo tampoco distingo  a nadie. Casi meto los dedos como si fuera algodón dentro de esta espesura blanca.
    Los rebuznos de los animales desde el corral se oían con encanto por indicar que ya habían llegado bien. Cruz Miguel Suárez, encargado de la hacienda había ya descargado los burros y desensillado los caballos colgando aperos, bozales y morrales donde convenía, proporcionándole el acostumbrado pasto, que las bestias devoraban  a satisfacción en el pesebre lleno de malojos y cañas cortadas, con su barrica de agua fresca al lado. Uno a uno de los jóvenes diaforesados, fatigados, pero nunca cansados, alegres, entonando algunas cancioncillas y otros chanceándose entre sí, en son de broma, fueron entrando al perímetro de la casa, golpeada por los años de construcción, el fuerte viento y el frio que doblaban las veras y caña brava que entretejían el barro para el bahareque y darle forma de dos pisos con su puerta de entrada y una de salida al fondo, sin ventana alguna para protegerla  mejor de cualquier asalto furtivo en la noche. Por fin pusieron pie sobre el macadam del patio para secar el café, enfocar la casa roída y vieja, a la cual entraron después de Cruz Miguel Suárez, quien les dio la bienvenida. Estaban fatigados, se despojaron de sus fardos y morrales, se saludaron mutuamente, como al capataz encargado de la hacienda, bebieron agua del manantial cercano en totumas caseras y se dispusieron  revisar con mucho cuidado y esmero la carga, verificando en los cuadernos lo que correspondía y si no había desaparecido algo o perdido o roto algún frasco, y  el lugar correcto del segundo piso para protegerla mejor.
---No falta nada, y nada se partió---dijo Kiko, refiriéndose a los envases de vidrio, las ampollas y medicamentos en botellas---todo está correcto.
    Serían las siete y media de la noche, comieron frugalmente, casabe y  galletas con mortadela y queso, algún guayo yo, y se dispusieron  dormir, unos en el catre grande, otros en el soberao, dos en el chinchorro, hasta en el suelo sobre el encerado que es una sábana impermeable y gruesa para proteger  el café por las noches. Pero continuarían pensando la forma y modo de cómo estructurar al DIREVE para que funcionara, políticamente, en el proceso revolucionario, y al EPR, el ejército con su Estado Mayor. Un DIREVE con alma y cuerpo propios sin imitación de otro movimiento político en el mundo, y el ejército en las mismas mística y dirección comandados ambos por un solo líder, aunque todos lo eran de esa inmensa empresa, que es la revolución en una lucha armada. Todo problema, crisis o duda como cualquier contingencia sería tratado, analizado y resuelto, dialécticamente, con las opiniones de cada uno y los puntos de vistas adversos, tanto políticos como militares. Por ahora el problema más grave era, las finanzas, la forma y método como adquirirlo, con los cuales poder desplazar el movimiento en extensión e intensidad. El segundo era la compra de armas, las vías y conductos para lograrlo, un vez obtenidas las finanzas. El tercer asunto serían los nuevos miembros y partidarios del movimiento como la incorporación de los campesinos de ambos sexos a la lucha armada, quienes tendrían una edad entre los l7  los 40 años. En esta lucha y en la creación del ejército, la vanguardia y la retaguardia de toda revolución es el mismo pueblo, la gente pobre con la que vamos a tratar día a día. En tal sentido, la forma de este nuevo ejército no puede ser una legión de forajidos y mercenarios adaptados para matar y saquear, sino jóvenes, hombres y mujeres con una ideología transparente, que no estén sometido a la disciplina castrense tradicional de obedecer de arriba hacia abajo, ahora se invertían las cosas, las órdenes se cumplen de abajo hacia arriba, es el pueblo el que manda en marcha de combate. Este ejército tendrá, sin embargo una disciplina, tal vez, más rígida, pero más humana por la responsabilidad que implica para cada uno la ejecución de la orden, se cumple y obedece y respeta, pero se ordena y se manda con respeto y dignidad al subalterno. En el Estatuto Programa del DIREVE se establece la creación del Ejército Popular Revolucionario ---EPR---con su Estado Mayor, sus unidades tácticas de combate, las cuales no pueden sobrepasar, inicialmente, en sus pelotones y compañías en más de cincuenta hombres, pero también se fijan los cupos mayores al desarrollarse en plenitud todo el cuerpo del ejército, en la medida del desarrollo de la guerra. Un Estado Mayor capaz de aglutinar bajo un  solo mando político-militar todos los grupos civiles o militares, facciones o  partidos insurreccionados en armas contra el enemigo, a  fin de evitar la dispersión de fuerzas, la anarquía y los desgastes mayores de cualquier contienda armada. Integrar las fuerzas para dar la batalla unidos contra el enemigo común. Las unidades tendrán su propia autonomía, pero obedientes a la dirección central del Estado Mayor y este al DIREVE. En esa forma se mantiene coordinación y disciplina en el proceso. Las unidades se moverán en el perímetro de su lugar, sin tener un sitio fijo de permanencia para confundir al enemigo y no darle oportunidad de ataque o captura.  Este Estado Mayor es el que comanda las operaciones de la guerra, por instrucciones del DIREVE. El Estado Mayor quedaría estructurado con el Comandante Emilio como Comandante en jefe del EPR y jefe político del DIREVE, Leo, Comandante  de Operaciones, Marcial, Comandante de Organización y Disciplina, Kiko, Comandante de Inteligencia, Rubén, Comandante de Logística y Seguridad, Dominguito, Comandante de Armamento y Freddy, Comandante de Finanzas. Parecería un esquema romántico, tal vez, si se ve ahora a estas alturas, después del fracaso causado por la traición del PC y sus dirigentes, quienes enfrascados en esos años en una lucha interna estéril provocaron el desmantelamiento de las guerrillas del Turimiquiri, pero sí se estructuró para darle cuerpo al EPR en las montañas y en la ciudad. Mientras nos metíamos e imbuíamos con alma, pasión y corazón en el carcavón oscuro de las montañas para rescatar a Venezuela de un gobierno que mantiene al pueblo oprimido, en zozobra, con miedo, desempleado, con hambre y miseria, en la pobreza mas depauperado, desde l830 a lo que corre de 1960 y faltará aún más, con analfabetismo, sin vivienda adecuada y justa, desnutrido, perseguido, familias desmanteladas, hombres y mujeres perseguidos, presos o desaparecidos, asesinatos impunes, allanamientos  a granel, torturas infames, prostitución, corrupción a todos los niveles gubernamentales, un pueblo sin alimentos apropiados nadando en el mar de una inflación  por  el alto costo de la vida, sin asistencia hospitalaria ni medicamentos oportunos,  trata de blancas, indocumentados, extranjeros indeseables aunque no es xenófobo, expuesto a pandillas de atracadores protegidos por el régimen, robos diarios, violaciones, vandalismo callejero y rural, desalojos de familias humildes, alta tasa de mortalidad infantil, mujeres abandonadas, delaciones, traiciones, un desgarre total de las células familiares,  con un sistema educativo colapsado desaprovechando los avances científicos y  la tecnología del siglo XXI y próximo,  sin escuelas ni liceos ni universidades que cubran este déficit, con los medios de prensa, radio y televisión en manos de mafias poderosa y extranjeras que asfixian la libertad de expresión y de pensamiento, con partidos políticos excluidos y perseguidos la gente de “izquierda”,  con tribunales aberrantes, cuyos jueces venales, depravados y prostituidos deben ser los presos, donde la justicia nunca llega al condenado injustamente, un infancia abandonada a la suerte del desprecio, con tráfico de estupefacientes y drogas tolerado y consentido por el propio gobierno. En ese caos sombrío estaba inmersa Venezuela entera al borde del abismo entre ricos corruptos y pobres hambrientos. Caracas con  una legión de ranchos desde las quebradas a la cumbre de los cerros en espantosa miseria donde pulula la delincuencia y el tráfico de menores de ambos sexos. La  nación que le brindara hospitalidad a los inmigrantes italianos, españoles y portugueses como a los colombianos para que no se murieran de hambre en su país de origen, se encuentra en la encrucijada de perder su gentilicio y caer en manos de estas exóticas comunidades xenófobas con sus propias costumbres y tradiciones destruyendo las autóctonas, que hasta la música criolla ha desaparecido del escenario popular, la prensa,  la radio y la televisión. El país sin producción alimentaria propia por  estar el campesino desasistido y en la mas oprobiosa miseria, que depende cada día mas de la exportación petrolera que controlan las potencias extranjeras como EEUU, no tiene la capacidad con el gobierno actual para resolver los graves problemas de su desarrollo económico. Un pueblo que no cree ya en nadie, por haber sido engañado, ultrajado y oprimido sin piedad ni compasión de nadie por los gobiernos despóticos que ha tenido Venezuela, tampoco confía en nadie, pese a que en su mayoría son católicos cristianos, que va a la iglesia cuando quiere y reza cuando le da la gana, llora de rabia e impotencia cuando siente injusticia y se dispone a luchar, aunque sufra dolor o tenga que morir, por la libertad que es la verdad de la justicia.  Por lo que, nosotros los miembros del DIREVE y soldados del EPR, hemos decidido empuñar las armas honrosamente para liberar al país nacional de los dirigentes títeres y traidores del partido acción democrática y copey, cuyos jóvenes, hombres y mujeres, influenciados por la corriente “hippy”, en atrabiliaria furia sicodélica conviven en la vorágine de la  “dolce vita” del placer y del vicio, desgarrando sus células somáticas y neuronas vitales en inútiles consumo de licor, cigarrillos, drogas, sexo y depravación más insólita, que espanta  los íncubos del averno. Estamos conscientes de nuestro destino y de nuestra suerte y no nos arrepentimos de la renuncia a todas las comodidades que nos proporciona nuestra juventud para estar hoy como estamos en estas montañas del Turimiquiri para hacer libre a Venezuela o morir por la Patria.
   Al amanecer del día 19 de septiembre de 1960, la neblina continuaba envolviendo en su manto sutil de muselina azulosa la casa y su entorno, cundo los jóvenes ya estaban despiertos  de pié, desde las cinco de la mañana, dispuesto Domingo y Freddy en la cocina con fogón de estacas, piedras, cenizas, brazas y candela de madera seca, preparando el café y algunas arepas con huevos revueltos con sardina para el desayuno, parecía todo el entorno un cuento de hadas, el sol aun distaba mucho en aparecer sobre el poderoso cerro, brindándole la oportunidad a los muchachos inquietos y curiosos,  observar directamente cuanta composición natural desenvolvía el ambiente. Un patio inmenso de cemento construido y preparado desde hacía muchos años atrás por los antiguos propietarios para secar el café de la hacienda, que después el gobierno diría al mundo  través de la prensa, la radio y la televisión que era un campo para aterrizar helicópteros. Rodeado de matas cargadas de duraznos   y naranjas; un sendero entrelazando al norte con el oeste a través de una abra al sur que desciende hacia los llanos de Monagas; varias casitas de bahareques ya descritas arriba; la casa abajo de la planicie de Cruz Miguel, el mayordomo, con un manantial abundante, y más allá  a distancia de cinco kilómetros dos o tres casas separadas, unas de otras, de campesinos de la zona.
---Esto es un maravilla---comentó Leo a sus camaradas.
---Lástima que se convierta en un escenario sangriento dentro de poco---acentuó Kiko.
---Es el sacrificio que tiene que pagar la naturaleza---dijo Marcial.
---De todas maneras después del desayuno es bueno hacer un recorrido por todos los lugares---recomendó Rubén.
     Durante el frugal desayuno, comentaron sobre las cosas que había que emprender, la construcción de una casa de palos, bejucos y palmeras de la región, adyacente a la casa blanca, es decir, un caney para la escuela, donde se impartirían clases y lecciones a los campesinos, sus mujeres y sus hijos, encargando para ello a Marcial. En los días siguientes, marcharían hacia la cabecera del rio Cumaná, y ascender la montaña para estructurar la primera base de operaciones, ocultando armamento y medicinas. Acción que se llevó a cabo con mucha eficiencia, ocultando los movimientos entre la maraña de chiriviscos que arañaban, molestando rostros y brazos,  por lo que teníamos que arrastrarnos como serpientes para caer en una hondonada y luego subir, entre siembras de apio y ocumo, en terreno resbaloso hacia la cúspide de la montaña, resbalándonos una y otra vez, pero con perseverancia subíamos con los talones encasquetado en el lodo como escaleras encharcadas, pero subimos al fin. Esta operación la harían todos, sin excepción, demostrando que teníamos la estirpe del guerrero. Los otros días Emilio y Freddy marcharían en sendos caballos hacia el oeste, buscando brechas o abriéndolas para salir a Cumanacoa o a Urica. Asimismo, se  continuaría descendiendo por el abra sur, hacia los llanos que caen en Guanaguana, Aparicio, Chaguaramal, Aragua de Maturín, rumbo a la Toscana y Maturín. La tarea requería muchos días de constante trabajo y, tal vez, meses para completar el reconocimiento de la geografía de la montaña, su planicie, sus faldas, sus cuevas y recovecos, picas, senderos y brechas, verificando los mapas cartográficos y militares adquiridos o levantando los propios como más veraces. Bajo estas circunstancias, se dispuso, en  acalorada discusión, que un grupo se quedaría en la hacienda para realizar trabajos de penetración, incursión y educación de los campesinos, con su entrenamiento, el cual quedo integrado por Marcial, Rubén, Dominguito, Raúl Conde, Argenis Vielma y yo, y el otro pelotón lo comandaría  Leopoldo con Kiko y Freddy que incorporarían  los que quedaron en la capital, bajarían a Caracas, para tratar de obtener finanzas, tan necesarias para la lucha que se avecinaba. Durante esa polémica, Emilio les dijo a todos.
---Las finanzas pueden esperar, en el sentido de concebir un plan mejor de resultados inmediatos, por lo que considero que Leopoldo no debe bajar a Caracas, es necesario que se quede---Leo, constituía el epicentro de atracción  carismática, su influencia en el ánimo de cada uno de los miembros del movimiento, por su porte físico, su actividad ejemplar e incansable, de querer siempre estar en todo y ser el primero a todo riesgo con su audacia y valentía inigualable que lo caracterizaba, su elevada moral y su espíritu de lucha en el DIREVE y del propio ejército en formación, por lo que era indispensable sus opiniones y conceptos, por lo que a su regreso, emprenderíamos acciones contundentes, como la toma del cuartel Mariño de Cumaná para lo cual habíamos ya hecho gestiones para comprar dos casas frente a las mismas instalaciones militares, ubicadas  al final de la Avenida Arismendi de Cumaná, desde donde excavaríamos un túnel hasta el arsenal del cuartel para tomarlo por sorpresa, iniciando así la insurrección de la segunda emancipación de Venezuela comandada por el DIREVE y el EPR--- Debe quedarse aquí para darle estructura al Estado Mayor del Ejército---a lo que Marcial, en el fragor de la discusión democrática, se opuso, rotundamente, apoyado por otros que no comprendían la situación de los anacolutos propio de la estrategia a desarrollar. Se había fracturado el mando de la revolución.---sin embargo, creo que para esa operación debe estar presente Rubén, en lugar de Leo.
---No, Emilio, debo ir, comprendo que debo permanecer aquí, pero por ahora es más importante ir a Caracas, que quedarme aquí. Tú sabes bien, por qué---explico Leopoldo su próxima partida---casi no tenemos finanzas para continuar la lucha. Necesitamos comprar armas, las casas de Cumaná, establecer la paga de cuanto adquiramos, no podemos dejar nada en el aire y con deudas.
    Las primeras finanzas del DIREVE se obtuvieron con la venta de los vehículos de Emilio y de Leopoldo, con los cuales pudimos comprar la hacienda “las Carapas”, que sería la primera base guerrillera de Venezuela para esa década de 1960, las prestaciones sociales de Francisco, ciertos aportes de Rubén, Domingo y Freddy, Marcial no podía aportar nada por cuanto tenía que ayudar a su madre en pésimas condiciones económicas. Con esos ingresos pudimos mandar a la Habana, con el riesgo de la duda sin contacto político con nadie para establecer en la efervescencia revolucionaria alguna conexión ipso facto, a Leopoldo Salazar Romero, Francisco Sánchez Carrero y Luis Beltrán Cova Velásquez a Cuba para establecer contactos con Fidel, Raúl y el Che, cuya misión resultaría un desastre, por cuanto, mientras los tres miembros del DIREVE permanecían en la Habana, perseguidos,  a su vez, por agentes del “G2” cubano, en la creencia supuesta de que Leo, con l8 años era agente de la CIA, ¿qué desparpajo? situación que se la comenté después al Che Guevara en Argelia en l966, quien se alarmó de tanta torpeza, resultando infructuosa esta misión, mientras en las montañas de Vigirima, Estado Carabobo, en prácticas de orden abierto, por apresuramiento negligente e irresponsable de Marcial Rodríguez, moría Jaime Fernández Vásquez de l9 años de edad en 1960, víctima de la explosión de un niple casero. Las finanzas las acostumbraba obtener el partido comunista y otros grupos rebeldes por medio de la expropiación de bienes mal habidos en manos del enemigo o la reacción pudiente, que en realidad es una facultad que otorga la revolución a cualquier combatiente para sufragar los gastos de la contienda. Es un impuesto de expropiación de bienes mal habidos en manos del enemigo, tal vez, que la humanidad a través de sus avatares históricos otorga a cualquier combatiente sin recursos financieros que lucha por la libertad de su pueblo. Mucha gente de cierta posición y honorabilidad  contribuía de buena gana con el DIREVE y otras se obtenían por otras vías. La comisión de Leopoldo era restablecer esta red para asegurar los ingresos, pero tuvo, por imperiosa necesidad revolucionaria del movimiento armado que meterse de lleno en la contienda y la lucha que para esos momentos ocurría dentro del recinto universitario una batalla campal, entre jóvenes estudiantes, mal armados y sin  entrenamiento militar contra las fuerzas represivas del régimen por tierra y aire reforzados por helicópteros artillados disparando a topa tolondro contra las treinta hectáreas de la Alta Casa de estudios, sitiada por soldados entrenados para matar.
    No obstante, con la franqueza homogénea del DIREVE días después continuaríamos, repartidos en comandos de tres personas, todos y cada uno con todos los implementos de combate, desde las armas, cuchillos de monte, cantimplora, botas de baqueta, “bluee jean” gorra o sombrero, incursionaríamos en la sierra y la selva, por sus senderos menos indicados y los más insólitas picas o abriendo brechas, en más de doscientas mil hectáreas, para conocer el hábitat natural, la fauna, la flora, los árboles frutales y animales que nos pudieran servir de alimentos y los recursos de la región, agua hay en abundancia, cuya más elevada montaña del Turimiquiri, constituye una extensión de la Cordillera de la Costa desprendida del Páramo de Cendé, estribaciones de las cordilleras andinas, con todos los secretos de sus veneros y arcanos aun no escrutados ni  siquiera imaginados en sus inmensa riqueza ignota.
    La escuelita a los pocos días recibiría los primeros alumnos, entre cinco o seis niños de ambos sexos entre los ocho o doce años, a quienes Marcial con su seriedad, comprensión, dislalia y buen humor, como un nuevo Robinson, comenzaría a impartir las primeras letras  a los niños y niñas, en la mañana, y por las últimas horas del día, es decir, después de las cuatro a siete de la noche  lo  adultos, que dejando el machete del conuco en casa, sin pena ni vergüenza por no saber leer ni escribir a esa edad se acercaban con humildad y sin miedo a la casa, constituía una sorpresa tanto para los “improvisados” alumnos como para todos nosotros, que nos sentíamos estimulados de manera extraordinaria para comprender  más  a nuestro pueblo, a quien nunca antes ningún gobierno ni particular alguno, en estas montañas olvidadas nadie les trajo la luz del conocimiento como ahora lo hacía el DIREVE y el EPR con sus jóvenes hombres, soldados de nuevo cuño, dispuestos a encarar cualquier contingencia propia de las consecuencia derivada de estas acciones revolucionarias. Compenetrados como estábamos cada uno de nosotros de que Venezuela es el Pueblo, y el pueblo es el DIREVE y el DIREVE somos nosotros que tenemos que darlo todo por Venezuela. Un juramento infracto que nadie podría destruir. Estamos casados en serio connubio con la Patria. Cómo aprende fácilmente cual agua deslizada en la corriente el cerebro humano, sin importar su rango o clase social, constituye una fuente poderosa de entendimiento, por el despertar de las neuronas dormidas o aletargadas por el ambiente, siglos de infamia, la soledad y la ignorancia secular de las cosas, que cuando el rayo de luz del conocimiento aparece es como el sol despejando penumbras. Toda persona aprende con rapidez y fluidez si pone interés en cuanto hace con amor propio, preguntando ante cualquier duda o incomprensión, que facilita  enseñar y educar. Al mes ya los niños y niñas sabían leer, con disciplina y confianza entre el maestro y el alumno, generando cierta empatía del ¿por qué estábamos nosotros por esos lares? como los adultos las primeras letras, al mismo tiempo las primeras operaciones de aritmética. Al mismo tiempo que estudiamos de cerca la psicología rústica del hombre y la mujer rurales, del niño y la niña, del anciano y del labriego, tratando de escrutar en sus interrogantes y sueños, su sensibilidad, sus sentimientos, su modo de ver las cosas, sus palabras, su humildad, sus gestos, sus maneras, su forma d ver las cosas, la duda y suspicacia que emanaba de su propios hábitos acostumbrados a hablar solos solo con  su mujer y sus hijos, de repente se ven cercados y rodeados por gente extraña como nosotros. Preguntábamos y nos respondían con abierto anhelo de comprender las cosas. Sus ranchos eran bohíos de bahareques construidos por ellos mismos, de barro y paja, sin letrina con agua de manantial. Así nos íbamos granjeando su confianza, sin chantajes ni dádivas, sin por mérito a sus sacrificios propios de siglos de miseria en que han vivido. Todo se lo teníamos que hacer ver cómo iban cambiar las cosas para su beneficio y el de su familia. La labor sería gigantesca. Sin descuidar nada, nos estábamos compenetrando con la naturaleza y la naturaleza de la misma gente del lugar que nos animaba a continuar por el camino trazado, metiéndonos en el corazón del campesino oriental.
  A toda la compañía del ejército popular nos complacía contar con el apoyo de los campesinos y su familia a quienes con cariño y ternura, sentimientos transparentes de amor y respeto, nos acercábamos bien para saber cómo estaban o si necesitaban algo, pero también los mismos campesinos nos buscaban para ayudarlos en alguna necesidad, hasta en el parto de su mujer o en la fiebre o los dientes o muelas o rara enfermedad del hijo, la hija o el marido. Se había establecido un puente de intercambio y comunicación vital en este tipo de lucha rural. Una vez más que otra, se acercaban con confianza y nos traían un trozo de venado cazados por ellos mismos, guisado o carne de lapa o algún sancocho de robalos del río o cangrejos y corronchos sabrosos con ají, que nos alentaba con más fuerza para continuar en cuanto hacíamos, que el corazón se nos hinchaba de amor y fe, con un porvenir seguro, confiados en que algún día no muy lejano triunfaríamos. Venciendo al fin el bien contra el mal de los títeres y traidores de la Nación.
     Cruz Miguel Suárez era un hombre de sesenta años de cabellos canos y arrugas curtidas en su rostro blanco y hasta rojo a veces de un metro setenta de alto, delgado y fuerte, cuando se incorporo a nuestra actividad con la sagacidad propia de la experiencia, era un campesino genuino, adusto y discreto, había nacido  entre la planicie del Turimiquiri y las faldas de los llanos del sur, y crecido en la misma región, por lo que conocía palmo a palmo como la palma de su mano cada lugar o sitio de la montaña, sus alrededores, personas con sus nombres y origen de los mismos, los hijos y los muertos, los animales y demás cosas naturales y artificiales también. Comentaba entre nosotros, que le llamaban “el Diablo”, por su voz tan fuerte y el arco ciliar de sus ojos que al hablar causaba impresión de miedo a los presentes acostumbrados a ver siempre el movimiento de las hojas de los árboles, el raudo viento entre las abras de la  sierra y la serpiente cascabel, que les llamaba su atención y preocupaba cada vez que ocurría, por lo que Cruz Miguel o el “Diablo” con su ancha mano de labrador y largo brazo extendida para agarrar al intruso “crótalos” que se atrevía perturbar su tranquilidad, y, sujetándola por la cabeza se la oprimía con  tanta fuerza que el pobre ofidio moría sin coletear maracas entre sus fuertes dedos”, por lo que los campesinos impresionados confirmaron que era el verdadero “Diablo”, y le respetaban su presencia y escuchaban con temor sus consejos por lo que hacía en las noches negras de espeso  aguacero, invocando, sin miedo en medio de  la tempestad y  las bruscas ráfagas del chubasco, al mismo Lucifer con estas palabras que crispaban de espanto a cuanto campesino las escuchaba: “Te estoy esperando Satanás, aquí está Cruz Miguel, el “Diablo”, bajo la lluvia y la oscura noche, para que hablemos tú y yo, de hombre a hombre”, pero pasaba la noche, escampaba y el demonio nunca aparecía. El “Diablo” Cruz Miguel todo mojado, enchumbado en ron y agua, se iba al rancho a dormir su enorme pea. Con “el Diablo” como guía pudimos levantar un censo de las familias campesinas y grupos de personas de la región, edad, sexo,  conociendo que habían más de doce niños y  catorce niñas, de un año a quince, de padres muy pobres y mujeres anémicas, que parían a los l4 años y morían  a los cuarenta, con hombres trabajadores entre los 15 a los sesenta años que morían con el azadón y el chafarote en las manos, ciento diez  hombres adultos y doble de  mujeres, varias ancianos, porque el trabajo en el campo también lo cumplían como obligación doméstica los niños, en recoger las chamizas y leñas para el fogón, buscar agua del manantial, recoger frutas, naranjas, cambures, piñas, y también cazar o pescar al lado del padre, que viven en casas o ranchos de bahareques y paja sin  letrinas, de ancha habitación donde dormían juntos, en total hacinamiento, los hijos, sin diferenciar el sexo, y los padres en un cuartico aparte, con su cocina, y unos más que otros con un soberao, troja, para proteger la cosecha de maíz, caraotas y tubérculos. Este “Diablo” nos fue de mucha ayuda. Vivía con su mujer y sus cuatro hijos menores muy cerca de la casa blanca de cal, en un rancho de paja, en cuyo fondo manaba el agua de fragüín que servía a  todos los vecinos de la zona. En cierto momento cualquiera, tomamos café con desayuno ligero, al empezar abrir la aurora con rayos tenues de sol sobre las hojas aun dormidas de los árboles el día, en sendos caballos que compramos meses antes en Guanaguana, montamos Freddy y el que escribe, con la anuencia y el visto bueno de todo el comando, para adentrarnos hacia el oeste, por rastrojos y tablones de cañas, rumbo hacia Cumanacoa en busca de una pica que nos acercara al sendero de Urica, con el objetivo de asegurar cualquier contingencia, retirada o confirmar los planos que íbamos levantando con notas, puntos y dibujos a punta de creyón, lápiz y mano sobre un grueso cuaderno de cartulinas, marchábamos, contentos y entusiasmados, abriendo brechas existentes pero abandonados, encontramos un caminito real abultado de matorrales y yerbas en sus márgenes que despejaban los cascos de los animales, mientras el otra patrulla del DIREVE y del EPR con Leo, Rubén, y Kiko cogía rumbos al sur, por los lados de Aparicio, Chaguaramal y Aragua de Maturín. Las bestias estaban con exutorios ánimos para acompañar nuestra odisea en una sierra, cuya selva desconocíamos, pero que a tanteo, ojo y perspicacia con percepción de baquianos teníamos que dominar, a las pocas horas, observamos unas volutas de humo desprendidas de algún fogón que se elevaban al cielo, entonces, nos miramos en silencio, y enfilamos resueltos en esa dirección. A la media hora de marcha, nos hallamos en un patio rodeado de dos perros que no cesaban de ladrar, mientras las gallinas rodeaban las bestias y los gallos parecían esgrimir sus espuelas dispuestos a defender sus consortes, dos marranos hocicaban en su corral, parecía una de esas casitas que nos recordaba cuando éramos niños leíamos en los cuentos de Hans Cristian Anderson, que nos conmoviera mucho al aparecer en la puerta del rancho típico bien aseado y barrido con escoba casera una mujer joven con dos niños cenceños de dos y cuatro años, quien nos pregunto con mucha seguridad, qué para dónde íbamos, a lo que respondimos que tratamos de llegar por los lados de San Salvador o Aricagua, rumbo a Cumanacoa, lo que confirmó la muchacha campesina, que no sabía nada si por allí se llegaba a esos lugares, pero que su marido que se llama Pablo Acuña decía que eran montes muy tupidos y difíciles para que un hombre los abriera, a no ser a punta de machete, menos para unos animales, pero le respondimos, que nosotros llegaríamos a dónde íbamos, que trataríamos de romper ese hechizo. Desde adentro de la casa se escuchó una tos seca, a lo que la joven respondió que era su mamá, quien se asomó para vernos de frente, saludando con las manos, mientras decía “pa´aónde van por ahí, tengan cuidado que hay muchas culebras que vuelan y hasta saltan, guindadas de las ramas”,  que estaba recién salida de una fiebre, pero que ya se sentía mejor, que su hija se llamaba Juana como ella Carmen, y sus hijos eran Pedro Pablo el mayor y el menor Juan. Nos ofreció agua, de la que tomamos un sorbo, y proseguimos camino, recomendándole que le dijera a  su marido que queríamos conocerlo, que nosotros éramos los dueños de “las Carapas”. Era una familia campesina muy unida en su chocita de bahareque y paja al pie del barranco con los niños terrosos mirando la montaña con matapalos y algarrobos con dos extraños montados a caballo. A paso de trote nos desplazaríamos por el sendero estrecho durante 3 horas. Entre los matorrales adelante, tropezábamos, cayendo casi de las monturas, pero nos levantábamos nuevamente, avanzar era la consigna con los caballos aunque fuera  a pie teníamos que llegar algún lugar, estábamos adoloridos y heridos como los animales con la dura y fuerte piel desgarrada se veían rasguños y sangre, relinchaban espantando las sabandijas, cuaimas y tarascas, penetrábamos, cada vez más en el enmarañado bosque con sus meandros y zarzas, espinas, ramas rotas y quebradas, peñascos y lascas resbalosas con musgos sintiendo los crujidos y chillidos espeluznantes  de animales salvajes. En realidad la pica cada vez, en la medida que avanzábamos, se reducía, paulatinamente, hasta que llegamos al precipicio, donde la meseta termina en un planicie, en cuya espalda se levanta una muralla de clove o cobalto azul plomizo en cadena de cuevas, orogénica y sorprendentemente, maravillosas como espectaculares para cualquier estudioso de la tierra, comienza a descender, indetenible, cuesta abajo, sujetamos  los caballos por las bridas, los cuales trataron de corcovear, pero los reducimos con rigor, y descendimos, entrando entre árboles muy grandes y troncos robustos, donde no penetraban los rayos del sol, y caímos,  sin percibir el peligro, en una fronda espesa, tupida de palos atravesados,  rotos y partidos, quebrados por la propia naturaleza, ramas podridas, con sus escolopendras y alacranes, detritus, heliotropos que aromaban de fragancias el ambiente, epifitas y parásitas o humus que nutren las raíces de la vegetación, que impedían al paso y continuar nuestro camino, donde los caballos se sumieron hasta la barriga con nuestras piernas dentro de espesura de la hojarasca. Entonces, inmerso en una penumbra tétrica y espantosa, todo fusco, viendo los caballos inmóviles, pero ariscos con las crines levantadas en señal de miedo, nos hincamos sobre la silla, sujetándonos de algunas ramas para que los animales pudieran buscar ellos mismos la salida, mientras, con dudas, la penumbra se apoderaba poco a poco del entorno, cubriéndolo todo con una sombra cóncava que no podíamos distinguiros nosotros mismos, pero los animales tienen sus instintos e inteligencia para salir por sus propias medios de estos percances como efectivamente sucedió. Permanecíamos asombrados, pero resueltos, debajo de un inmenso dombo como si fuera la Capilla Sixtina, sin miedo de cuanto nos rodeaba. En esa forma, siendo, aproximadamente, las siete en el reloj que llevaba cada uno en su muñeca derecha, decidimos pernoctar sobre las horquetas de los árboles, expuestos al nudo de  culebras que la  abuela nos advirtiera, por lo que cometamos, mustiamente,  sacamos galletas del morral y las comimos, tomando agua de la cantimplora, disponiéndonos, debajo de la media naranja de la tupida cúpula a descansar sin poder lograrlo completo, “bueno, dormiremos con el ojo pelao, pero por el sudor que expelemos, nadie ni la más fiera bestia será capaz de hincar sus colmillos en nuestras carnes. A dormir”. Entre sobresaltos, espanto y miedo, requiebros, chillidos raros, ruidos y sonidos impermeables, susurros indescifrables, ecos de llantos desesperados de criaturas del bosque, espantos lúgubres, elfos y yahoo en avatar, duendes imaginarios, onomatopeya nocturnal de la monstruosa montaña sobre el vientre de la selva dormida y el tétrico silencio cómplice de la sierra y los árboles protegiendo los animales cualquiera fuese su especie o género, gemidos  indescriptibles de criaturas desconocidas, y rasguños, cantos del “cristofué”, vuelos de murciélagos, roces de una ramas con otra, las ráfagas del viento sobre la cresta verde de los árboles y el lejano murmullo de las aguas desprendidas en cataratas de derrumbes, pegábamos como quien no quiere los ojos para llamar al sueño, pero al rato, volvíamos abrirlos en silencio, sin sentir siquiera la picada de zancudo ni mosquito alguno, esperando que aparecieran el bojote de víboras y lernas de dos narices, sin embargo, iba transcurriendo el tiempo como siempre lo ha hecho en esas noches pavorosas, hasta que al fin aparecieron los primeros destellos del alba entre las ranuras e intersticios de los hojas y ramas, y que aprovecharon los animales más audaces para salir a buscar su sustento, íbamos distinguiendo nuestros compañeros nocturnos, resultando que las serpientes colgadas no eran más que lianas y bejucos retorcidos en matapalos, guindajos de “cuatepajaritos”, que como estalagmitas descendían en picada hacia tierra, que nos causara asombro y risas inocentes,  menos, que al levantar Freddy la pierna derecha permanecía adherida, dormida con sus colmillos clavados en la suela de su bota una macaurel, la cual con un certero planazo del machete al cinto pudimos matarla, cayendo al suelo la serpiente. Escasos metros los caballos esperaban paciendo algunas yerbas y malojos frescos de rocío más por temor e instinto que por servirnos de montura. En esa forma, pudimos retornar por el camino andado, regresando a la casa a las nueve de la mañana, encontrando al resto de compatriota en partidas y picotes dispuestos a partir al rescate, ansiosos y curiosos por no saber dónde habíamos pasado la noche. Había sido impactante la experiencia adquirida en esa pequeña incursión. Se nos hizo más amplia la visión de las montañas y los carcavones de las zanjas con sus sorpresas incógnitas.
   En noviembre de 1961 Leo con Francisco y Freddy bajarían a Caracas, para ejecutar la operación financiera necesaria para la revolución. Al llegar a Caracas, se incorporaron otros militantes del DIREVE, engrosando las filas del movimiento en número superior a un pelotón, por lo se crearon varias patrullas o unidades de combates. La capital de la república estaba en total rebeldía, como un solo pueblo, desde la Charneca, el Guarataro, 23 de enero, el Valle, Catia, La Bombilla, Petare, San Agustín, contra el régimen y los desmanes, abusos y atropellos del gobierno, por lo que desviando su cometido, tuvieron obligados por necesidad rebelde,  que inmiscuirse con todo, buen parte de los militantes del DIREVE en la huelga petrolera de esos días y las protestas estudiantiles  de la Universidad Central y liceístas, que valientemente soportaban las agresiones y empujes policiales del régimen apoyados por efectivos de la guardia nacional, bajo la consigna del títere “disparar primero y averiguar después,” usando armas largas, peinillas, bombas lacrimógenas y otros gases tóxicos, hasta un helicóptero sobrevolaba el 22 de febrero de ese año trágico de 1962, disparando su ametralladora punto cincuenta contra el recinto universitario, el cual sería repelido y obligado a descender por perforaciones de balas, por la tenaz resistencia de Leo desde el montículo de entrada a la Universidad por la plaza Venezuela.  
     Mientras en Caracas ocurría una insurrección estudiantil de carácter popular, los partidos del estatus aprobaban, complacientemente, las atrocidades del régimen de terror, cuyo presidente con su voz atiplada y de fragancia francesa sostenía desde el canal 5 “no renuncio ni me renunciarán, he aprendido a gobernar”. Había aprendido en el exilio a ser un  traidor a su patria. Los partidos de “izquierda” continuaban enfrascados en un disputa bizantina y estéril en dilucidar, sin dialéctica, se escindiría en dos, por una parte los cerdos refractarios opuestos a todo cambio y los jóvenes revolucionarios, que al fin comprendieron la verdad histórica, sin embargo, estos sopesaban, si era más conveniente la lucha armada, sin participación campesina o desarrollarla solo en las ciudades. El pueblo permanecía alerta, casi indiferente, pero solo, sin asidero donde apoyarse para apoyarse así mismo en la lucha. Por lo que ante la arremetida salvaje de las  fuerzas policiales del régimen, precipitadamente, comprenderían, que el único camino era coger la montaña como lo habíamos iniciado nosotros. En las montañas del Turimiquiri, la situación era de perseverancia e infractos como estábamos de trabajo con la comunidad rural, investigación, contacto, diálogo, penetración hacia otras regiones de la sierra. En la base de observación, vista al mar caribe, que llamábamos “argos”, incrustada en un carcavón de la montaña, manteníamos armas ocultas, engrasadas y envueltas en lonas fuertes e impermeables, dinamita, ropa y alimentos enlatados, con la permanencia de dos o tres compatriotas que se turnaban cada 72 horas, por lo que a mí me correspondía siempre ir  acompañar al relevo, subiendo y bajando los pliegues y repliegues entre breñas y cascadas el trayecto, atravesando las cabecera de los ríos Cumaná, Amana y Neverí como de otros afluentes. Aprendíamos directamente sobre el mismo terreno, acumulando una serie de experiencia que nos sirviera para el futuro inmediato.
   Par finales de noviembre, ocurrió un  hecho curioso, pero de sospechosas consecuencias, resultaba que un campesino llamado Estanislao entrado en edad provecta con su mujer Camila, con seis hijos, tres mujeres de de l4, 15 y l7, quienes dormían en el soberao, que es la troja, y cuatro varones abajo, tres de 10, l2 y 16 uno de 18 que estaba pagando su servicio militar en Barcelona. El grupo familiar permanecía en total aislamiento, sin que nadie del entorno supiera cuanto sucedía en el interior del rancho ni el alma de esos seres. Pero de repente, según cuenta el mismo Comisario que era el Galgas con su trampa de canario de la región, aparecería a la casa el hijo pródigo que se creía en el ejército, de nombre Gerardo había desertado del cuartel. Comenzaría el problema familiar. Un noche, cuando todo permanecía como siempre en el más absoluto silencio, alterado solo por el ladrido de un perro, el canto del gallo o el brinco de algún animal salvaje o la ruptura de alguna rama rasgada por otra más fuerte, Gerardo pletórico de juventud y virilidad, hediondo a sexo, cerdo verraco, subió por la escalera del soberao para  cogerse a Lupe de 17 años, quien aceptaba complaciente los requiebros del hermano en todos sus deseos. Estaba en su molicie más frívola, sin que las hermanas que dormían en los petates adyacentes sintieran nada o se hicieran las “pendejas,” porque ellas también lo hacían cuando les tocaba, cuando apareció en escena el macho cabrío, el fauno, amo y señor del serrallo, Estanislao, desnudito, como Dios manda, quien al tocar un cuerpo fuerte, el fuerte cuerpo de Gerardo enroscado como culebra al cuerpo de Lupe, se levantó de repente, dando un brinco para saltar también desnudo, lanzándose del soberao al suelo, mientras el padre reclamaba el ultraje del hijo machete en mano. La joven sin miedo le respondería que creyó que era él, Estanislao, quien al día siguiente iría  al Comisario a poner la denuncia. Gerardo en cuero se perdería en los confines de la selva y la montaña, por lo que el Comisario en cumplimiento de la ley, a caballo con cinco hombres armados, un día hicieron acto de presencia en el patio de cemento de la hacienda para pedirme permiso para entrar a la propiedad para buscar al soldado desertor e incestuoso y ponerle grillos y llevarlo preso. Ahora, es bueno, señalar, que en el campo en cualquier parte del mundo es donde más se cometen incestos entre familias, causadas por la misma soledad, el aislamiento, ausencia espiritual del temor a Dios, la miseria sin esperanzas, la pobreza que todo lo carcome y la ausencia secular de los principios tradicionales y la costumbre hogareña que ajusten la disciplina moral de la familia, con respeto y castidad. No obstante, creo para mí entender, ahora, cuando han transcurrido muchos años, que aquella patraña fue una artimaña no del Comisario sino de alguien con mayor inteligencia siniestra del Galgos adeco París Montesino que había sido gobernador del Estado, que desataría esa casería infructuosa, que llevó al desmantelamiento de las guerrillas en el Turimiquiri, por lo que narraré más adelante. No obstante, sin resquemor ni suspicacia que nunca han sido perspicacia ni acicate de la juventud, no averiguamos con profundidad de inteligencia  del resultado de las pesquisas del Comisario fisgón, pero al atardecer del mismo día regresarían todos sudorosos, curiosos y amigables, deteniéndose un rato en la  hacienda para observar con ojos de fuchistas rural cada rincón de la casa, los bártulos y herramientas, los animales, aperos y demás avíos, la escuelita improvisada que les causaría risas los sicarios como diciendo “que podrán enseñar aquí y qué podrán aprender estos animalitos del monte, que nunca han visto un bombillo prendido”, que le daría, tal vez, una información real más detallada y directa de lo que tratábamos de hacer en esos predios. Con cierta duda, al rato se despidieron, prometiendo regresar, que no pusimos en duda ni Rubén ni el que escribe, por cuanto en la base de arriba en la mitad de la montaña, permanecían desde hacía una semana acuartelados Dominguito, Raúl Conde y Gonzalo González, los cuales no pudieron detectar ni con catalejos milimétricos los sabuesos del Comisario, sino las cosas hubieran sido otras.
    Se acercaban las pascuas de navidad, que casi todos los venezolanos, los más ricos entre los más pobres y hasta los desgraciados celebraban con cualquier cosa, los que tenían menos, y los más opulento con todo la ostentación de sus riquezas, interpretando los cantores y conjuntos  canciones, villancicos, aguinaldos de la región con su encanto y picardía tradicional, música, cuatro, maracas y hasta arpa oriental aparecían en cada caserío, especialmente en Arenas y Cumanacoa, donde el pueblo y gentes de todos los niveles sociales, casi sin distingo de clases, se mezclaban en un jueves lardero con una carnestolendas de iridiscentes colores, festejos y alegría para nunca olvidarla jamás, quedando en los recuerdos de la gente como un milagro de bondad a la vida que llevaban dócilmente con humildad y sin protesta desde que nacieran y también sus padres de siglos atrás como un castigo a la misma pobreza. Unos y otros, pobres, peones, mujeres sencillas, cada quien hasta donde le alcanzaba la cobija, es decir, con sus ropas, trajes, vestidos de huesito o telas zurcidas pero limpias y machacadas a golpes de piedra en rio arenas  y las empinrigotadas “mantuanas” con el “culo apretado para que no le saliera el peo sin fetidez ni aroma”, se preparaban sin sorpresa, y le compraban o hacían ellas mismas, las ropas para sus hijos e hijas, preparándolo todo para el día 24 de diciembre, celebrando el nacimiento de Jesús de Nazareth, hijo de Dios en María siempre virgen y José el carpintero, nacido allá en la Belén que nadie de esta región no conoce ni sabe dónde queda. Todo se desenvolvía, más o menos, con rutinaria repetición, los niños y niñas venían cada día en mayor cantidad para recibir sus lecciones, con su respectiva merienda de galletas, golosinas, caramelos y refrescos al final de clase como los adultos también por las tardes, intercambiando palabras, comentarios, ideas, que poco a poco irían formando cierta red de contacto mutuo entre nosotros y los campesinos, enriqueciendo así nuestra mística revolucionaria, sin mayor novedad, que hasta la visita intempestiva de Comisario, habíamos olvidado como la kamasutrada del desertor erótico e incestuoso de Gerardo, a quien nunca pudieron capturar. Lo que sí dejaba entrever la osada aparición imprevista del Comisario en la hacienda sería que de ahí en adelante, todo daría un vuelco de inauditas consecuencias que nadie podía ver, pero se percibía por sus efectos reales, evidentes, en el ambiente como pequeñas luciérnagas titilando de día y apagándose de noche, invisibles, pero latentes de percibir como precognición de cuanto anunciaba esos agoreros incognitos. La mala suerte se atravesaba en bizarra contundencia contra la buena que se alejaba cada vez más de nosotros. Más adelante sabremos el por qué de ese sino fatal.
    Por la radio nos enterábamos, a través de “NotiRumbos”  de cuanto acontecía en la capital, especialmente, la política represiva del gobierno con su cadena de muertos y asesinatos impunes, la resistencia estudiantil de los universitarios y liceístas desde la Universidad Central, parecía un campo de batalla, cuyas noticias al final, las amenizaba con un aguinaldo de moda para entonces que era “ tucusito, tucusito, llévame a picar las flores, te vestiste de amarillo pá que no te conociera, amarillo es lo que luce, verde nace dónde quiera, vuela, vuela, llévame a cortar las flores”, que entusiasmaba a unos y otros, sobre todo en estas montañas ausentes de todo contacto directo con la civilización.
   Entramos al mes de diciembre alborozados, rebosantes de proyectos e ideas para realizarlas tan pronto regresara Leo y los demás compatriotas del frente urbano, el clima era más que bueno y agradable, confortable, manteníamos un buena cantidad de alimentos para aguantar cualquier contingencia, que hasta un cochino compramos para sacrificarlo antes del 24, pero siempre ocurren los imprevistos o los signos agoreros se interponen en cualquier osadía que cometamos contra los designios del arcano donde la ananké mantiene su pedestal inamovible a quién le corresponda el propio destino de la suerte. Habíamos comprado un marrano para festejar las pascuas con chicharrón y pernil. A mitad de mes a los niños que se presentaron como de costumbre a recibir sus lecciones, se les hizo un regalito a cada uno, mientras se le indicaba que las clases estaban suspendidas hasta el día 10 de enero que se iniciarían otra vez, al igual se les advirtió a los dos campesinos que aparecieron en la tarde. Todo parecía tomar el camino de tranquilidad y paz, el frio penetraba por todas las ijadas del cuerpo como en las rendijas de la casa con un viento de ráfaga que nos obligaba a ponernos las chaquetas respectivas envueltos en la neblina que sitiaba la hacienda sumiéndola en un manto gris de invisibles ocultos. Solo estábamos Rubén y yo rodeados de la inmensa selva y la soledad del campo, como parte del Comando, Cruz el encargado continuaba trabajando en sus tareas  necesarias. Construimos una tarima de bambúes preparada con hojas de cambur para colocar y extender las piezas y trozos de carne, costillas y tocinos del cochino. Sin embargo, Cruz Miguel como experto en la materia, al sacrificar el animal, debajo de una mata de tapara, nos llamó alarmado, “vengan  a ver---señalando con la mano un muslo del cerdo--- ven estas manchas como ojos blancos”, ---que parecen lentejuelas de plata---, “el puerco tiene lázaro”. Nos quedamos sorprendidos, ni Rubén ni yo sabíamos que esa enfermedad la padecieran también los animales. Habíamos oído del “Lázaro que resucitara Jesucristo allá en Galilea”, pero “¿un cochino con lázaro?”, nos llenó de sorpresa y estupor, por lo que le dije a  Cruz Miguel “quémelo o bótelo lejos de aquí”. El hombre se apresuró  a cumplir la orden, desmontando el animal del árbol de más de sesenta kilos, y arrastrándolo hacia el precipicio del cafetal lo lanzaría cuesta abajo, donde se escuchaba el ruido entre las ramas y las piedras mientras el bulto de la bestia caía precipitado. Pero a mal tiempo, buena cara, y tomamos el percance con risas, chances y bromas, para no dejarnos amilanar de supersticiones obscuras, disipando así las dudas o sospechas que pudiera tener Cruz Miguel, quien las podría propagar entre los suyos o el resto de los campesinos. No había pasado inadvertido el “lázaro del marrano”, cuando el día l7 de diciembre, fecha recordatorio de la muerte del Libertador en Santa Marta, a  las siete de la noche, en medio de un espesa y densa neblina que sentía el rostro y casi se podía tocar con las manos, apareció de repente Dominguito todo empantanado y empapado, quien había bajado de la base, donde permanecería con  Raúl Conde y Gonzalo González hasta el 22 de diciembre cuando bajarían para recibir la navidad todos juntos. Domingo Fuentes Quijano, es un joven bajito, lleno de carne, corpulento y fuerte de pelo lacio y negro, dinámico, muy amigo de Freddy, al parecer leal al DIREVE y especialmente a Leopoldo, a quien respetaba y escuchaba con mucha atención todo cuanto dijera Leo. Los otros dos---Raúl Conde y Gonzalo González, caraqueños, serían combatientes del EPR--- eran militantes incorporados para entrenarlos en las montañas, pero la lucha es de hombre con guáramos y bolas bien puestas. No aguantaron la soledad de la montaña ni el  frio ni la oscuridad de la noche, ni el rigor de la disciplina militar en campaña, alimentándose de sardinas  tomando agua de manantial, durmiendo en el suelo y en una suerte de hamaca de nylon o chinchorro de moriche debajo de una carpa también de nylon. La misión era muy ruda y sacrificada y requería valor, conciencia, amor, valentía, audacia y comprensión de la realidad en que se encontraban por voluntad propia, pero quienes no comprendían cuanto sacrificio hay que hacer por la libertad de la Patria cuando se ama como a los mismos padres. Es comprensible que apartados de la familia en esos días decembrinos la soledad y la fecha impactara en sus sentimientos. Lo comprendo. Inmediatamente, después de explicar los motivos de su presencia intempestiva en esos momentos, los sometimos  a un serie de preguntas ¿a qué hora sucedió,  cómo, por qué, dónde estaba él?”. Al parecer según sus palabras los mandó a buscar agua a las cuatro de la tarde de ese día, mientras él realizaba un trabajo arriba, situación que aprovecharon los desertores para escapar. Nos quedamos fuera de control, absortos y perplejos de cuanto iba exponiendo Dominguito de lo que estos dos energúmenos, delatores, habían hecho. Al parecer, desde lejos, el día, cuando el Comisario, penetró el interior de la hacienda en busca del desertor incestuoso, desde su piedras de control ocultos, pudieron ver el movimiento de caballos y jinetes, y oído las palabras que se llevaba el viento de cuanto comentaba el Comisario “parecen que son guerrilleros, pero aquí en esta montañas que son nuestras les vamos  cortar los cojones, Somos adecos y no nos van a joder, estos comunistas del carajo”. Esas palabras se las gravaron estos dos “Quisling”, aunque Domingo también las había escuchado, no hizo comentario alguno. Los dos jóvenes con el pánico que sentían de aquel montón de gente a caballos les llenarían de miedo y con las palabras amenazantes del Comisario se llenaron de terror, alimentado por el fútil sentimiento decembrino, que les recordaba, emocionalmente, tal vez, sus familias, si es que la tenían. Todo ese bagaje de acontecimientos los condujo a la operación más tenebrosa y horrible que un ser humano pueda cometer contra  sus compañeros de lucha. La traición en cualquier parte de mundo se paga con la vida. En la guerra la ejecución es sumaria. En las montañas del Turimiquiri se había comenzado una guerra de liberación contra los enemigos títeres del país. Siendo las nueve de la noche, ensillé yo mismo un caballo y tomé la decisión de bajar, apresuradamente, a esa alta hora de la noche, todo riesgo, por la gravedad de la novedad causada por la pendiente del camino real, creyendo que los fugitivos, llevaban y casi cinco horas de ventaja, y el trayecto se cubría a pie en siete, que en 2 o 3  horas por los riscos es más difícil aun por la noche, que los caballos  podían suplir, pero estaba cayendo una fuerte garúa que poco  a poco se hizo más fuerte. Había dejado en la casa con mis sospechas y dudas a Domingo con Rubén, pero mis esfuerzos serían vanos, por cuanto al llegar casi a la mitad del camino real, un aguacero copioso hizo crecer las cabeceras y el rio me impedía continuar avanzando, tuve que regresar frustrado y desilusionado, pensando que los dos renegados no habían cogido el camino, sino el atajo de la misma vertiente del rio, aprovechando las vertientes que hacía la corriente del agua en los recodos para ganar terreno, como en efecto lo hicieron, a las doce de la noche regresé enchumbado, pero resuelto a partir al día siguiente hacia Caracas. En efecto a golpe de cuatro y media de la madrugada, habiendo dormido, apenas dos horas, con pequeñas lloviznas despertando el alba, luego de instruir a  mis dos compatriotas sobre los percances que pudieran ocurrir y cómo deberían proceder, retomé las riendas del otro rucio, y comencé bajar la cuesta. A las siete de la noche de ese mismo día estaba en Caracas, por los medios en clave que teníamos en “código” me puse en contacto con Leopoldo, quien la misma noche se reuniría conmigo en la esquina de Puerto Escondido, cerca del diario “El Nacional”, donde quedaba una terminal de pasajeros “Expresos Venezuela”, enterándolo de todo cuanto había ocurrido, los peligros que corríamos de no desplazarnos en la montaña, lo que convenía hacer y cómo reforzar nuestras pérdidas, recordándole el contenido del artículo 48 del Reglamento Programa del DIREVE y del EPR, que sabía de memoria por ser uno de sus redactores, que expresamente disponía que “los traidores, delatores, disidentes, desertores, enemigos declarados de la revolución, nacionales o extranjeros, sorprendidos infraganti serán pasados por las armas, en juicio sumario”. Sería la última vez que vería a mi hermano, en plena lucha, sin poder visitar a mis padres y demás hermanos ni siquiera a mi hija ni a mi mujer, en cuerpo y alma, siempre con su sonrisa cautivadora y su encanto personal, pero más circunspecto y mejor compenetrado con el proceso revolucionario en marcha e indetenible, quien me dijo, “tienes que regresar inmediatamente, las cosas se van a poner a fuego caliente, a lo mejor tendremos que pelear contra los soldados del ejército, y, es posible que hasta convertiremos la UCV en una trinchera, el gobierno no durara mucho, recibirás instrucciones de todo cuanto hagamos  a través de los correos, por lo  que, es posible que por ahora no regrese a las montañas. Hay mucho que hacer en Caracas por ahora”. Nos abrazamos fuertemente. Me regaló una gorra de cuero negra. De pie, apuesto, gallardo, excepcionalmente jovial, hermoso como siempre lo era, amigable y fraternal, más delgado y pálido, quizás, por el excesivo trabajo. Incansable e indomable en la resistencia era el motor que lo movía todo, el brazo y la mente en acción revolucionaria que se desarrollaba en Caracas en esos últimos días del año de 1961. Lo observé de pie a cabeza, nos miramos, como tratándonos de decir algo que ninguno de los dos entendíamos, pero que se trasmitía  través de una  percepción invisible, que nos obligaría a sonreír, como despidiéndonos para siempre. Y, esa misma noche, después de nuestro efusivo abrazo fraternal,  retornaría al Turimiquiri.  
    En la librería “Pensamiento Vivo”, regentada por José Rivas Rivas, pequeño hombre silencioso y observador, situada en el pasaje Capitolio frente al Palacio Legislativo de Caracas,  lugar de reuniones y de tertulias de estudiantes universitarios y políticos en pleno gobierno  del general Pérez Jiménez, trabajaba un joven delgado y alto, de mirada  gatuna por sus ojos rayados y pusilánime modo de colocar los libros en los anaqueles y el lenguaje aliñado de sus palabras. La confabulación ocurrida durante la lucha contra el general Pérez Jiménez, entre los adecos de la resistencia y los camaradas era más que fraternal de conchupancia política, que los adecos se hacían más adecos y los comunistas terminaban extasiados en los brazos adecos, a la caída del régimen en 1958,  resultando que destacados dirigente del PCV, entre los que destacaban los hermanos Machados, Jesús Faría, Pompeyo Márquez, Teodoro Peckof, Alfredo Maneiro, Douglas Bravo se impuso la línea de tolerancia de que no había de combatir tan duro a los adecos en el campo y en la ciudad había que ganárselo tratando de ser tan adecos como ellos, porque son mayoría en el electorado; estos puntos de vistas no sirven para nada en un proceso revolucionario, que trata de desmantelar la bases sociales de lo arcaico y rescatarlos para la revolución armada; de manera que rápidamente correría como reguero de pólvora que contra los adecos ni con el pétalo de una rosa, convalidando así sus fechorías; dejándole el campo florido para que medrara la frustración de la juventud, que se veía impotente para avanzar en medio de las traiciones; al parecer hoy en el proceso bolivariano de Hugo Chávez esa tesis contrarrevolucionaria persiste con mucha fuerza deleznable, tanto que todos los empleados públicos son adecos o copeyanos, ninguno ha sido destituido en ningún ministerio, gobernaciones, alcaldía e instituciones del Estado, so pretexto de ganarlo para “la revolución bonita”, mientras los hombres y mujeres de izquierdas están excluidos. Esa sería la tesis que llevaban los “combatientes” que el PCV hizo subir improvisadamente a la montaña para hacer la guerra de guerrilla descuidando a los campesinos por ser la mayoría adecos, a los cuales no se le podía sustraer de sus inclinaciones blancas que le haría mucho daño a la lucha de liberación nacional. Entre los quisling de aquel entonces  proceso de 1960 hay que mencionar a muchos renegados y traidores. Pero sobre todo al más vil de todos los taimados canallas. Se llamaba Argenis Rodríguez, oriundo al parecer de Santa María de Ipire, pueblo de asnos y animales de arreos, que era el mercado habitual de bestias de cargas, concurrido por latifundistas y pequeños hacendados, preocupados para adquirir sus vehículos de tracción animal para el transporte que venían practicando desde la gesta emancipadora  hasta casi el final del siglo XX. Las carreteras continuarían, pese a la política del cemento armado aplicada por el general de Michelena, siendo de tierras, y los caminos reales los apropiados para trasladar la producción de café, carnes, leche, maíz, legumbres, frijoles, cacao, caraotas, papas, tabaco, etc. Y las mercancías importadas a su respectivo lugar. El país estaba cambiando. Este sujeto, imbuido en la lectura forzosa, por cuanto no tenía nada más que ver libros viejos y contemplar el universo de letras en las páginas de los mismos, qué inquirir, qué había dentro de ese vientre del saber, qué había más allá de cada página, en cada palabra, y comenzaría a leer, a topa tolondro, como, tal vez, lo hizo, una vez, Alonso Quijano, que de tanto leer quedaría con la cabeza más blanca que patena de sacristía, vuelto loco y montado sobre un escuálido caballo  firifiri. Argenis Rodríguez, para 1960, año en que se incorporó al DIREVE, había publicado un libro que tituló  “Tumulto”, de poca circulación. Este novel escritor, sería escogido por la dirección del movimiento a ser el enlace político, es decir, el correo de confianza, subrepticio, entre el DIREVE y el Partido Comunista de Venezuela para establecer un Comando unificado capaz de conducir la guerra de liberación nacional. Labor que al parecer por sus resultados resultaron frustrantes, tendenciosos y dañinos para el proceso revolucionario en acción. Argenis se había convertido en confidente, delator y traidor no solo de DIREVE, sino del mismo PCV, como agente sofisticado del gobierno, con cuyos más destacados personajes como Simón Alberto Consalvi, Domingo Alberto Rangel, el clan valenciano de Los Celi, Ramón J. Velásquez, Luis Augusto Dubuc, etc., mantenía estrecha relación que estimulaban sus anhelos de “escritor” frustrado, despreciado por los encopetados “eruditos a la violeta” mencionados arriba, quienes le editaron varios de sus libros producto de su traición desmedida y del cual terminaría recibiendo una subvención mensual como buen dádiva al judas de Santa María de Ipire. Incluso recomendado por los buitres del sistema sería destacado representante cultural de la democracia representativa en la embajada de Venezuela en Bruselas, Bélgica al lado del embajador Octavio Lepage. Este sujeto sería quien delataría todo el movimiento y acciones del DIREVE desde Caracas hacia el interior. Cuando todo sería desmantelado por las fuerzas del PCV y las bandas armadas del gobierno para complacencia de la oligarquía criolla y los imperialistas yanquis, Argenis Rodríguez, tal vez, atormentado, por la escoria de su propia conciencia, en un acto de remordimiento o constricción de sus oscuros ideales se suicidó ahorcándose o cortándose las venas de las muñecas, según reseñara la prensa y  televisión diez años después.
  Debo señalar que la familia campesina con la cual teníamos que tratar, persuadir, convencer y ganarla para la revolución eran, son y continuara siendo personas humildes, desconfiadas, anémicas, refractarias a cualquier innovación, casi desnutridas la mayoría, hombres y niños niguateros, en cuyas ranuras de sus pies anidaban cestas de pulgas y niguas como garrapatas, físicamente espantosa, las mujeres y niñas anémicos, casi todos descalzos y los ancianos arrumados en maras, unos y otros, castigados por la infamia despiadada y odiosa del latifundio y la religión, con los cuales teníamos que luchar a diario para que se incorporaran a la lucha. Creo que es así en todo el territorio de Venezuela y de América, incluyendo los pueblos rurales de los EEUU y Canadá. El hambre y la miseria no tienen partida de nacimiento, nace y se desarrolla en cualquier latitud y longitud. Ese espectáculo miserable dejaría en nuestras conciencias un anhelo de acabar para siempre con esas sombras de terror, que es la pobreza, el hambre y la ignorancia en medio del cual vive la población campesina del país.
   Los días que faltaban para terminar el año de 1961, estuvo plagados de complicadas actividades, debido a que permanecíamos como acorralados Rubén y yo, solamente, con Cruz Miguel, quien al parecer olfateaba con más penetración rural que ningún  otro, que “algo no andaba bien”, quien nos preguntó, cierto amanecer “¿hoy no volverá el Comisario?”, a lo que le respondimos “¿por qué tiene que regresar?”, ripostando el experto campesino “bueno, lo digo, porque en verdad, me dio cierto miedo, ¿cómo miraba, por todas partes?”. En realidad las cosas reales en el propio entorno de montaña, sierra y con vivencia personal comenzarían a modificar su rumbo natural con todos los percances ocurridos inexorablemente desde la aparición el Comisario. A los pocos días, a Domingo se le ordeno regresar a Caracas para incorporarse al comando que dirigía Leopoldo. Nos quedaríamos Rubén y yo al azar de las contingencias. El 24 en la mañana la familia campesina Acuña, con su humildad y digna pobreza nos trajeron de regalo dos hallacas de carne de venado, a quienes les dimos las gracias y un pequeño regalo de los objetos de ropa y zapatos nuevos que teníamos en el almacén del “soberao”, la troja campesina, quienes satisfechos nos agradecieron, y se retiraron contentos, después de conversar con nosotros sobre nuestros padres y parientes,  la ausencia de los mismos, la soledad que soportábamos,  lo que le reforzamos con firmeza y seguridad, despejando su resquemor y sospechas, que “estábamos acostumbrado  ello, que nuestros padres estaban bien, conforme con todo, y nada más”. Por radio la fanfarria de radio Rumbos continuaban dando  noticias de los hechos ocurridos en la Universidad y otros barrios de Caracas, en los cuales, indudablemente, participaban como primeros valientes, los vergatarios miembros del DIREVE. El día 25 la neblina que siempre envolvía, paulatina y sutilmente, la casa blanca, ¿quién sabe por qué aquelarre manifiesto del destino, había desaparecido, inmersa en los zanjones de los  sierra? Toda la montaña con su molecular corpulencia enhiesta, se podía contemplar despierta con su hermosa vegetación, silenciosa, expectante, sin ningún canto de aves,  sin ningún ruido extraño, con el sol transparente de nubes blancas y azules muy lejanas que hasta el mismo “Diablo”, Cruz Miguel”, al acercarse con sigilo, en la cocina, donde calentábamos café, nos dijera, después de los buenos días,  “ hacía  años que después de noche buena no hay neblina cubriendo la casa, que hasta el sol ilumina con más brillo esta región. Me recuerda, cuando era muy niño y sacudieron estas montañas el terremoto de 1918”. Nos miramos, dándole una totuma de café serrano, a lo que le respondimos “bueno, no siempre ocurren las cosas todos los días iguales, cada día trae algo nuevo, es natural que sea así”, para darnos ánimos, pero comprendiendo cuanto quería expresar el pensamiento rústico de aquel hombre conocedor de estas sierras. Una rutina de sorpresas parecería que se hubiera apoderado del intermezzo en que permanecíamos imbuidos, comprendiendo mejor, ahora más que ayer, todos los percances sucedidos, y la manifiesta ocurrencia de la naturaleza. Los días siguientes la neblina secular dominaba señorial con furia de dueña absoluta todo el entorno, envolviendo con densidad de plomo, las viviendas, montañas que hasta los árboles gigantes no se divisaban. Nos regocijamos, en medio del frío impuesto con tiranía indestructible, que volviera la neblina a cubrir con su manto de algodón la casa. El amanecer del primero de enero de 1960, lo celebramos carne de venado, que nos trajera Timoleón, viejo amigo de Cruz Miguel, a quien le pagamos treinta bolívares por el medio matacán. Particularmente había aprendido en mi casa cómo se prepara esta carne, cubriéndola de orégano silvestre, sal, ajo, cebolla, pimentón a medio fuego, sujeté los trozos de carne con sus costillas, con hilo de hallacas, le dimos más de seis horas, tiempo más que suficiente para que se cocinara a sazón, con las respectivas arepas amasadas con harina pan. Por lo que nos dimos una suculenta cena, antes que sonaran las doce campanadas habituales por radio. La historia de 1961 se había ido con sus aciertos y errores, quedando en sus anales la realidad de una verdad que casi nunca parece verse, los hechos lamentables, las victorias pírricas, los vicios y traiciones de cuantos no la percatan a tiempo dentro de sus vertientes. Aunque el tiempo y el espacio como dijera Einstein son partes de un  todo, estábamos acostumbrados a creer que no es sí, y que cada uno coge  el camino que más le conviene, pero los resultados inexorables nadie hasta ahora ha podido contradecir la ley de la relatividad general sobre la cual el universo infinito rige sus parámetros de de expansión molecular.
    Solo por radio Rumbos nos enterábamos de cuanto estaba sucediendo en Caracas, pero de Leopoldo y los demás compatriotas no sabíamos nada. Las reflexiones sobre el particular ocurrían a cada rato, aunque Rubén, es un hombre de pocas palabras, cuando comienza a soltar la lengua no hay nadie que lo puede detener, deleitándonos con sus comentarios contundentes, ocurrencias, chistes y buen humor, podíamos entrever que muy pronto algo vendría de Caracas con sorpresas de éxitos para continuar la marcha hacia la lucha armada por los caminos de la liberación nacional.
   El número  diez parece que estuviera destacado en la historia para arrastrarme inexorable por su sendero. En todas partes que hago algo, siempre aparece este número fatídico, siguiéndome los pasos como un fantasma o una sombra que quisiera decirme o alertarme de algo. Si fuese un jugador me lo jugaría a todo riesgo, pero ese vicio no lo acepto como revolucionario. Diez año le llevo a Iraida mi mujer, el día diez nace mi hija Cruzira, el número diez señala el catastro del edificio donde tenía mi bufete, el día diez muere mi hija Apakuama, y el día diez de enero de 1962 caímos presos en las montañas del Turimiquiri. Un silencio acompañaría toda la madrugada el entorno, donde los crujidos de las niaras ni de los animales y roce de ramas dejaron de escucharse como la diana habituales de las guacharacas, tan puntuales con su canto al rayar el alba. Luego presagiábamos, sin que percibiéramos nada, que sucedería alguna cosa extraña. En efecto,  al parecer durante toda la madrugada más de 30 hombres armados hasta los dientes con M16, “Fal”, ametralladoras y pistolas, habían  rodeado, sigilosamente, el perímetro de la hacienda, de manera que a las primeras horas de la aurora, en caballos enjaezados a su rustica manera, penetrarían reventando con sus cascos el macadam del patio, seguidos de varios forajidos en maniobras de asalto en una operación de guerra, con caras de espantos viendo antes de morir  los muertos, revelando su comportamiento y el espejo de su imaginación que no habían enemigos que combatir ni siquiera hombres armados capaces de hacerles resistencia. Estaban en una zozobra horrible de espanto y miedo. Con terror se sorprendieron que sólo eramos dos jóvenes imbeles, que nos acabábamos de levantar a hacer nuestras necesidades y preparar el café. Ya no venía el Comisario, sino un  pequeño hombre de color ocre y cabello bachaco, con un segundo al mando mestizo, con orejas de guataco y con ojos de venado asustado, que sin mediar palabras nos arrinconaron, apuntándonos con sus fusiles, hacia el fondo de la cocina, donde estábamos preparando el desayuno y  café que nunca pudimos saborear. Nos conminaron a rendirnos “¿rendirnos de qué?” le respondimos, “bueno, ustedes, son guerrilleros comunistas, están presos”. Dándonos cuenta de la grave situación, la incapacidad de los policías y soldados para controlar el miedo que tenían, convenimos Rubén y yo en provocar un altercado imprevisible para los asaltantes. Entonces, se produjo entre desalmados armados y nosotros un pugilato de palabras, que los obligaría a dejarnos espacio y  momentos libre para movernos en nuestro reducido espacio, mientras los campesinos y otros curiosos se acercaban a ver qué sucedía. Impasse que aproveché para llamar  al marido de Juana, Pablo  Acuña, en quien deposité mi confianza y nuestra suerte en ese momento, y le pedí que fuera a Caracas, le entregué dos mil bolívares para el pasaje de ida y vuelta, que era una cantidad suficiente, escribiendo en un  papel la dirección de mi casa de los Rosales, para que avisara mis padres, sobre lo que estaba pasando. Este humilde y valiente hombre cumplió a cabalidad de combatiente su misión y en la noche del mismo día estaba hablando con mi madre. Esto le costaría una prisión, torturaas infame y el desmantelamiento de su familia. Tomaron por asalto de bandas armadas la casa blanca de cal, registrando cuarto a cuarto, lugar a lugar, extrayendo todos los corotos y objetos que teníamos almacenados, comentaban entre ellos mismos, cuanto habían conseguido, hurgando en una cueva de piedra en un cuarto de la esquina encontraron el “Reglamento Programa del DIREVE”, el cual les convencería que sí en realidad somos revolucionarios guerrilleros en armas. Si la delación de Raúl Conde y Gonzalo González no se hubiera producido, la situación sería otra, y en esos mismos momentos la confrontación hubiera sido sangrienta. Dos hombres contra un pelotón de vándalos. Los soldados y sus jefes tenían miedo, en sus ojos, rasgos y modo de actuar se les veía a  flor de poros el terror, mientras nosotros permanecíamos tranquilos, esperando lo que fuera. Era la primera vez que estos jóvenes soldados estaban combatiendo al primer brote guerrillero. Todos somos venezolanos, jóvenes la mayoría, luchando por ideas firmes que los otros más viejos rechazaban, pero ambas facciones teníamos miedo. A nosotros nos asistía el coraje de la razón en la justicia por el camino de la libertad que habíamos escogidos, mientras a estas bandas les carcomía el odio contra los comunistas “chupa sangre” como los vampiros, que era lo que sus amos le habían dicho que éramos. Varias horas tardaron revisando, escrutando, rompiendo, destrozando cuanto les convenía dentro de la casa, buscando armas y explosivos que supuestamente teníamos encaletadas. No dejaron un punto ni un cuarto que no escarbaran, hasta el Reglamento-Programa que teníamos escondido debajo de una pequeña cueva hecha por nosotros mismos y tapiada con una roca en el cuarto más insignificante, apartado de la casa. Teníamos el propósito de sacar un periódico con esténcil y una emisora que teníamos ya pactada. El día 19 de abril de 1960 hicimos un juramento solemne todos los miembros del DIREVE en el monumento de la plaza Madariaga del Paraíso, por ser la menos vigilada por los sicarios del régimen, prometiendo “Luchar incansablemente por la liberación de la Patria contra el gobierno adecocopeyano y los imperialistas estadounidenses”, evocando el juramento del Libertador en el monte Aventino en Italia. En ese Reglamento-Programa estaban redactados todos los principios y postulados por los cuales el DIREVE y el EPR habían tomado las armas contra el gobierno títere de Rómulo Betancourt, declarándole la guerra al imperio. En las bestias cargaron todo el alijo y mercancías, mientras  a  nosotros nos redujeron  a la impotencia, a golpe de cuatro de la tarde, la operación asalto ya había  sido ejecutada por los esbirros. Las horas transcurridas no nos produjo hambre ante la artera alevosía que nos dieron estos fariseos del crimen que la vulgar de la negra sorpresa se hizo añicos como animal sin brial y áptero sin estribos e hipérbole con elisión de hipalagos al caer al barranco del huerco, cuyas pirodas con piroelas en ustión volcánica con sus dulias en hin con palifagia es el ártico del pe a pá con su abducción.  Amarrados nos bajaron como animales, similares a los que narra Alex Haley en “Raíces” con sufrimiento de Kunta Kinte, entre carcavones, canjilones, corrientes de aguas y resbaladizos de zanjones por la cuesta e recovecos hasta Cumanacoa donde por dos filas de campesinos vestidos de blancos pantalones y camisas nuevas machete en mano nos empujaban de un lado a otro vociferando “mueran los comunistas”, escupiéndonos y maltratándonos con golpes, zampándonos en un calabozo, donde, ¿parece mentira?, hacían 30 años atrás estuviera mi padre, Antolin Salazar Mendoza, preso por luchar contra el chúcaro Juan Vicente Gómez, pero así es la historia, y, luego de madrugada con el aullido de los perros a Cumaná, donde nos metieron con odio y furia en una furnia de terror en el recién inaugurado Cuartel de Policía del Barbudo en las Palomas. La tortura abría sus macabras garras de terror contra la carne joven resistente al vejamen, a la humillación, que el verdugo cavaba la tumba, donde la muerte al fin acoge al mártir desgarrado y mutilado con infamia por los vigaleros del sistema. Pero el Turimiquiri, cuya originaria etimología cumanagoto ha sido alterada y subvertida con cínico descaro sin acepción propia le apostrofan “Turimiquire”, como si la montaña dijera “quiere”, y no es ese el significado de la palabra en su intrínseca, autóctona, lengua primitiva. Turimiquiri es montaña  encantada,  refugio de aquellas tribus chaimas, coacas, tumuzas y guaiqueríes de la nación cumanagoto de las etnias caribes, que poblaban los actuales pueblos de Arenas, Cumanacoa, San Lorenzo, Aricagua, Las Piedras,  Rio Cocollar, San Antonio de Maturín, Caripe y Caripito, Guanaguana, continuará allí por los siglos de los siglos venideros, reservorio telúrico para otras guerrillas que se harán fuertes con otros combatientes con su ananké, en sus serranías inexploradas, para triunfar definitivamente contra el criollo traidor y el foráneo invasor. A los pocos días de nuestra captura la montaña sería bombardeada por aviones Gamberras de las Fuerzas Aéreas Venezolanas piloteados por testaferros de uniforme por orden expresa del presidente traidor Rómulo Betancourt, en busca desde arriba asustados buscando los guerrilleros diseminados en los cangilones, quebradas y riscos de la región, así como las supuestas armas escondidas del DIREVE, destruyendo sembradíos, ojos de aguas, desgarrando lo telúrico de la sierra con su fauna, arboles inmensos y cercenándole la vida a campesinos, hombres, mujeres y niños inocentes como lo haría Luis Herrera Canspim durante su malinche gobierno con Cantaura años después para complacer al imperio. Había que extirpar la plaga del castro-comunismo.
   Después de nuestra captura en el centinela de roca y el asesinato de Leopoldo en Caracas, el partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionario, complaciendo a su militancia apasionada con la “enfermedad infantil del comunismo”, estimulados por el triunfo de los rebeldes barbudos de la Sierra Maestra, precipitadamente, sin  preparación militar alguna, comenzarían a subir las montañas, mandando jóvenes sin entrenamiento militar ni siquiera haber nunca disparado ni una “china”, con algunas armas y machetes sin comida ni materiales médico quirúrgico ni fármacos, sin logística apropiada, creando los llamados “frentes burocráticos, antiparabólicos como inverecundos,” “José Leonardo Chirinos”, “Simón Bolívar”, “Ezequiel Zamora, “Antonio José de Sucre”, “Antonio José  Páez”, y pare usted de contar, cualquiera quería ser jefe y crear su propio escuadrón con 3,  5 o más hombres y mujeres envaginadas en guerrillas formaban un “frente” al que le ponían un nombre rimbombante para atraer incautos. Hombres sin dos dedos de frente, como el de Alfredo Maneiro con su Causa R y Andrés Velásquez, ambos resultarían “renegados” recalcitrantes, Teodoro Peckof y su hermano Lubén, a quien su propia esposa envenenara para robarle el dinero que él a su vez había robado a la guerrilla, después, sin conocer el terreno que pisaban como si fueran a sembrar sin abrir el surco, aunque ya nosotros le habíamos trillado el camino para que remontaran la difícil cuesta de la lucha armada. Sería el embrión de un experimento bélico que como toda improvisación resultaría de inverecundos anacolutos como todos conocemos su final. No obstante, habían cometido la torpeza de distorsionar todo cuanto nosotros habías construido, extra partidos, por cuanto no militábamos en ninguna de esas organizaciones, ni en el espurio hijo de adecos, bautizado “Movimiento de Izquierda revolucionaria” –MIR--, hijo putativo del partido Acción Democrática, ni en el infiltrado partido comunista, cuyas crápulas de  Pompeyo Márquez, Teodoro Peckof, Germán Lairet eran o son como ahora lo siguen siendo por esa parte y por lo del MIR Américo Martin, Héctor Pérez Marcano, Fernando Soto Rojas y su difunto hermano connotados agentes o confidentes de la CIA demostrado evidentemente después por sus propios hechos y conducta infame ante la historia. Habíamos fundado EL DIREVE y ese era el Movimiento político para hacer la revolución armada en Venezuela con su brazo armado el Ejército Popular Revolucionario –EPR---, cuyo Reglamento-programa  lo debe tener en sus archivos el SIFA, hoy DIM. Pero el binomio político de renegados del MIR y del PCV, mantenían un oscuro rencor contra nosotros, los hombres y mujeres del DIREVE, que eran ellos los que tenían que hacer la revolución, como si estuvieran apretando algo o sacando algo de una caja de pandora folklórica que le diera un milagro con rumbas cubanas y joropo llanero. La revolución es algo dialéctico en la historia que no es patrimonio de ningún partido ni de ningún líder, es exclusivo proceso social del pueblo que lo inicia. A topa tolondro algunos dirigentes del partido comunista, del MIR y del MAS, confabulados, con el asesinato de mi hermano Leopoldo, vieron el camino despejado, y como si fuera una lotería, comenzaron a conferir, sin autoridad alguna, el grado de Comandantes a muchos individuos de dudosa formación militar e ideológica. En ese rol figurarían Juan Vicente Cabeza, Gregorio Lunar Márquez, Julio Escalona, Rafael Lino Martínez, Fernando Soto Rojas, Alcides Villalba, Héctor Pérez Marcano, Moisés Moleiro, Ivan Padilla Bravo, Pablo Hernández Parra, Carlos Lanz Rodríguez, Baltasar Ojeda, Oswaldo Barreto, Carlos Betancourt, Douglas Bravo, Américo Martin, Américo Diaz Silva, Gabriel Puerta Aponte, Pompeyo Márquez, Luis Correa, Teodoro Peckof, Freddy Muñoz, Alfredo Maneiro y su compinche Andrés Velásquez, quienes seduciendo a jóvenes apasionadas de los “barbudos” de la sierra lo seguirían a las montañas con deliquios de barraganas, donde muchas murieron abortando en esa soledad selvática, mientras las más afortunadas parieron sus bastardos que hoy conservan con resquemor entre las que destacan Ángela Zago, Maria León, Trina Urbina que tuvo que suicidarse de tanto julepe para evitar que la fusilaran como a Conchita Jiménez, Benigna Rodríguez, “Chepita” Mercedes Garcia, Aurora la complaciente, Sol Alvarado, Irma Paris,  Guillermina Torrealba, Ilia Garcia, Tita y Josefa Quesada, Victoria y Fidelia Saavedra como tantas otras tontas mas engañadas en sus propios sueños. Esta caterva de seres humanos nacen traidores y muere traidores, quienes mantienen aun sus facciones la patología del “Quisling” en sus rostros demacrados por la vileza y la semblanza de los renegados en los cientos de jóvenes inocentes que murieron sin saber por qué morían ni por qué luchaban en las montañas que manchan con sus nombres oprobiosos las páginas de la historia. Por sus propias ambiciones se confundían en sus objetivos, dormían con las armas entre las manos cargadas, esperando que el otro lo pudiera matar, se delataban y desconfiaban entre sí, se mentían, el subconsciente los traicionaba por ser algunos confidentes del gobierno, medraba entre ellos el egoísmo y la envidia, no podía desarrollarse una cuerpo militar revolucionario y patriota para hacerle la guerra al enemigo, tanto que a su manera crearon especie de cortes o tribunales para juzgar a quienes creyeran pudiera ser espía, delatores o desertores, asimismo, imponían la ley de la selva estableciendo normas, leyes, códigos y rituales vergonzosos como los matrimonios revolucionarios y los de divorcios revolucionarios, como si fuera tan fácil, unir y separar parejas, como todo factótum. Más de un combatiente hombre o mujer seria pasado por las armas por estos desalmados. De apóstoles de la libertad degeneraron en simples forajidos. Creyeron muchos de estos invencibles “faramalleros”, boy scout del jardín botánico vestidos de verde olivo, que por tener un fusil en sus manos ya tenían el poder de decisión sobre los demás. Estaban equivocados, todos terminarían en el pesebre del enemigo con más mierda en la conciencia que en la barriga. En l959 a escasos meses del triunfo de la revolución cubana seríamos invitados a Cuba por el gobierno de los barbudos, por lo que Leopoldo y yo como otros combatientes visitamos la isla, en ese entonces, tuvimos oportunidad de invitar a Fabricio Ojeda para que se viniera con nosotros que ya teníamos cómo comenzar la lucha armada, pero el diputado nos dijo “esa guerrilla es imposible en Venezuela”, prefiriendo el Tayquiri del “Tropicana” que escoger el camino abrupto de la rebelión, Pero después de la muerte de Leopoldo, Fabricio Ojeda, se vendría, precipitadamente, de Cuba, y pese a ser diputado del sistema, se levantaría en armas, capturado por delación de los confidentes sería asesinado por sus propios confidentes en la misma celda donde estuviera preso e incomunicado del palacio Blanco en 1963, enclave de Miraflores, donde funciona el SIFA. Terminarían todos, unos y otros en el “bío bío” de payasos, vestidos de “verde olivo” y ametralladoras o “fal” en el Jardín Botánico de la Universidad Central de Venezuela, aparentando combatir en la sierra a la cual tendrían que refugiarse  comportándose con  su bajeza moral en forajidos que desesperados aceptarían las condiciones del gobierno,  retornando alegremente a la ciudad donde fundarían partidos, organizaciones políticas que proliferaron cual sorgo rojo como el MAS, de donde nacerían Patria para Todos, Podemos, La Causa R, Bandera Roja, PRV, Ruptura, Organización Revolucionaria, Vanguardia Comunista, Movimiento Revolucionario Popular, Nueva Alternativa, confabulados con hombres renegados como Marcos Gómez, Gabriel Puerta Aponte, José Vicente Rangel, Francisco Prada, Ángel Paz Galarraga, contaminando los sindicatos y el movimiento estudiantil. Nunca olieron la pólvora al principio en combate, pero luego cuando vieron que la sangre era de verdad, tuvieron escalofrío y  miedo,  y con terror terminarían sin vergüenza vendidos al enemigo. Con el deliberado propósito de no dejarse arrebatar la dirección de la guerra por los miembros del DIREVE que aun continuamos con vida. Los líderes del DIREVE le había dado instrucciones precisas al camarada y tenor José Luis Tovar, quien había estudiado en la Scala de Milán canto, música y solfeo para que le pusiera música al “Himno” del movimiento revolucionario, cuya primera estrofa decía “Al combate, la Patria nos llama…, el pueblo en armas derrotara al traidor enemigo y a su aliado invasor”, letra del mismo Leopoldo. Los dueños y periodistas de prensa y los medios de esos años deliberadamente, confabulados o cómplices con los partidos AD y Copey, que eran gobiernos, ocultaban las acciones  de los hombres del DIREVE, de manera que  hoy parecería que nunca hubo existido, pero era una política de terror combinada con el miedo de los camaradas del PC por lo resuelto de los que estábamos dispuestos a sacrificarnos en lucha abierta contra los pitiyanquis gobernantes y los traidores de la seudo izquierda. Cualquier noticia que produjera el DIREVE no constituía noticia, no sería publicada ni radiada ni televisada como mi captura en el Turimiquiri el 10 de enero de 1962, tanto que la toma de Conejo Blanco por mi hermano la mañana del 26 de febrero de 1962 como su asesinato por la emboscada de la Digepol en el edificio Santa Bárbara en Catia la noche de ese mismo nunca saldría a la luz como noticia del día. ¿Qué infamia? Ninguna revolución se levanta con mentiras,  engaños, egoísmos y envidias, quela conducen por los abruptos caminos del fracaso. Puede haber rivalidades, pero con dignidad se triunfa y aparece el líder. La lucha es del pueblo contra los enemigos de la patria. Los únicos hombres que estábamos claro moral, material e intelectualmente preparados para conducir la lucha guerrillera en Venezuela era el DIREVE con su brazo armado del EPR, comandados por los hermanos Salazar Romero y los comandos urbanos y rurales integrados por hombres adiestrados, entrenados y con las ideas firmes para combatir al enemigo en cualquier terreno, estructurados desde hacían años en varias ciudades del país, para lo cual tuvimos que recorrer lugar, región y sitios estratégicos, geográficamente, del territorio nacional, desde la sierra de Perijá, las cumbres andinas, el páramo de Cendé, las montañas de Falcón, Lara, Yaracuy y Carabobo, los llanos apureños, de Barinas y Guárico con sus caños y malojales como el Amazonas, el Churum Merun, Autana, Roraima, Monagas con  sus ríos, escogiendo el centinela de oriente, el Turimiquiri que reúne todas las condiciones bélicas para mantener gente activa para hacer la guerra, fauna, flora, agua abundante, meandros, recovecos y escondites con sus cuevas y veneros, despertando los sueños de la liberación, por ser nosotros, también, oriundos de esa zona.  Se tenía claro que  en toda estrategia se deben considerar siempre dos elementos vitales, el tiempo y los hombres. El tiempo nos indicará cuando triunfaremos, si es corta o larga esta lucha, y por los hombres con su lealtad y principios ideológicos nos garantizarán ese triunfo anhelado. Es posibles haya habido personas o grupos dotados y preparados con coraje y valentía para la contienda, pero no se manifestaron corriendo riesgos con el decoro requerido a la hora en el momento oportuno, como nosotros. Evocando a José Martí, quien dijera “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan contra los que le roban a los pueblos su libertad, que es robarle a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, la dignidad humana”. Eso éramos y somos nosotros los camaradas del DIREVE y del EPR, que aun hoy muchos viven. Al morir Leopoldo Salazar Romero en plena juventud proliferarían, anárquicamente, todos esos “Frentes”, como ladillas a repartirse el botín en medio de la pólvora sin disparar un tiro, Ese fue el error estratégico, político y militar del Partido Comunista de Venezuela y sus aliados enquistados en la “izquierda” de los espurios hijos de adecos, autodenominados “miristas”, que no permitiría que los “hermanos Salazar Romero no serán los Castros de Venezuela” como impusiera Teodoro Peckof  Malec en las filas del partido. Dostoievski plasmaría con visión futurista a estos engendros en su novela “los Hermanos Karamazov”que hasta por sus apellidos identifican su estirpe foránea “Peckof”, significa espurio y “Malec”, maldito, ineluctable identificación para quién iba hacer cuanto hizo. Ambos terminarían como todos su confidentes y camaradas como Douglas Bravo, Héctor Pérez Marcano, Germán Lairet, Américo Martin, Luis Correa, Ortiz Bucarán, Gabriel Puerta Aponte, Américo Martin, Fernando Soto Rojas, Juan Vicente Cabeza, Gregorio Lunar Márquez, Tirso Pinto, etc., quienes pese al apoyo financiero de Cuba, Rusia y China, se doblegaron al látigo infame del imperio, traicionando la lucha de guerrillas, deponiendo las armas ante un enemigo corrupto por lo que siempre han sido cobardes y traidores a la revolución, sin embargo, muchos inmorales advenedizos, “renegados”, apóstatas, plagados de envidia, egoísmo e hipocresía, hijos putativos de aquellos petulantes que ahogaron en sangre de sus propios camaradas, por triviales e inútiles rivalidades particulares la revolución española, la larga lucha de la revolución bolchevique y la frustrada resistencia de los países de Europa Oriental, pululan hoy en las filas del gobierno de la revolución pacífica y “bolivariana”. Tan carroñero eran estos energúmenos que Germán Lairet, comandante en jefe de la FALN ante Fidel Casto en Cuba, sería cinco años después ministro de Fomento del colombiano Carlos Andrés Pérez como Teodoro Peckof y Pompeyo Márquez ministros de Rafael Caldera ¿cómo les parece ese mimetismo camaleónico? Semejanza parabólica de los militares que son los mismos de entonces, que apoyaron la cuarta república que cercenaban las manos a los jóvenes guerrilleros lanzándolos al mar o a las montañas y hoy de la noche a la mañana, por birlibirloque mágico, son comunistas de “patria socialista o muerte” ¿cómo nie, santa Inés? El poderoso caballero “don dólar”, los compraría a todos, traicionaron sus propios postulados ideológicos frustrando la revolución en ese periodo para hacerse “ricos” y opulentos con oro con sus barrigas repletas de mierda en sus conciencias, confabulados, en combinaciones estratégicas que suele extender sobre la mesa todo traidor con la “Ancha Base” del gobierno adecocopeyano y la política de pacificación de Caldera, al llegar Luis Herrera al poder, brindaría a Douglas Bravo el supuesto autor del Manifiesto de Iracara el sobreseimiento el 24 de noviembre de 1979 por sus delitos cometidos, apagando con un solo plumazo el fuego de la revolución, degollando la lucha armada. Había triunfado el imperio, los muertos al hoyo y el vivo al boyo, mientras con dolor el corazón palpitante de las madres en agonía insólita que nunca más volverán a ver a sus hijos vivos. Las montañas de Venezuela está sembrada de cadáveres de aquellos heroicos combatientes de los cuales ya nadie recuerda, mientras en las aguas del mar Caribe los tiburones estrangularían los muertos lanzados a sus corrientes desde los helicópteros. No hay ninguna estadística ni contabilidad hasta el momento de escribir estas páginas que proporcione aproximadamente los muertos en esa fratricida lucha armada, tanto los caídos en los frentes guerrilleros como los soldados del gobierno, como tampoco la cantidad de fusilados inútilmente y sin juicio alguno. Es inmoralidad de un gobierno dizque revolucionario que no sienta el clamor de las “madres de mayo” argentinas cuando aquí las madres lloran aún a sus hijos muertos. No obstante, con desparpajos esta sarta de renegados fundarían una suerte de banda denominada “PRV”, “Ruptura”, “Bandera Rojas”, “Liga Socialista”, “Tupamaros”, FUL, con los estercoleros de los disidentes, persiguiendo el botín que la senectud reclama. Muchos de esos apóstatas fundarían periódicos ---Tal Cual, Vea, pasquines saturados de una “literatura” ampulosa, haciendo frases y tejiendo una red de elogios y adulaciones “baratas” y bochornosas, mezclando calumnias, infamias, mentiras, resaltando personajes cobardes y ocultando la verdad de los hechos dentro de la historia que conocemos y narramos, carente de contenido marxista-leninista y bolivariano, financiado quién sabe por quién---y medios escritos y televisivos como El Nacional El Universal, Últimas Noticias, El Mundo, Meridiano, 2001, Radio Caracas Televisión, Globovisión, Venevisión, etc, como Teodoro Peckof naonato por naufragio en las playas del Lago de Maracaibo por una madre proveniente en cinta de los Cárpatos búlgaros, Guillermo Garcia Ponce, cervecero de origen con su burrito negro en las faldas del Junquito, Freddy Muñoz nonatero y violador de jóvenes universitarias cuando era presidente de la federación de centros universitarios de la Central, Juvencio Pulgar, ¿de dónde sacarían tanto dinero? Muchos más están confabulados con el capitalismo para destruir su propia patria. Es más, estos malinches criollos, mantienen un confidente agente de la CIA o infiltrado en su anonimato o seudónimo, apodado Luther Blissett, cuya paternidad se desconoce, alterando en sus escritos la verdad de los hechos como si hubiera participado en los mismos. ¿Qué infamia? Lo veremos, los hechos lo demuestran todo. No hay que improvisar ni experimentar con las clases sociales. Ciertos dirigentes del PCV de esa época se creían, con obcecado sectarismo, que eran los únicos dueños absolutos de la revolución, que la lucha armada era una quimera, que los que se expusieran a incursionar en esa asonada, serían expulsados del partido y, que los que no eran militantes corrían el riesgo de ser delatados o acribillados por los mismos “camaradas” como lo hicieron conmigo estando preso en los calabozos de la siniestra DIGEPOL de los Chaguaramos, después que me escapara de la cárcel de Cumaná, cuando un día un supuesto comunista de la juventud sin respetar la condición ni al coraje impotente de los combatientes presos me apostrofara “te buscábamos en los recintos de la Universidad Central entre junio y septiembre de 1962 para fusilarte”, a  lo que yo le respondería “por qué no lo hicieron, yo andaba libremente por esos predios”, replicando el seide, “si pero estabas rodeado de hombres armadas del DIREVE, y hubiera resultado una mortandad”, ¿qué desfachatez? De manera que para esos “señores” del PCV Fidel Castro y los barbudos,  el “Che” Guevara y otros combatientes serían afortunados enemigos del marxismo interpretado por los comunistas venezolanos de esos años. Para mi todos esos individuos, sembrando discordia entre combatientes, desconfianza, envidias, conflictos inútiles, discusiones oscuras, constituía una caterva inverecunda de energúmenos mencionados aquí y que asumieron, irresponsablemente, la dirección de la lucha armada, después de la muerte de mi hermano, Leopoldo, ocurrida el 26 de febrero de 1962 a 1980 no fueron nada más que despojos, escorias de un capitalismo poderoso infiltrado en la conciencia de estos renegados. De esa manera pretendía detener con sus actos frustrados la dialéctica, cuyas leyes inexorables todo lo transforma, entronizando improvisados “combatientes” que podían ser sacrificados en cualquier acción encomendada al “activista” de partido. Muchos murieron ingenuamente y con mucha valentía sin que nadie hasta ahora reclame sus huesos, porque el dolor es de la madre que lo pare y no del “gánster” que lo aprovecha. De ese vientre infame nacerían piezas de “hombres” a lo Germán Lairet, que de Comandante en jefe de la FALN  con rango de embajador en la Habana, terminaría en el platillo de los quisling siendo Ministro de Fomento del criminal colombiano Carlos Andrés Pérez, y el búlgaro Teodoro Peckof Malec obcecado abusador de mujeres indefensa que hasta la pobre AURORA Martínez, una de tantas de sus esposas le caía, pegándole, a zurriagazos, quien también fuera ministro de Desarrollo de Rafael Caldera. Y así, otros tantos camajanes de la traición. Todos estos energúmenos se nutrían de comisquear, celestinear con la albóndiga fresca de carne de vaca. Tanto que el PCV, enfrascado por empuje de las masas en la insurrección popular aplicaría su tesis de Luis Blanc, recurriendo al golpe de Estado con las sublevaciones de Carúpano el 4 de mayo, estábamos presos en una “tigrito” fúnebre de 2x2, enrejados como fieras Rubén Hergueta y el que escribe, y Puerto Cabello del 2 de junio de mismo año de1962, enalteciendo luego a los militares  con rangos de mando Manuel Ponte Rodríguez, Juan de Dios Moncada Vidal, Víctor Hugo Morales, Pedro Medina Silva, Manuel Azuaje, Pedro Vegas Castejón, Molina Villegas, hombres valientes afortunados apoyados por algunos camajanes del PCV, con ínfulas rebeldes de “patriotas”, sin ejército y sin masas, incluso con representaciones diplomáticas en Cuba y Moscú o China, se comportaban como “caribes” en tribus disidentes destruyendo la Nación en manos de verdaderos patriotas conminados al sacrificio, que continuamos siendo los hijos de Juan el Veguero, representados  por los hombres valientes del DIREVE sin suerte, por lo que teníamos que luchar en esa vorágine borrascosa e ilimitada de traiciones y delaciones, de trampas y chismes, calumnias y hasta crímenes contra las bandas armadas y el ejército de línea del régimen adeco-copeyano, apoyado por la CIA, el FB y  los EEUU propiamente dicho más los sectarios anarquistas del PCV, que se negaban a reconocer que la lucha armada en la forma de guerrillas urbanas y rurales era el único método para derrotar al gobierno. La tesis predominante en la dirección del Comité Central del PCV, era que los único que tenían derecho legítimo a dirigir la guerra de liberación, si es que decidían ir al campo de batalla, serían los otrora dirigentes, hoy occisos, y no los extra-partidos del DIREVE, comandados por los hermanos Salazar Romero. Sería una torpe manera anti-dialéctica de interpretar la historia. Fidel Castro precipitadamente y mal informado apoyaría la lucha armada en Venezuela con varias invasiones en barcos por Machurucuto, Tucacas y Falcón con oficiales y soldados cubanos, apertrechados y bien armados que fracasaron todas en la orilla de esas playas y con bastante dinero en dólares en efectivo que se lo cogerían los más vivos de siempre. Esos desplazamientos improvisados en un líder como Fidel Castro costaría muchas vidas inocentes e inútiles, de las que son los únicos responsables moralmente ante el país hecho Nación. La presencia de extranjeros combatientes en Venezuela con mando y disposición para dirigir por los recursos proporcionados, desplazando los esfuerzos merecidos de los criollos,  aumentaría más la discordia y desconfianza entre los mismos guerrilleros venezolanos, generando una especie de odios internos que desembocarían en la frustración gloriosa de muchos, que desertaban de las filas, convirtiéndose en delatores de sus mismos camaradas, por lo que los cubanos tuvieron que abandonar el país. Siendo esta una de las causas de disidencia y frustración de la lucha armada. Tal vez, por esa razón el Che Guevara no veía con mucho acierto venir a Venezuela. El Movimiento de Izquierda Revolucionario--MIR--, escindido e hijo putativo del partido Acción Democrática, cuyo máximo dirigente era el intelectual “como candela” Domingo Alberto Rangel,  con sus  escorias de “apóstoles” y renegados Américo, Martin, que nunca dispararía un tiro y con la leshmaniasis que le gangrenaba el brazo, Moisés Moleiro el amante de las “ladillas”, Fernando Soto Rojas, comiéndose la carne de burros robados a los pobres campesinos, el libanés o turco Shema Saher, desheredado del propio padre adeco gobernador de Falcón, donde estuviera con Douglas Bravo y con quien peleara por rivalidades de comando, Carlos Betancourt y Américo Silva, se propusieron crear un frente guerrillero en las montañas de Guatopo llamado “Ezequiel Zamora”, y luego otro denominado “Antonio José de Sucre”, con escasos campesinos, teniendo que en la agonía de la desesperación y la carencia de logística que  comer burros como lo había hecho Cuvela en las sierras del Escambray en Cuba, los conocidos “come vacas”,  los “come burros”  del bachiller serían los exponentes más depravados de las guerrillas, quienes sacrificaron a miles de jóvenes estudiantes que creían en sus falsos “principios”. Todos estos individuos con rencores y odios terminarían separados y divididos durmiendo cada uno con el ojo pelao con el arma bajo el brazo, por no aceptar uno el mando sobre otro y viceversa, o sea, que la lucha era por el poder de ser jefe de cuatro pelagatos. Terminado unos muertos, otros presos y los más en desbandadas como perros realengos. La guerra no se puede hacer por amor al sonido de una bala.  Un partido como el MIR no podía dirigir la lucha armada como tampoco lo podría haber hecho el PCV ni el MAS después, por carecer de los hombres con formación ideológica y conciencia revolucionaria y de los instrumentos teóricos y prácticos para conducir desde un escritorio  y a distancia la misma, por cuanto la guerra desarrollarse es un constante movimiento de fuerzas coherentes, antagónicas y con sus propios planes estratégicos y tácticos,  sobre el terreno del combate y corresponde por mandato propio a quienes están inmersos en la misma lucha de liberación nacional.  Por la manera y aptitud precipitada, anti dialéctica, de suplantar, sustituyendo en el terreno de la acción a los pioneros de la lucha, que éramos los miembros del DIREVE por improvisados como los faramalleros, petulantes, engreídos, apasionados, fanáticos, egoístas, mentirosos, farsantes carroñas como Héctor Pérez Marcano, Teodoro Peckof y su hermano Lubén, Douglas Bravo, Luis Correa, Rafael Lino Martínez, Américo Martin, Alfredo Maneiro, Américo Silva, Carlos Betancourt, Fernando Soto Rojas, y otros. ¿Qué hubiera sido de Venezuela si por ananké de la historia la revolución hubiera triunfado poniendo el poder político en manos de esta caterva desalmada de calaña en la torva de crápulas devorando carroña? La Patria estaría hoy desgarrada y mutilada en pedazos, pero los pasos de hombres de esa estirpe los desmantela la misma historia en su proceso dialéctico. Veremos cómo el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y una ala “izquierdista” de Unión Republicana Democrática declararía la guerra, con un “simple papel de bohemios” al sistema imperialista más poderoso de la tierra declarando la lucha armada, entre dos fuerzas totalmente opuestas, enemigas por sus principios, pero donde una tenia los dientes nucleares y la otra apenas chamizas sin fuego, permaneciendo estos seudo dirigentes en sus hogares calientitos esperando recibir el primer parte de guerra, mientras marchaban a  las montañas solos imberbes camaradas a inmolarse por unos ideales aun no maduros ni bien digeridos intelectualmente, pese a que hubo muchos actos heroicos y valientes de muchos jóvenes en esa contienda, que resultaría inútil, ante la conducta oprobiosa, pese al maltrato infame que le diera el sistema capitalista en Venezuela, presidido por Rómulo Betancourt desde la presidencia, despojándolos de su inmunidad parlamentaria, a hombres de la talla de Gustavo y Eduardo Machado, Jesús Farias, Eduardo Gallegos Mancera, Guillermo Garcia Ponce, hasta el come candela Domingo Alberto Rangel fundador del MIR, hijo putativo de AD, quienes  como escoria de la hez se acogerían a la tesis del partido blanco, bajo la presidencia del ebrio de la tolda blanca Raúl Leoni, pacificadora, lanzando la línea de la guerra prolongada que terminaría proyectando hombres con jactancia de líderes “Comandantes” tracaleros como Douglas Bravo, Américo Martin, Germán Lairet, Héctor Pérez Marcano, Fernando Soto Rojas, Luis Correa, Ortiz Bucarán, Moisés Moleiro, Gabriel Puerta, Carlos Betancourt,  Teodoro Peckof, quienes se sentarían a la mesa con sus viejos “camaradas” enemigos de partidos, comiéndose las migajas del festín, mientras en las montañas yacen  miles de inocentes, hombres y mujeres jóvenes, víctimas de sus errores cometidos. Derrotados y con la cola entre las piernas, desconociendo la verdad dialéctica de la historia, habiendo quitado de la escena política al DIREVE con los hermanos Salazar Romero al frente de sus combatientes, se dedicarían a fraccionar sus propios partidos, creando organizaciones de tipo “terroristas”, anarquizados por el odio, como Bandera Roja, el partido PRV de Douglas Bravo y posteriormente “rebautizado” Ruptura, la claque del MAS, Patria para Todos, PPT y Podemos, proliferando en floripondios gangrenados por la ambición y la bajeza, etc., que contaminarían la vida social de los venezolanos más humildes y menos preparados, aun ilusionados con algún cambio y con la esperanza dormida en sus corazones. Hay que estudiar ese periodo ingrato y siniestro entre 1962, después del asesinato de Leopoldo y finales ya de 1980, porque ya después no hubo sino conatos insípidos de una guerrilla en desbandada, con la guerra contrainsurgente y la preparación que le impartían el Pentágono de los EEUU a los militares anticomunistas en Fort Gullit de Panamá, a los militares venezolanos, que continuaban sosteniendo el tétrico aparato del status. Por lo que se fueron por lo más rápido y oportuno, estructurando, artificialmente, unas fuerzas armadas, apodada “Fuerzas Armadas de Liberación Nacional” -FALN, el l8 de marzo de 1963 cuyos comandantes los mismos del “Carupanazo y del Porteñazo” carecían de recursos logísticos y de la teoría revolucionaria como de hombres suficientes para moverse con unidades operativas a lo largo y ancho del territorio nacional. En esos mismos días crearían el Frente de Liberación Nacional, formado  nada menos que por Pompeyo Márquez,  José Herrera Oropeza y Simón Sáez Mérida”, tríptico, siniestro sin esencia ideológica sino un mosaico en sainete de envidias mutuas, quienes después de mostrarían lo que cada uno sería frente al imperio. Se produciría el asesinato  de mi hermano. Muerto Leopoldo la noche del 26 de febrero de 1962, ya Livia Gouverneur inexperta en el manejo de las armas se le escaparía un tiro quitándole la vida, lo digo y sostengo porque a mí me sucedió lo mismo con una parabellum luger que de casualidad estoy vivo, Alberto Lovera, Fabricio Ojeda y más de 30 mil jóvenes más a quienes a muchos les cortaron sus manos y los lanzaban desde helicópteros al mar o las montañas como a Francisco Sánchez Carrero, cuyo cuerpo sería descuartizado salvajemente por oficiales de la Guardia Nacional. Estos monstruos de oficiales y soldados militares vigaleros de entonces estaban al servicio del mando de la Misión militar norteamericana con sede en Conejo Blanco e impartía dichas órdenes criminales que acataban ciegamente los dóciles serviles de las FFAA. Miles de madres lloran sus muertos sin que nadie haya levantado la bandera de las heroicas mujeres madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires, en Caracas,  el dolor desgarra el alma de las familias que perdieron sus hijos que nunca más volverán a ver en vida con profundo desconsuelo. Aún nadie ha investigado esa tragedia. El líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez Frías,  tiene una deuda con Venezuela entera, aun no ha convocado una asamblea con todos los que participamos en la guerra de guerrillas para conocer la verdad de aquellos sucesos, desentrañando el engaño en que lo han envuelto los quisling de siempre en cuyos ojos se refleja la mentira y la traición. No me equivocaría si afirmo con dialéctica interpretación que la revolución pacífica de Chávez es un movimiento social “no nato”, es decir, por no estar armada y permanecer armada en defensa de sus propios derechos fracasará como ha ocurrido en toras partes. Solo hay que hablar con uno cualquiera de estos farsantes de frente y comprueba como baja sus ojos y como tiembla ante la verdad sus pupilas. Ahí está la infamia. Tuve la oportunidad de visitar en Caracas en marzo del 2005 en la esquina de Santa Capilla la Oficina  de La Comisión de Desaparecidos de la Asamblea Nacional integrada por resentidos camaradas y adecos “enchufados” con reconcomios que actúa como una banda hermética que no escrutan el origen del mal por desconocer sus causas y proteger a sus compinches incrustados en el gobierno. Me atendió una mujer aproximadamente de 30 años, bajita, morena, con una cigarro en la boca pintada y con una taza de café o no sé qué otra cosa en la mano, que dijo llamarse Roselis, quien a mi pregunta de querer ver la lista de muertos y desaparecidos de la década de 1960, me respondió que “no sabía a qué me refería yo, que ella pertenecía al partido blanco y que los muertos, muertos quedan”. Me vine por donde había entrado, hasta hoy. La impotencia te asfixia ante quienes creen ser dueños de una revolución que ni siquiera ha comenzado a tronar sus cañones. Después conocí al antropólogo Pedro Pablo Linares, en quien creí encontrar al hombre capaz de despejar penumbras pero estaba detrás de sus propios intereses particulares, quería  publicar un  libro y ser profesor o director de la recién creada Universidad Bolivariana. ¿Hacia dónde vamos, Comandante Presidente? Todo ha quedado impune. Eh ahí la frustración. Mucho dinero y muchas vidas se sacrificaron, entonces. Nade ha sido juzgado aun. La identidad de sus personajes los conoce la historia y los actos de su conducta también, de manera que el día de la conciencia llegara, tarde o temprano, pero llegara, aunque tengamos que sacar de las tumbas sus cadáveres. Le comentaría toda esta situación que ocurría en el país en marzo de 1966  al “Che” Guevara en Argelia, quien me dijo “al parecer, algunos dirigentes del PCV no son partidarios de  la lucha armada, por lo que hace difícil que la guerra de guerrillas culmine con éxito”. Ahora a más de cuarenta años de aquellos sucesos, resulta muy obvio que ciertos comunistas vengan a especular acerca del DIREVE como el primer Movimiento que  recurrió a  la lucha armada para sacar con las armas en las manos a los adecos y copeyanos del poder vendidos al sistema imperialista ¿con qué moral pueden estos señores escalar la tribuna de la honestidad? El pueblo siempre termina teniendo la razón. Los hombres y mujeres del DIREVE nunca pensamos en darle nombre o denominación a la lucha armada. El proceso dialéctico lo determinaría todo. Llámese como fuese no era el objetivo, lo fundamental era hacerle la guerra de guerrillas rurales o urbanas al régimen y derrocarlo con las armas en las manos, no  con votos amañados, a sabiendas que la democracia nunca ha existido ni  tampoco el socialismo con un lumpen hambriento en los cerros, zanjones y quebradas del país. Espero que el comandante presidente reaccione ante los que pretende entronizar como mártires y lideres de aquel revolucionario movimiento, cuyos hombres permanecen en el anonimato y fríos en sus tumbas sin ningún recuerdo enaltecedor, que no son los que lo rodean quienes tienen la verdad de la historia de esa década trágica, que investigue para que no le caiga el peso inexorable de la justicia. Mientras no se apoye en la filosofía política marxista-leninista, matriz del DIREVE no podrá germinar su llamado Estado Socialista, suplantando al capitalista, sino cuenta en la composición de sus cuadros dirigentes con hombres y mujeres de nueva matriz y estirpe ideológicamente revolucionarios en profundidades marxistas bolivarianas, para lo cual se requiere la virtud apostólica de leer y estudiar mucho, trabajando para forjar la nueva sociedad socialista sobre cada cosa en concreto, constancia, sin egoísmos y sin odios, impulsando con amor las bondades humanas que palpitan en su corazón con energía de conciencia como los hombres, que despreciando las comodidades “capitalistas” para irnos a la montaña para hacer la revolución, sin otra ambición que la libertad y justicia para nuestro pueblo”, fundamos el DIREVE, quienes lograríamos compenetrarnos con una ideología propia y común en creencias, fe y valores patrióticos necesarios para emprender con moral de nuevos valores la lucha, sin militancia en los partidos del sistema nos unimos estudiantes universitarios, obreros y campesinos bajo el DIREVE, mientras a los otros de la “izquierda” de los partidos del estatus, aun no decantada los alimentaba la pasión, la envidia, el sectarismo y el egoísmo que destruye todo proceso, cayendo en el cuévano del cinismo más inverecundo. Los espurios solo llenan sus cubículos por tener más zulla en la conciencia que en la barriga, que harán inútil la tenacidad del líder. Allí terminará todo. La verdad duele, pero es la verdad. El líder debe mantener siempre el “ojo pelao” como lo confirma el propio Hugo Chávez en sus eufóricas peroratas henchidas de ejemplos y sabidurías de ocho horas por cadena nacional de radio y televisión.
     El TURIMIQUIRI permanece allí en la cordillera del interior en los aledaños del Estado Sucre colindantes con Monagas, masa molecular, incólume, solemne, majestuosa, observando todo cuanto ocurre en su Patria que es la nuestra. No tenemos patria todavía, y, por los signos de esta “revolución pacífica”, creo con seguridad apostólica del combatiente que colapsada como la ha estrangulado su propio autor, nunca la tendremos consolidada. Toda revolución yergue incólume su cuerpo constructor sobre la sangre derramada de los combatientes muertos.-FIN
Telf., del autor 0414-1276938 y 0212-3115929 
                      

3 comentarios:

  1. excelente escritos que ponen en evidencia cuan ta verdad ocurre en ven ezuela que muchos desconocen, en una literatura fresca y atractiva en su lectura

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  2. el premio nobel otorgado a muchos de merito ineludible y merecido no esta en la recomendacion politica que se haga del galardonado, sino en los sueños de alfredo nobel, cuya vision seria darselo a quien en realidaad lo merece y emilio saro esta en se rol por sus novelas, cuentos y narraciones en mas de 4 mil y cientos mas, pero la verdad algun dia brillara como el venero en las entrañas de la tierra

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  3. todos y cada uno de estos escritos, recogidos en la obra monumental ALFA Y OMEGA como la SAGA DE ANTOLIN SALAZAR MENDOZA SERAN DE OBLLIGATORIO ESTUDIO PARA LOS HISTORIADORES DEL FUTURO, LS UNIVERSIDADES Y ESTUDIANTES,POR LA VERDAD REAL DE SU CONTENIDO, LA EXPERIENCIA DE SUS AUTORSS Y LA ENSEÑANZA PARA LOS PUEBLOS EL PORVENIR

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